CAMPEONATOS DEL MUNDO DE ATLETISMO

El lado duro del maratón

La nueva generación española descubre la enorme dificultad del relevo y pide tiempo

A Julio Rey le dio un flato cuando, subiendo desde el puente sobre brazo norte del río Saskatchewan, El Muaziz lanzó el ataque que a todos hizo odiar su oficio de corredores de fondo. A Óscar Fernández le dio dolor de barriga. Toni peña no tenía fuerzas al final para contar lo que le había pasado. Ziani y Cortés no llegaron a ver el ataque, ya estaba en la fase de intentar acabar como fuera.

El lado duro del maratón es para Fernández, un vallisoletano de 26 años, acabar 15º el segundo maratón de su vida, un maratón de Mundial, estar satisfecho de ello y apenas poder disfrutarlo. Y termi...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A Julio Rey le dio un flato cuando, subiendo desde el puente sobre brazo norte del río Saskatchewan, El Muaziz lanzó el ataque que a todos hizo odiar su oficio de corredores de fondo. A Óscar Fernández le dio dolor de barriga. Toni peña no tenía fuerzas al final para contar lo que le había pasado. Ziani y Cortés no llegaron a ver el ataque, ya estaba en la fase de intentar acabar como fuera.

El lado duro del maratón es para Fernández, un vallisoletano de 26 años, acabar 15º el segundo maratón de su vida, un maratón de Mundial, estar satisfecho de ello y apenas poder disfrutarlo. Y terminar hecho polvo, subiendo la interminable, sádica, rampa de acceso a la zona mixta, sorteando el vómito de algún compañero, para contarle, finalmente, a los periodistas, que ha sufrido. "Desde el kilómetro 33 se me ha hecho bastante largo", confesó Fernández. "Sabíamos que iba a ser una carrera bastante dura, y ha sido muy dura. El tiempo puede haber sido lento, pero por la forma en que se ha corrido, por los toboganes, por el viento, ha sido devastadora". Óscar Fernández, como ya preveía Enrique Landa, el técnico del maratón, fue el mejor español pese a no ser uno de los del trío que había bajado de 2.08 horas. Fue el más valiente, el que más cerca estuvo de los grandes. "He salido a arriesgar, a intentar quedar entre los ocho primeros, he intentado seguir siempre con los mejores. He visto atacar a El Muaziz, al principio de la cuesta, que hizo reventar a todos. Y a mí me dio dolor de barriga por beber agua fría. Les dejé irse, claro, e intenté mantener la distancia, ir a mi ritmo. Y no pude hacer más". El mejor español sólo aguantó hasta el comienzo de la carrera verdadera.

Más información

El español que peor terminó, el 41º, a 16 minutos del etíope Abera, no pudo llegar ni al kilómetro cinco sin empezar a irse para atrás irremisiblemente. Javier Cortés fue también el más sincero. Fue hasta excesivo en el flagelo. "Asumo mi responsabilidad, asumo mi culpabilidad", exageró el atleta de Badalona. "He estado fatal, he tenido unas sensaciones pésimas desde el inicio, he sido pura impotencia. He intentado lo imposible. Se me ha venido el mundo encima. Tenía que haber luchado por estar en los puestos de cabeza y ya ven, he empezado a sufrir en el cinco y me he descolgado ya en el kilómetro 10".

Para Ziani, atleta nacido en Alhucemas (Marruecos), pero nacionalizado español desde hace un par de años y afincado en el País Vasco, el lado duro del maratón fue sufrir el viento de las praderas soplando por todos los lados, aguantar los cambios de ritmo ("se ha ido a tirones, se pasaba de un kilómetro a 3.15 minutos a uno de 3 minutos") y, al final, intentar "acabar lo mejor posible".

El aire olía a desastre. En el equipo español había tres maratonianos con marcas entre las seis mejores del año. Ninguno pudo luchar, intentar hacerlas valer, intentar demostrar que merecen el relevo, la herencia de los grandes que han envejecido. "Pero no nos ha pesado la herencia", aseguraba Cortés. "Hay calidad, hay marcas, pero somos una selección joven y tenemos que aprender en estas competiciones. También Fiz y Antón tuvieron su periodo de aprendizaje, sus años de rodaje en la alta competición".