Columna

Consortes

'Esposas de dictadores' permite reflexionar sobre la vigencia de las complicidades domésticas en fechorías de lesa humanidad o robo a destajo

'Esposas de dictadores'.

Las exculpaciones de las protagonistas de la serie documental Esposas de dictadores, recuerdan los alegatos de las esposas de los corruptos en España y en la Cochinchina: nada sabían, se dedicaban a sus labores. Son las justificaciones de las consortes con anteojeras. El delito de encubrimiento del siglo XX, incluidos genocidios y saqueo de caudales públicos, no parece haber cambiado mucho en los dos primeros decenios del XXI.

La tanda biográfica que repuso La 2 permitió aprender historia y reflexionar sobre la plena vigencia de las complicidades domésticas en fechorías de lesa...

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Las exculpaciones de las protagonistas de la serie documental Esposas de dictadores, recuerdan los alegatos de las esposas de los corruptos en España y en la Cochinchina: nada sabían, se dedicaban a sus labores. Son las justificaciones de las consortes con anteojeras. El delito de encubrimiento del siglo XX, incluidos genocidios y saqueo de caudales públicos, no parece haber cambiado mucho en los dos primeros decenios del XXI.

La tanda biográfica que repuso La 2 permitió aprender historia y reflexionar sobre la plena vigencia de las complicidades domésticas en fechorías de lesa humanidad o robo a destajo. Las derrochadoras Imelda Marcos, Catherine Bokassa, Michelle Duvalier, Bobi Mobutu y Leila Ben Ali no son bichos tan raros. En esencia, la depredación de sus imitadoras contemporáneas varía poco. Algunas cumplen condena entre rejas o pena de telediario porque robaron en democracias desarrollada; a otras se les sigue la pista de los bolsos Vuitton. Imelda era más de zapatos: 1.220 pares.

El programa aborda la vida y circunstancias de Elena Ceausescu, Lucia Pinochet, Suzanne Mubarak, las viudas de Sadam Hussein, Gadafi y Pol Pot, y las llamadas emperatrices rojas, Mira Milosevic y Margot Honecker. El espacio recuerda el perfil de las parejas de Hitler y Mussolini y se adentra en la personalidad de la siria Asma Al Assad. Ocultaron los desmanes de sus maridos, no porque lealtad o amor, sino impelidas por la ambición, la estulticia y los impulsos menos nobles del ser humano.

Todas se confiesan víctimas de la obediencia conyugal, pero ninguna se divorció al conocer la envergadura de los delitos por el hedor circundante. Todas encontraron un modo de evadirse excepto la mujer de Stalin, que se pegó un tiro. Salvando las distancia y las ofensas, pero aprovechando idea y formato, alguien debiera filmar Esposas de los corruptos, material sobra en Madrid, Barcelona y autonomías. El guión está ya escrito y las exculpaciones de los cómplices, es el de siempre.

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