Apostar por la digitalización de nuestra democracia
Existen varios mecanismos que permitirían implementar el voto electrónico de manera segura y transparente, abordando los temores comunes de suplantación de identidad y falta de secreto
La expresión “una labor abusiva” fue utilizada por muchas personas para describir el rol de vocal de mesa en las elecciones del pasado 26 y 27 de octubre. Algunos debieron permanecer en sus puestos hasta las dos de la madrugada contando votos, solo para regresar a sus hogares sin acceso a transporte público, aunque con un dispositivo móvil siempre a mano. Este episodio invita a reflexionar si los procesos democráticos en Chile están verdaderamente alineados con la tecnología y los avances de la era actual.
A pocos días de enfrentar un nuevo proceso electoral este domingo 24 de noviembre y atendiendo a las críticas expresadas y, en un contexto donde la inteligencia artificial y otras herramientas digitales transforman nuestras vidas a gran velocidad, cabe preguntar: ¿por qué nuestra democracia sigue apoyándose en urnas de plástico y papeletas que se acumulan en su interior?
En el Centro Tecnológico Ucampus de la Universidad de Chile asumimos en 2022 un desafío que marcó un hito en nuestra trayectoria: desarrollar la plataforma de participación ciudadana para la Convención Constitucional. Este proyecto no solo representó una oportunidad única para poner a prueba nuestras capacidades tecnológicas y de gestión de nuestros equipos, sino que también nos permitió contribuir de manera concreta al fortalecimiento de los procesos democráticos en el país.
Con un compromiso inquebrantable hacia la excelencia, diseñamos una herramienta innovadora que facilitó la interacción ciudadana, asegurando altos estándares de accesibilidad, transparencia y seguridad. Este esfuerzo, llevado a cabo en un contexto de alta relevancia histórica y social, reafirma nuestra misión de generar soluciones tecnológicas que impacten positivamente en la sociedad y fortalezcan la participación de las personas en decisiones trascendentales para el futuro de Chile. La plataforma permitió la participación de aproximadamente un millón de personas, demostrando que la tecnología puede ser un aliado esencial para fortalecer y modernizar los procesos democráticos.
Se estima que en nuestro país existen más de 30 millones de teléfonos celulares, reflejo de una sociedad cada vez más conectada. Hoy en día, el acceso a la tecnología es transversal, impactando a todas las generaciones y sectores sociales, con un crecimiento exponencial desde la pandemia, cuando muchos debimos adaptarnos para realizar nuestras actividades diarias a través de herramientas digitales. Este cambio ha transformado no solo la forma en que trabajamos, aprendemos o nos comunicamos, sino también nuestras expectativas hacia servicios más accesibles y eficientes. Ante esta realidad, surge la pregunta: ¿hasta cuándo seguiremos esperando para digitalizar nuestra democracia?
Existen varios mecanismos que permitirían implementar el voto electrónico de manera segura y transparente, abordando los temores comunes de suplantación de identidad y falta de secreto en el voto. Se pueden aplicar métodos de autentificación remota como el reconocimiento facial o el uso de la Clave Única. Además, los avances en algoritmos de encriptación permiten proteger tanto los votos individuales como la urna al término del proceso, garantizando el secreto del sufragio. En Chile, estos procedimientos podrían complementarse con el padrón del Servel y el trabajo de una comisión electoral.
La tecnología ofrece soluciones para desafíos históricos, como el acceso al voto de personas postradas o con movilidad reducida, permitiéndoles participar desde sus hogares con total seguridad. Asimismo, el voto en el extranjero que actualmente enfrenta limitaciones logísticas no menores y con altos costos económicos. Apostar por la digitalización de nuestra democracia no es solo modernizar el acto de votar, sino también construir un sistema más inclusivo, eficiente y transparente y por qué no? Apostar por una convivencia híbrida de participación presencial y digital.
Para lograr esta visión, es esencial fomentar un debate abierto y participativo que involucre a todos los sectores de la sociedad: ciudadanos, expertos y autoridades. Este diálogo debe centrarse en garantizar la seguridad, privacidad y confiabilidad de las herramientas digitales, elementos fundamentales para preservar la legitimidad del proceso democrático. Al mismo tiempo, se requiere de una voluntad política y un marco normativo claro que respalde esta transición hacia una democracia digital. Es el momento de trabajar en conjunto para superar los desafíos técnicos y culturales, y demostrar que la tecnología puede ser una aliada poderosa en la construcción de un país más justo, conectado e inclusivo.
Por el momento, desde Ucampus seguimos trabajando día a día con el propósito de impulsar el acceso a herramientas digitales en la educación superior. Ha sido un camino desafiante, pero nos llena de orgullo los logros alcanzados hasta ahora. Nuestra visión es aportar al desarrollo del país a través de la tecnología en la educación, entendiendo que las universidades son el motor de las iniciativas más audaces que pueden transformar positivamente el rumbo y el progreso de nuestra sociedad.