Fernando Romero, uno de los grandes veteranos de la publicidad

Ejerció como director comercial de la Cadena SER, director general de la agencia Interalas, del Grupo Alas, y ocupó el mismo cargo en Bassat Ogilvy en Madrid

Fernando Romero (Madrid, 1936), una de las personas más inteligentes que he conocido en mi vida, ha muerto este pasado 29 de marzo. Cuando me dijo que le habían diagnosticado Alzhéimer, añadió: “Por suerte, también tengo cáncer”. Prefería morir que perder su cabeza privilegiada. Y no la llegó a perder. Le visité cada vez que yo iba a Madrid. Y manteníamos con él y con Rosa, su mujer, conversaciones siempre interesantes.

Fue uno de los grandes veteranos de la publicidad. Me empezó a visitar en 1967, cuando él era director comercial de la cadena SER y yo acababa de ganar el concurso para ...

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Fernando Romero (Madrid, 1936), una de las personas más inteligentes que he conocido en mi vida, ha muerto este pasado 29 de marzo. Cuando me dijo que le habían diagnosticado Alzhéimer, añadió: “Por suerte, también tengo cáncer”. Prefería morir que perder su cabeza privilegiada. Y no la llegó a perder. Le visité cada vez que yo iba a Madrid. Y manteníamos con él y con Rosa, su mujer, conversaciones siempre interesantes.

Fue uno de los grandes veteranos de la publicidad. Me empezó a visitar en 1967, cuando él era director comercial de la cadena SER y yo acababa de ganar el concurso para lanzar las hojas de afeitar Filomatic. Era mayor que yo, tenía más experiencia que yo y siempre me mostró un respeto extraordinario. Hasta el punto de que cuando aceptó la dirección general de Interalas, la agencia del grupo Alas, que quería convertirse en internacional, me fichó como director general de Barcelona. Años después lo fiché yo para que fuera director general de Bassat Ogilvy en Madrid, donde hizo un trabajo extraordinario.

Fernando perteneció al Grupo Felipe, donde conoció a Felipe González y a otros muchos socialistas insignes. Fue siempre un hombre de izquierdas y actuó consistentemente. Enamorado del País Vasco y de Andalucía, pasó temporadas en San Sebastián y en Sevilla. Amaba a su familia, a sus amigos y a sus libros. Tenía una biblioteca excepcional con volúmenes sobre la Guerra de España y llegó a dar clases sobre ella. Asimismo, dio conferencias de publicidad, sobre la que lo sabía todo desde los años 50. Se ha ido mientras dormía. Sin enterarse, sin sufrir, dejando un imperecedero recuerdo.

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