REAL MADRID 0 - LEVANTE 1 | FÚTBOL

El Bernabeu se harta

Un gol de penalti de Salva fue suficiente para derrotar a un Madrid sin juego, que sólo invita al pesimismo

Después de otro desastroso partido del Real Madrid, el Bernabéu se ha hartado, está ya cansado de lo que ve y no dudó en dirigir toda su indignación hacia el palco y hacia Capello. La paciencia se le ha acabado al madridismo. Demasiado ha aguantado.

Hubo un tiempo en el que los aficionados del Real Madrid acudían al Santiago Bernabéu con la certeza casi absoluta de que iban a ver ganar a su equipo y sólo con la incertidumbre de conocer cómo se produciría la victoria. Y en caso de que ésta no llegara, al menos sabían que pasarían un rato divertido, entretenido y quizá emocionante. Ahora,...

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Después de otro desastroso partido del Real Madrid, el Bernabéu se ha hartado, está ya cansado de lo que ve y no dudó en dirigir toda su indignación hacia el palco y hacia Capello. La paciencia se le ha acabado al madridismo. Demasiado ha aguantado.

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Hubo un tiempo en el que los aficionados del Real Madrid acudían al Santiago Bernabéu con la certeza casi absoluta de que iban a ver ganar a su equipo y sólo con la incertidumbre de conocer cómo se produciría la victoria. Y en caso de que ésta no llegara, al menos sabían que pasarían un rato divertido, entretenido y quizá emocionante. Ahora, los madridistas que visitan el Bernabéu lo hacen también con la certeza de que se van a aburrir siempre y en ocasiones, cada vez menos, verán ganar al Madrid, aunque de los bostezos no les libra nadie.

Para dejar en evidencia a este Real Madrid que dirige Fabio Capello basta con muy poquito. El Levante, que vive en los puestos de descenso, sólo necesitó un poquito de orden, colocación y serenidad para desnudar al Madrid en el primer tiempo y dejarle con todas sus vergüenzas al aire. Sólo disparó una vez a portería, suficiente para irse al descanso dominando el marcador. Salva transformó un penalti, que a punto estuvo de detener Casillas, que había cometido de forma tan descarada como absurda Diarra sobre Tommasi. Un solo tiro, pero mucho más de lo que hizo el Madrid, que regresó a los vestuarios sin poner a prueba a Molina. Una jugada a los 25 minutos de Higuaín, que no se atrevió a disparar a portería e intentó combinar con Raúl, que reclamó un penalti que no existió, y un tiro desviado de Van Nistelrooy, que no hizo nada más, fue todo el peligro que supo generar el Madrid.

Ausente el lesionado Gago, nueva y necesaria referencia para el juego de este equipo, la organización del Madrid quedó en los pies de Diarra, que no debería estar para eso, y de Guti, que acusó la falta de ritmo y no se dejó ver hasta casi la hora de juego, con un fenomenal pase a Raúl con el que rompió a la defensa del Levante. La acción quedó en nada, pero al menos fue brillante. Y si algo no sobra ahora en el Madrid es brillantez. Lo que antes se vería como una jugada más, ahora se valora como algo extraordinario. Es lo que hay. Y no hubo más de Guti en toda la noche.

Por delante de Diarra y Guti aparecieron esta vez Raúl, en la derecha; Higuaín, en el centro; y Reyes, en la izquierda. El argentino fue el que más se movió y lo intentó, pero sin demasiado éxito. Raúl, el mejor de un conjunto mediocre, también se ofreció, pero sólo hizo algo de interés cuando se descolgó de la banda y se situó en el centro, más cerca de Van Nistelrooy, un estorbo más que una ayuda en demasiadas ocasiones. En cuanto a Reyes, su inoperancia ya es habitual y en el descanso Capello decidió sustituirlo por Robinho, que no mejoró las cosas. Tampoco ayudaron esta vez los laterales. Salgado no tuvo presencia en ataque y Torres vivió su encuentro más gris. Cuando un equipo se encierra como el Levante, si no tienes bandas para atacar, no tienes nada.

Desolador

El panorama es desolador, porque con los veteranos o con los jóvenes la imagen que ofrece el Madrid es desastrosa. Y no se adivina posibilidad seria de mejora. Llegarán victorias y quizá buenos partidos, pero será algo eventual, sin una base consistente detrás que permita pensar en grandes proyectos deportivos a corto plazo.

Se vieron acciones aisladas, como esa en la que Raúl volvió a reclamar otro penalti que no existió o esa en la que Van Nistelrooy fue derribado con claridad dentro del área. Existió penalti, pero un equipo como el Real Madrid no puede agarrarse a errores como ese del árbitro para justificar una derrota ante un conjunto como el Levante, por mucho orden que tuviera.

Y así, en una acción aislada pudo llegar el empate, con un tiro de Nieto, que había sustituido al lesionado Robinho, que se estrelló en el poste. El rechace le llegó a Van Nistelrooy, que acertó a rematar entre los tres palos, pero no a sortear el bosque de piernas que desvió el tiro. Ahí se acabaron las ocasiones del Madrid, aunque el equipo de Capello no es que se acabara en ese instante, es que nunca existió. El técnico italiano ha desarrollado, con el consentimiento del presidente, Ramón Calderón, y del director deportivo, Pedja Mijatovic, dos proyectos en sólo media temporada. El primero lo malgastó porque los mimbres no eran los adecuados y el segundo va camino del fracaso.

Llegados a este punto, el Bernabéu se ha hartado, está ya cansado de lo que ve y a falta de cinco minutos dirigió toda su indignación hacia el palco y hacia Capello. La paciencia se le ha acabado al madridismo. Demasiado ha aguantado.