TEATRO | CRÍTICA DE 'DAIMON Y LA JODIDA LÓGICA'

Matarile: poderío escénico

La compañía dirigida por Ana Vallés compone en 'Daimon y la jodida lógica' un espectáculo de gran fuerza visual

Una escena de 'Daimon y la jodida lógica', de la compañía Matarile.

¡Qué poderío tiene la compañía Matarile! Su espec­táculo Daimon y la jodida lógica es de esos que quedan grabados en la retina por su fuerza escénica y visual. Y logra lo que pocos: no solo entra por los oídos y los ojos, sino por los poros. Cala físicamente y se instala en el cuerpo del espectador.

Por su estructura recuerda a las obras de la coreográfa alemana Pina Bausch, referencia confesa de Ana Vallés, la directora...

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¡Qué poderío tiene la compañía Matarile! Su espec­táculo Daimon y la jodida lógica es de esos que quedan grabados en la retina por su fuerza escénica y visual. Y logra lo que pocos: no solo entra por los oídos y los ojos, sino por los poros. Cala físicamente y se instala en el cuerpo del espectador.

Por su estructura recuerda a las obras de la coreográfa alemana Pina Bausch, referencia confesa de Ana Vallés, la directora de Matarile. Nueve actores-bailarines-músicos de personalidades variadas y singulares desfilan alternativamente por el escenario componiendo diferentes cuadros en torno a un tema. En este caso, más que un tema, lo que se plantea es una invitación a salir de la prisión de la “jodida lógica” para penetrar en lo extraordinario. En todo eso que no podemos comprender y que por ello nos aterra y fascina al mismo tiempo.

El asunto se desarrolla en diferentes planos: parlamentos filosóficos, bailes, proyecciones, canciones, música en directo y una acumulación de imágenes y estéticas que desbordan las convenciones, los géneros y la razón. Un bailarín con falda de tablas, una mujer-vaca que baila con un cencerro, otra que parece sacada de una fotografía de Helmut Newton, una violista enfurecida, un batería que toca los platillos con los dientes, una mujer transexual que desafía su estereotipo. Revoloteando entre ellos, la inquietante presencia de un zancudo con nariz de Pinocho: ángel y demonio, el daimon.

Hay tantas referencias visuales y filosóficas que es difícil enumerarlas. Desde el circo hasta la estética queer, el cabaret, las prostitutas de Bob Fosse, el voguing, Artaud, Kantor, Bolaño, Bourgeois, Duras, Zizek, Cartarescu. Todo converge felizmente en el cuerpo de sus estupendos intérpretes, cocreadores también de las coreografías, envueltos en la sugerente atmósfera lumínica creada para ellos por Baltasar Patiño, cofundador de Matarile junto a Vallés.

Este Daimon se estrenó el año pasado pero sigue de gira. Tras su paso esta semana por el Teatro de la Abadía de Madrid, en los próximos meses podrá verse en Gijón, Murcia y Valencia. En paralelo, Matarile estrenará una nueva obra en el festival FITO de Ourense la semana que viene, un dúo titulado El diablo en la playacon Claudia Faci y Celeste González. Será la 30ª producción de la veterana compañía gallega, referencia de la vanguardia escénica española. Y que siga. 

Daimon y la jodida lógica. Dramaturgia y dirección: Ana Vallés. Teatro de La Abadía. Madrid. Hasta el 11 de octubre. Próximas fechas en gira: Gijón, 24 de octubre; Murcia, 7 de noviembre; Valencia, 27-28 de febrero.

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