Mejores cerros isla, mejores ciudades
Su aporte para el encuentro ciudadano, el refugio de la flora y fauna o escapar del calor veraniego, son solo algunos motivos que justifican cuidarlos e integrarlos a la trama urbana
Cuando visitan Chile y recorren su capital, a muchos extranjeros no solo les sorprende estar en una ciudad ‘amurallada’ por un imponente cordón montañoso como la Cordillera de Los Andes, sino también que, salpicados por el territorio, existen numerosos cerros insertos en la ciudad.
Santiago tiene 26 cerros isla, los que casi alcanzan el centenar si miramos todas las ciudades del país. Hitos geográficos que bien podrían ser verdaderos pulmones verdes, de esparcimiento o refugios climáticos para aumentar la resiliencia de las ciudades ante el cambio climático, claro, en el caso de que todos ellos fuesen parques urbanos con el mismo tratamiento.
En Santiago, el Cerro San Cristóbal es un ejemplo de encuentro de habitantes de barrios diversos, que da vida al Parque Metropolitano y que a su vez podría transformarse en el parque urbano más grande del mundo si finalmente se une con el vecino Cerro Manquehue.
Los cerros son parte de nuestra identidad, pero como en tantos temas, no todos son mantenidos de la misma manera. Su aporte para el encuentro ciudadano, el refugio de la flora y fauna que habita en ellos o escapar del agobiante calor veraniego, son solo algunos motivos que justifican cuidarlos e integrarlos a la trama urbana. Los cerros isla pueden ser relevantes espacios públicos que contribuyan a enfrentar las inequidades socioambientales que persisten en las ciudades.
Dado la altura de los cerros isla, abordable para cualquier persona con condiciones físicas medianas, tienen un tremendo potencial para practicar el senderismo y fomentar, a través de esta actividad, una vida más saludable y en contacto con la naturaleza, contribuyendo de paso a la descontaminación dado los procesos naturales de la cobertura vegetal. ¿El problema? La mayoría de ellos están descuidados, desprotegidos y erosionados, sin tanta conciencia de su potencial para toda la ciudad y no solamente su entorno inmediato. Por ello, es clave avanzar en el reconocimiento de su contribución como pilotes de una planificación ecológica urbana.
En la ciudad de Bogotá, Colombia, existe una interesante propuesta territorial y paisajística que bien vale la pena observar, y que tiene como objetivo la consolidación de un área de manejo ambiental como suelo de protección, denominada Corredor Ecológico y Recreativo de los Cerros Orientales, o Corredor Regional de Borde. Esta iniciativa busca activar la interacción social y cultural en estos espacios.
En Chile, cerca del 80% de estos cerros isla pertenecen a privados, lo que implica que la vinculación público-privada es fundamental en este objetivo. El Estado y los municipios por sí solos no van a poder cambiar esa realidad, por lo que se requieren alianzas más amplias para aprovechar mejor esas áreas verdes inmersas en la ciudad.
Un ejemplo de ello es lo que se hizo en el Cerro Calán, inserto en comuna de Las Condes. Este era un terreno que pertenecía a la Universidad de Chile y que permanecía cerrado, pero que gracias a una vinculación con la municipalidad hoy se ofrece como un parque abierto a la comunidad.
Otra iniciativa es son los ‘Cerros de Renca’, formados por las cumbres de Renca, Colorado, Puntilla, Lo Ruiz, Cóndor, La Cruz y Las Perdices. Suman una superficie de 839 hectáreas distribuidas entre las comunas de Renca y Quilicura, constituyendo una de las áreas más importantes de suelo con potencial de transformarse en un nuevo parque urbano de la Región Metropolitana.
Si bien los desafíos son varios, también es justo resaltar que se han logrado importantes avances de la mano de diversas organizaciones sin fines de lucro, que ya se han vinculado con privados para promover que los cerros isla se pueden abrir a la ciudadanía. Fundación Cerros Isla lleva más de 10 años impulsando este tema, y hoy está trabajando en más de 10 proyectos en dichos hitos urbanos. De hecho, se encuentra desarrollando uno que busca generar mecanismos de compensación ambiental para tratar de introducir muchos más árboles dentro de estos territorios.
Por ello, así como hace 100 años atrás en Santiago se tuvo la visión de que el Parque Metropolitano se transformara en el gran pulmón verde y de encuentro que es hoy, confiamos en que en tiempos en que las consecuencias del cambio climático y abogar con mayor equidad territorial son factores fundamentales para una planificación urbana moderna, este será un tema que pueda ocupar un espacio más significativo en la agenda. Casos como el Cerro La Virgen de Tal Tal, o Caracol de Concepción, son claros ejemplos de los pasos que podemos dar para tener nuevos o renovados parques urbanos en beneficio de los habitantes de la ciudad, siempre considerando las limitantes e innovaciones a las que la escasez de agua nos obliga para mantener adecuadamente estos necesarios pulmones, idealmente verdes, que se levantan en medio de la ciudad.