Chile: ¿la tumba del neoliberalismo?
El resultado presidencial de las izquierdas es el peor desde 1990, y uno de los más malos en los últimos 100 años
Qué distinto se ve un mismo país a tan solo cuatro años de distancia. Al triunfar en las primarias presidenciales de izquierdas en 2021, el candidato del Frente Amplio Gabriel Boric no dudó en afirmar que “Chile será la tumba del neoliberalismo”: la afirmación era tan optimista como grandilocuente, que incluso pudimos ver en kioskos parisinos exactamente traducida al francés. Cuatro años más tarde, no solo el neoliberalismo chileno goza de buena salud, sino también la radicalidad de derechas. ¿Qué factores globales y locales pueden explicar tamaño desmentido? Buena parte del inevitable debate de izquierdas post-electoral tendrá que responder a esta pregunta.
En la primera vuelta de la elección presidencial, la candidata de izquierdas Jeannette Jara (comunista) triunfó con el 26,85% de los votos, aunque a muy corta distancia del candidato de derecha radical José Antonio Kast (23,92%), con el 99% de las mesas escrutadas. Entre los tres candidatos de derechas suman poco más del 50% de los votos, un dato impresionante para una elección en la que habría participado el 85% del electorado: Evelyn Matthei (12,46%) postulada por los tres partidos de la centroderecha tradicional y Johannes Kaiser (13,94%) del Partido Nacional Libertario. La segunda vuelta está completamente cuesta arriba para la candidata de izquierdas, ya que tiene muy poco espacio por donde crecer: a decir verdad, la elección está orientada a terminar en una masacre de no mediar genialidad o fenómenos sobrenaturales. Electoralmente hablando, la gran duda es saber hacia donde se dirigirá la enorme votación alcanzada por el tercera candidato de la discordia, Franco Parisi, un populista sin apellidos, quien obtuvo el 19,71% de los votos.
Pero esta elección es también relevante a escala parlamentaria. A la hora en la que escribo esta columna, los resultados preliminares son mucho menos desfavorables para las izquierdas a escala senatorial (no así en diputados): veremos. Lo que no hay que perder de vista es la posibilidad, al parecer remota, de que la eventual nueva mayoría presidencial encuentre un correlato en el Congreso, en una o en ambas cámaras. La fuerza dirimente será el Partido de la Gente, una fuerza cuyo nombre es extraordinario por su claridad y que apoya a Franco Parisi. Este no es un partido nuevo: ya había tenido tenía un éxito inusitado en la elección de 2021 (cuyos diputados se fueron del partido con el paso del tiempo), el que se está repitiendo en esta elección con 14 diputados electos y el 12% de los votos. Lo que está por verse es si la fragmentación del Congreso chileno, especialmente de su Cámara de Diputados, seguirá manteniéndose en lo que a cantidad de partidos se refiere, dando por sentado que cada diputado suele ser un mundo en sí mismo, con autonomía de actuación y escaso apego al sentimiento de lealtad por organizaciones colectivas.
Estas son las coordenadas de lo que será la segunda vuelta presidencial, cuyo pronóstico es muy desfavorable para la candidata de todas las izquierdas: el resultado presidencial de las izquierdas es el peor desde 1990, y uno de los más malos en los últimos 100 años.
A partir de ahora, las izquierdas tendrán que entender bien a José Antonio Kast, su trayectoria y proyecto político. Hay dos elementos que es importante considerar. El primero es su temprana inmersión en la internacional de partidos ultra-conservadores y reaccionarios: Kast fue miembro del comité asesor del Network for Cultural Values, presidiéndolo entre 2022 y 2024. Este órgano en red es relevante en el universo de las extremas derechas, ya que promueve los valores culturales más conservadores, cuya plataforma descansa en principios tales como dios, patria, familia y libertad: no es una casualidad si al iniciar su discurso ante sus partidarios, Kast comienza por agradecer a dios. En tal sentido, Kast se encuentra conectado con lo más granado de los líderes de la extrema derecha y de la derecha radical: no solo ha participado en los festivales “Viva Europa” organizados por el líder de Vox Santiago Abascal, sino que además está familiarizado con los distintos proyectos que allí cohabitan, comunicándose entre sí.
A lo anterior se suma una potente señal enviada por Kast en medio de la campaña. En el mes de septiembre, el candidato presidencial de todas las derechas a partir de ahora viajó a Italia para reunirse con Giorgia Meloni, la jefa de gobierno del país de la bota. Con ese viaje, Kast disipó la duda de si se encontraba cerca del proyecto iliberal del jefe de gobierno de Hungría Viktor Orban, o si su proyecto se orientaba más hacia una forma de gobierno conservador como el de Meloni.
Estos dos elementos hacen de Kast un líder que, sin mucha sofisticación, sabe moverse en el convulsionado mundo de hoy.
En cuanto a Jeannette Jara, ella encarna una gran anomalía de las izquierdas chilenas: es sumamente extraño que la candidata elegida en primarias de izquierdas sea comunista, en tiempos en donde los vientos ideológicos tanto globales como chilenos corren en un sentido exactamente inverso.
Pero más profundamente, queda abierta la pregunta sobre las razones de por qué, en Chile, el neoliberalismo no solo no sucumbió, sino que experimenta un revival en tono radical. Para responderla, habrá que hacer un crudo balance de un gobierno de nueva izquierda, el que termina en la peor de las derrotas.