Columna

Catástrofe

La industria audiovisual hace tiempo que descubrió la fascinación por las adversidades, la misma que siente el niño ante una herida ajena

Cada vez son más las series que muestran el apocalipsis. Hemos pasado del tiempo de silencio al del caos. Son tiempos catastróficos. Netflix se une al subgénero con The Rain, rodada en Dinamarca y Suecia y con uno de los responsables de la extraordinaria Borgen, Jannik Tai Mosholt, entre sus creadores. La serie está dirigida por Kenneth Kainz y Natasha Arthy, encargado de dirigir dos de los episodios de la serie Forbrydelsen, otra de las joyas de la corona danesa. Con tales nombres cabía esperar otra serie inolvidable, pero no llega a tanto.

Una extraña lluvia...

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Cada vez son más las series que muestran el apocalipsis. Hemos pasado del tiempo de silencio al del caos. Son tiempos catastróficos. Netflix se une al subgénero con The Rain, rodada en Dinamarca y Suecia y con uno de los responsables de la extraordinaria Borgen, Jannik Tai Mosholt, entre sus creadores. La serie está dirigida por Kenneth Kainz y Natasha Arthy, encargado de dirigir dos de los episodios de la serie Forbrydelsen, otra de las joyas de la corona danesa. Con tales nombres cabía esperar otra serie inolvidable, pero no llega a tanto.

Una extraña lluvia acaba con la vida de los humanos. Son pocos los que sobreviven, entre ellos dos hermanos que han permanecido seis años en un búnker habilitado por su padre, uno de los científicos responsables del desastre. Forges, el gran Forges, lo contextualizó en su día: dos mutantes hablan en un paisaje desolador: “¿Y todo fue por no ponerse de acuerdo en la cumbre del clima de 2015, en París?”. “Sí”, es la lacónica respuesta. En los ocho capítulos de la correcta The Rain, los motivos que originaron la hecatombe no fueron tanto la torpeza de los gobernantes como el ansia de poder de una empresa. En todo caso, la industria audiovisual hace tiempo que descubrió esa fascinación por las adversidades, la misma que siente el niño ante una herida ajena. The Walking Dead es su bandera.

Naturalmente, la devastación es un terreno propicio para todo tipo de experimentos esotéricos: siempre hay iluminados que tratan de llevar su luz a las tinieblas. En The Rain no podía faltar una extraña secta. En realidad, no falta de nada: demonizada la codicia empresarial y puesto en entredicho el papel de la ciencia, conviene compensar la balanza con algún gesto de extrema generosidad, un poco de amor, algo de celos y, como diría Marisol, un rayo de luz, un atisbo de esperanza para este valle de lágrimas. ¿La solución? Si es que la hay, tendrá que ser en la siguiente temporada.

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