La evidencia que transforma la educación en América Latina y el Caribe
El aniversario Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la Unesco es una oportunidad para reflexionar acerca de los desafíos que enfrenta nuestra región. Uno de los más grandes es la desigualdad
Llega diciembre y con él las vacaciones escolares en el hemisferio sur. Es un buen momento para reflexionar sobre la educación, sobre cómo están aprendiendo los niños, niñas y jóvenes de América Latina y el Caribe. Esta es una pregunta que desde el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la UNESCO, nos hacemos todo el año, siempre con la mirada puesta en mejorar la calidad y la equidad educativa en nuestra región.
El LLECE nació hace 30 años, en 1994, como una respuesta a la necesidad de saber, con evidencia concreta, qué tan bien están aprendiendo los estudiantes de nuestra región. Hoy, sigue siendo el mayor esfuerzo de evaluación educativa a nivel regional, abarcando 19 países, entre ellos, Argentina, México, Chile, Brasil y República Dominicana, por mencionar algunos. En estos años, ha evaluado los aprendizajes de más de 600 mil estudiantes de 3° y 6° grado en áreas clave como Lectura, Matemáticas y Ciencias.
Gracias a estas evaluaciones, hemos podido conocer cómo están aprendiendo los niños y niñas, pero también qué factores afectan esos aprendizajes. Por ejemplo, el entorno socioeconómico, las oportunidades en el hogar, la calidad de las escuelas y de las interacciones docente-estudiantes en el aula o el impacto de las políticas públicas. Estos datos no solo nos dicen dónde estamos, sino que nos permiten imaginar hacia dónde queremos ir.
El trabajo del LLECE no se limita en las cifras o en los gráficos. Esta red de colaboración regional ayuda también a los países a mejorar sus propias capacidades para evaluar, analizar y usar la información en sus políticas educativas. Así, es un puente que conecta a los ministerios de Educación, los docentes y la comunidad escolar, promoviendo cambios reales en las aulas.
Pero el aniversario de los 30 años del LLECE no es solo un momento para celebrar. También es una oportunidad para reflexionar acerca de los desafíos que enfrenta nuestra región. Uno de los más grandes es la desigualdad. Todavía hay enormes diferencias en la calidad de la educación que reciben los niños y niñas según el lugar donde nacen o las condiciones económicas de sus familias. A esto se suman los efectos de la pandemia, que interrumpió los aprendizajes y aumentó las brechas existentes. Hoy, muchos estudiantes no han recuperado completamente los aprendizajes perdidos, y esto tiene consecuencias profundas para su futuro y el de nuestras sociedades.
En este contexto, la evaluación se vuelve más importante que nunca y su conexión para contribuir a la función de mejora y transformación educativa. Algunas personas pueden preguntarse: ¿por qué evaluar? ¿Es solo para poner notas o comparar países? La respuesta es no. Evaluar es entender dónde estamos para ajustar lo que hacemos y acelerar los avances: es escuchar a los estudiantes, a las escuelas y a los sistemas educativos para saber qué funciona y qué no; es la forma de tomar decisiones informadas que realmente mejoren la vida de los niños, niñas y jóvenes.
En 3° grado, cuatro de cada 10 estudiantes de la región aún no comprenden lo que leen. Debemos seguir trabajando para que cada niño y niña aprenda a hacerlo comprensivamente, porque será la base de todo su aprendizaje, el actual y futuro. Cuando entendemos el porqué de las brechas en matemáticas o ciencias, podemos enfocar los esfuerzos y abocarnos en la enseñanza que necesitan los estudiantes para dar el siguiente paso.
El Laboratorio LLECE, con su red de países y expertos, es un ejemplo de lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos. No solo mide aprendizajes, sino que logra impulsar cambios. Hoy, más que nunca, necesitamos la colaboración para construir sistemas educativos que sean más justos, pero también más resilientes y transformadores.
Desde la UNESCO, reafirmamos nuestro compromiso de seguir acompañando a los países en esta tarea. La educación tiene el poder de transformar vidas y, con ello, cambiar sociedades. Este fin de año es un recordatorio de que, con datos, colaboración y compromiso, podemos hacer realidad el derecho a una educación de calidad para todos y todas.