Los candidatos no arriesgan en un debate presidencial sin sorpresas
A tres semanas de las elecciones chilenas, ninguno de los ocho aspirantes, ni siquiera los que no lideran, cambian el curso de la agenda política
El debate presidencial de Canal 13 de este domingo, justamente a tres semanas de las elecciones presidenciales y parlamentarias del 16 de noviembre, ha mostrado a ocho candidatos conservadores, al menos comunicacionalmente: ninguno ha arriesgado -ni siquiera los que no lideran en las encuestas- en un foro sin grandes sorpresas que difícilmente cambie el rumbo de la política chilena en una campaña que no moviliza especialmente a la ciudadanía. Ninguno, ni siquiera Evelyn Matthei, de la derecha tradicional, que ha sido superada por el libertario Johannes Kaiser en los sondeos de Feedback y Cadem, sacó cartas bajo la manga. Los abanderados, sobre todo, enviaron mensajes a sus grupos asegurados de apoyo, como para no permitir fugas importantes.
Este debate se produjo con un cuadro de apoyos cambiante. La candidata de la izquierda, Jeannette Jara, sigue liderando las encuestas en la primera vuelta. La Cadem, difundida poco antes del foro televisivo, le otorga a la candidata oficialista un 27%, al ultra de derecha José Antonio Kast un 20%, mientras que el libertario Johannes Kaiser llega a 14%, superando por primera vez en este estudio de opinión a Matthei (13%). El tercer lugar lo disputa, además, el populista Franco Parisi, que tiene un 11%. La encuesta Feedback difundida el viernes fue la primera que mostró que Kaiser supera a Matthei: Jara está con un 30,1%, de acuerdo a este estudio, seguida por Kast con un 22,3%. Kaiser, indica Feedback, se instala solo cinco puntos por debajo de Kast, con un 17,5%, mientras Matthei está en un 15,4%, a siete de su excompañero de la UDI. “La competencia anticipa una elección polarizada y sin mayorías claras”, aseguraba el sondeo del viernes.
En este cuadro, Matthei ha apostado a mantenerse en el papel de candidata equidistante de los extremos y, otra vez, como le ha pedido su propia coalición Chile Vamos y el mundo empresarial, no ha querido atacar a Kast. En algún momento, sin embargo, recordó tímidamente que había perdonado al abogado ultracatólico por “la campaña asquerosa de bots” que, según Matthei, la atacaron por meses a ella y a su marido. Kaiser, en tanto, apostó a lo de siempre: un discurso radical que vende como coherencia. Reiteró, por ejemplo, la propuesta de su programa de Gobierno, donde asegura: “Revisaremos la oferta literaria en bibliotecas de todo Chile para garantizar una real diversidad de la mirada histórica, reciente y antigua, para eliminar el sesgo ideológico. Aquellos libros expresamente para niños y adolescentes con contenido ideológico, sexual y corrompido serán descatalogados”.
Jara, a su vez, fue tímida y poco sorprendente, sin el carisma que ha mostrado en otras ocasiones. Si en el primer debate televisado del 11 de septiembre se le criticó por enojarse con Kast, en este segundo foro tomó la decisión de no apostar demasiado. Tomó alguna distancia del Gobierno de Gabriel Boric, del que fue parte como ministra del Trabajo, a propósito de los errores de los cálculos de las tarifas eléctricas, que le costaron el cargo a Diego Pardow como ministro de Energía. Pero no hubo un gran momento de Jara que la haya hecho brillar. Aunque prácticamente tiene asegurado su paso a segunda vuelta, su verdadero desafío está en romper el techo electoral del 30% -el apoyo qie tiene el Gobierno- y alcanzar una mayoría en el balotaje. A juzgar por los analistas del sector, se trata de una misión titánica y prácticamente imposible, pero el electorado chileno da sorpresas. Sobre todo en esta primera presidencial con inscripción automática y voto obligatorio, donde unos 15,7 millones de chilenos están convocados a las urnas.
Kast tenía asegurado su paso a segunda vuelta y aunque sigue teniendo la primera opción en la derecha, se ha estrechado su ventaja respecto de Kaiser y Matthei. La Cadem, por ejemplo, deja a Kast con una nueva caída de dos puntos y a seis de Kaiser y a siete de Matthei. Este domingo, a Kast se le vio poco energético -a diferencia de Kaiser- y en su estrategia conocida: máximo cuidado y mensajes firmes en seguridad, economía y migración. No cayó en defender la agenda de libertades individuales en la que cree -en esta campaña estratégicamente no ha entrado en estos asuntos-, pero tuvo una participación bastante plana. Incluso, hacia el final el debate, perdió la paciencia ante el candidato Harold Mayne-Nicholls, cuando el independiente consultó al republicano por los errores de los cobros de las tarifas eléctricas y utilizó una expresión coloquial (hacerse el larry, lo que en Chile vulgarmente se usa como sinónimo de hacerse el tonto). Kast no estaba de humor esta noche -dijo que la expresión bajaba el nivel del debate-, en consonancia con un momento electoral amenazante.
Otro candidato, Marco-Enríquez Ominami, que va en su quinta postulación a La Moneda, intentó provocar a Kast cuando le recordó que cuando ambos eran diputados, hace 20 años, prohibía la anticoncepción. “Fuiste muy cruel con las mujeres de Chile”, le dijo al republicano, y luego le preguntó si ahora está a favor o en contra de la anticoncepción que se entrega en los Cesfam (la salud pública).
Kast respondió: “Jamás me metería en la cama de alguien. Sí, puedo sugerir que los padres puedan saber si su hija va a tomar una pastilla del día después. Porque, como tú sabes hoy la puedes comprar y no tienes que decir nada. Viva la libertad; no te voy a prohibir usar preservativo”.
Durante su carrera a La Moneda -este es su tercer intento- Kast ha evitado hablar de los temas morales o valóricos. Pero en su campaña de 2021, en su programa con el que ganó en primera vuelta, buscó derogar la ley de aborto en tres causales, además de eliminar el ministerio de la Mujer. No insistió cuando pasó a la segunda vuelta junto a Boric.
Tras el debate, el republicano dijo en un punto de prensa: “No he cambiado mis convicciones, pero sé distinguir cuál es la uegncia hoy en Chile”.