Columna

Zombis virales

Una interpretación habitual del miedo que nos dan los zombis es la política. Los muertos contagian sus ideas entre la población sana a base de mordiscos

Los zombis aún tienen su público: The Walking Dead va por su octava temporada y su spin off, Fear The Walking Dead, tendrá al menos una cuarta. En estas series los muertos vivientes son más bien parte del paisaje, ya que la acción se centra, sobre todo, en los dilemas morales de los protagonistas.

El miedo al zombi sigue ahí, claro: estos dilemas no tendrían lugar si no fuera porque la epidemia de cadáveres andantes ha d...

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Los zombis aún tienen su público: The Walking Dead va por su octava temporada y su spin off, Fear The Walking Dead, tendrá al menos una cuarta. En estas series los muertos vivientes son más bien parte del paisaje, ya que la acción se centra, sobre todo, en los dilemas morales de los protagonistas.

El miedo al zombi sigue ahí, claro: estos dilemas no tendrían lugar si no fuera porque la epidemia de cadáveres andantes ha devastado la civilización. De hecho, los humanos sanos intentan replicar, más mal que bien, esa cultura que ya no existe.

Una interpretación habitual al miedo que nos dan los zombis es la política. Priscilla Wald, profesora de la Universidad de Duke, cuenta cómo estas historias se centran ya desde la Guerra Fría en la virología: los muertos contagian sus ideas entre la población sana a base de mordiscos. Así, los zombis serían una metáfora de la propaganda comunista o de los reclutadores de terroristas, que convierten a ciudadanos honrados en monstruos sin personalidad.

Otros no creen que los zombis sean una metáfora del enemigo, sino de nosotros mismos. ¿Acaso no nos comportamos como carcasas vacías cuando cada mañana nos metemos en rebaño en el autobús y pasamos ocho horas haciendo un trabajo que nos aburre?

Es fácil unir ambas ideas, como propone Kyle W. Bishop, autor de dos libros sobre zombis y cultura popular. Las ideas nuevas, buenas o malas, se contagian igual que en un holocausto zombi. Cuando llega su momento, viralizan y no hay quien las pare. Como, por ejemplo, los móviles, que rechazábamos hasta que alguien nos infectó: ahora no los apagamos ni para dormir.

En cambio, quienes defienden una civilización moribunda serían esos amigos que aún no se han abierto una cuenta en Facebook y se niegan a usar WhatsApp. Pero toda resistencia es inútil. Al final, los morderemos y se unirán a nosotros: "Tenías razón —dirán—. ¡Instagram es divertidísimo!".

Rendirse es buena idea: como recuerda Bishop, quienes están mejor preparados para sobrevivir a un holocausto zombi son, evidentemente, los zombis.

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