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El ‘puzzle’ de la herencia de Nicanor Parra, el antipoeta chileno

Los seis hijos del escritor, fallecido en 2018, logran un acuerdo unánime sobre qué hacer con el legado cultural de su padre, tras seis años de disputas legales

Nicanor Parra en 1992.
Nicanor Parra en 1992.Sophie Bassouls (Getty Images)
Antonia Laborde

Una década antes de que el chileno Nicanor Parra muriera el verano de 2018, a los 103 años, otorgó un poder por escritura pública a su hija Colombina Parra Tuca, compositora musical, la quinta de sus seis herederos, para que constituyera una fundación dedicada a preservar su legado. Con esa idea en la cabeza, el poeta redactó su testamento en 2017, en el que nombraba a la menor de sus hijas mujeres como albacea y beneficiada con el 58,3% de la herencia. Apenas unos meses después del fallecimiento de una de las plumas más importantes de América Latina en el siglo XX, se constituyó la Fundación Nicanor Parra. Los dos hijos que viven fuera de Chile, Alberto y Catalina Parra Troncoso, sin embargo, se opusieron a su creación y comenzaron una batalla judicial contra sus cuatro hermanos para anular el testamento de su padre: argumentaron que sus facultades estaban aminoradas cuando redactó su última voluntad.

En 1969, el año que Parra se hizo con el Premio Nacional de Literatura, publicó el compendio Obra Gruesa (Editorial Universitaria), en el que se incluía un poema titulado Últimas Instrucciones. La obra, como indica su nombre, es un listado de órdenes que debían realizarse en el funeral del autor. “La voluntad del muerto que se cumpla”, rezaba un verso. Y de eso fueron un poco los seis años de demandas, litigios y complejas negociaciones del clan Parra. Alberto y Catalina, representados por Andrés Cabello, querían resolver la sucesión de manera común y corriente. Los otros hijos —Francisca Parra Troncoso, Juan de Dios Barraco Parra Tuca, Nicanor Chamaco Parra Muñoz, y Colombina—, asesorados por el abogado Luis Valentín Ferrada, buscaban hacer la división considerando el legado cultural y patrimonial del artista.

En cuestión estaban los cinco inmuebles del poeta: la casa de Isla Negra y de Las Cruces, en la Región de Valparaíso, y las de Huechuraba, Peñalolén y La Reina, en la capital chilena. Eso, sumado a los valores bancarios, ascendía a un patrimonio de 3.400 millones de pesos (unos 3,5 millones de dólares). Colombina ejerció durante un año su papel de albacea y, en marzo de 2019, el 24º Juzgado Civil de Santiago designó a un administrador provisional para gestionar la herencia, el abogado José Alfredo Rojas.

Personas rinden homenaje a Nicanor Parra en la catedral de Santiago, el 24 de enero de 2018.
Personas rinden homenaje a Nicanor Parra en la catedral de Santiago, el 24 de enero de 2018.Luis Hidalgo (AP)

A finales del pasado mayo, la disputa por el testamento se zanjó. La Fundación Nicanor Parra será la dueña de los bienes con connotación cultural y patrimonial, como la casa de Las Cruces, donde Parra vivió la última etapa de su vida, y donde está enterrado. También de la casa de La Reina, que eventualmente funcionará como las oficinas de la fundación, más un sitio circundante de hasta 2.000 metros en comodato indefinido.

Una de las preocupaciones del poeta antes de morir era recuperar sus cuadernos personales que habían sido vendidos de mala manera por alguno de sus familiares. Tras varios años de búsqueda, el equipo cercano a Parra logró rescatar una decena de libretas inéditas y otra decena de artefactos. Al igual que los derechos de autor, irán para la fundación.

Una serie de cuadros de Violeta, a la fundación de Nicanor

La fundación es la primera adjudicataria. Luego, vienen los hijos. El abogado chileno y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, uno de los directores de la fundación, actuó como mediador en la disputa. Ahora, en la distribución de los bienes en particular, que será de común acuerdo, decidirá él, por encargo de ambas partes, cuando no haya consenso. En paralelo a este proceso, se llevará a cabo la reforma de los estatutos, para que toda la familia concurra en el tema de la fundación. Peña explica a EL PAIS que cada heredero recibe la misma cuota o porción hereditaria y que las propiedades “serán destinadas a museos o lugares de acceso público”. La fórmula contó con la unanimidad de los herederos, señala, quienes finalmente acordaron salvaguardar la obra de Parra y la distribución igualitaria.

Cuando la hermana del poeta, la icónica cantautora Violeta Parra, murió en 1967, Nicanor se hizo con una serie de cuadros, la mayoría al óleo. La Fundación Violeta Parra solicitó su restitución tras el fallecimiento del Premio Cervantes 2012, argumentando que se los entregaron a Nicanor por razones de seguridad después del golpe militar de 1973. El acuerdo entre los hermanos estipula que quedan para la Fundación Nicanor Parra, presidida por Colombina. La politóloga y amiga del poeta, Carmen Fariña, oficiará de secretaria, y Francisca Panchita Parra, la segunda hija del autor de Poemas y Antipoemas, hará de tesorera. Quienes la conocen la describen como el retrato vivo del espíritu Parra: inteligente y distante.

Desde que se llegó a un acuerdo, los hijos de Nicanor han guardado absoluto silencio. El rector Peña está haciendo de portavoz, aunque está previsto que en las próximas semanas las distintas ramas de la familia Parra hagan una declaración pública tras años de enfrentamientos por uno de los legados culturales más importantes de Chile, un país de poetas.

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Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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