TENIS | ABIERTO DE AUSTRALIA

Djokovic se corona ante un Tsonga que vuelve a ser humano

El serbio recurre a la experiencia para remontar y adjudicarse la final del Grand Slam australiano (4-6, 6-4, 6-3 y 7-6)

La versión agresiva, perfecta, confiada y magnánima que mostró Jo Wilfred Tsonga ante Nadal en las semifinales del Abierto de Australia duró un set y medio. Justo el tiempo que tardó Novak Djokovic en despertar del sueño que cumplió anteayer al derrotar al número uno del mundo, Roger Federer. Desde el inicio, el partido ha cumplido cada una de las previsiones: un auténtico choque de trenes, de aficiones atónitas por el arrojo y la proeza de los rivales en las rondas anteriores. Un duelo de ilusiones y desgaste, con mucho saque y mucho juego de fondo en el que, a pesar de todo, ha sido vital la...

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La versión agresiva, perfecta, confiada y magnánima que mostró Jo Wilfred Tsonga ante Nadal en las semifinales del Abierto de Australia duró un set y medio. Justo el tiempo que tardó Novak Djokovic en despertar del sueño que cumplió anteayer al derrotar al número uno del mundo, Roger Federer. Desde el inicio, el partido ha cumplido cada una de las previsiones: un auténtico choque de trenes, de aficiones atónitas por el arrojo y la proeza de los rivales en las rondas anteriores. Un duelo de ilusiones y desgaste, con mucho saque y mucho juego de fondo en el que, a pesar de todo, ha sido vital la experiencia del serbio. Sin ella, difícilmente hubiera remontado Djokovic el primer knockout (4-6) de un Tsonga con velocidad de crucero desde el partido con Rafa. Difícilmente se hubiera adjudicado el primer Grand Slam de la temporada (4-6, 6-4, 6-3 y 7-6 (2). El primer 'grande' de su carrera.

Tsonga combina a la perfección corpulencia, agilidad y sosiego. Las dos primeras le ayudan a mermar el físico del rival; la tercera le sirve para desgastarlo psicológicamente. El caso de Djokovic no es para menos. Tiene arrojo, motivación y la ambición de una firme promesa al trono, un repertorio de golpes impecable y una mentalidad en proceso de depuración que le hace pasar un mal trance en algunos compases del partido. Hoy ha sido al comienzo. Djokovic ha saltado a la Rod Laver Arena con la sensación de tener los deberes hechos, y de que ningún otro tenista pondría más complicaciones que Federer, y ha padecido la estrategia del francés en el primer set.

A remolque del servicio del galo, 'Nole', más inestable de mente que de físico, se vio superado en el noveno juego con tres saques directos de Tsonga. Un poco antes, en el quinto 'break', Tsonga metaforizaba su hegemonía rematando una bola suspendido en el aire y la grada, entre encandilada y sorprendida, aplaudía a la revelación del torneo evocando a un retirado Sampras, que ya deleitó al público con esta variante de smash. Una actitud inaudita para un tenista su primera final de un torneo de esta categoría.

El 4-6 de la primera manga fue un jarro de agua fría para Djokovic, que rebuscaba la manera de sobrevivir a la avalancha que le venía encima. Ante tal envergadura, el serbio ha encontrado la solución avanzando tres pasos. Sólo jugando dentro de la pista, el tercer cabeza de serie encontró su sitio y dominó el juego. A partir de ahí, la perseverancia y el genio de Djokovic mellaron punto a punto el muro de Tsonga hasta abrir brecha. El clon tenístico de Mohamed Alí fue humano de nuevo en Melbourne, la suerte que disfrutó en el partido de Nadal desapareció y se encontró solo con su raqueta y su tenis ante un "monstruo" que despertaba con hambre de títulos.

Pese a todo, Tsonga no arrojó la toalla. Con el partido empatado a sets y arengado por el séquito de seguidores que ha ido cosechando a lo largo del torneo, el francés insistió al máximo apoyado en su saque y su letal golpe de derecha, pero su falta de instinto daba alas al asfixiante juego de Djokovic. Los errores no forzados se sucedían mientras el serbio insistía en el revés de su rival. Djokovic corrió e hizo correr, y forzó el fallo de su adversario hasta desconcentrarle. Era imparable. Ni un pinchazo en el muslo en la cuarta manga consiguió frenar su ímpetu, y Tsonga sólo sobrevivía con los pocos peloteos largos que el balcánico planteaba. 2-1 a favor de Djokovic.

Aunque el marcador insistía en reflejar empate pese a la sensación de dominio de Djokovic, el partido estuvo totalmente abierto hasta el undécimo juego del cuarto round. Entonces Tsonga desapareció. Cedió primero un punto de rotura clave y se hundió después en una doble falta. Demasiado nervioso para darle la vuelta a una final que hasta el final no cerró su guión. Djokovic lograba lo que Rafa no supo resolver. El tie-break final fue el trámite para que Djokovic se coronara por primera vez y lanzara un serio aviso a sus dos predecesores en el ránking. También para frenar el deseo francés de ver reinar a un compatriota. El monstruo no ha hecho más que despertar.

El serbio recurre a la experiencia y se adjudica la final del Grand Slam australiano (4-6, 6-4, 6-3 y 7-6)Vídeo: CNN+

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