Cuenta atrás sin villancicos

¿Un ciclo navideño sin villancicos? No es utópico: aquí hay animales escénicos, artilugios sonoros o pelotas que saltan desde las tripas de un piano. La idea responde al nombre de Sonoridad.“Nos hemos inspirado en lo que todo el mundo hace a fin de año: mirar hacia atrás, mirar adelante y vivir el presente. De ahí las propuestas: artistas actuales con un pie en la tradición y un ojo en el futuro”, resume José Luis Cuevas, de la promotora Born! Music, artífice de que Pierre Bastien, Vashti Bunyan, Hauschka y Dorian Wood actúen (del 27 al 30) dentro de la programación municipal.

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¿Un ciclo navideño sin villancicos? No es utópico: aquí hay animales escénicos, artilugios sonoros o pelotas que saltan desde las tripas de un piano. La idea responde al nombre de Sonoridad.“Nos hemos inspirado en lo que todo el mundo hace a fin de año: mirar hacia atrás, mirar adelante y vivir el presente. De ahí las propuestas: artistas actuales con un pie en la tradición y un ojo en el futuro”, resume José Luis Cuevas, de la promotora Born! Music, artífice de que Pierre Bastien, Vashti Bunyan, Hauschka y Dorian Wood actúen (del 27 al 30) dentro de la programación municipal.

Lo de las pelotas de ping-pong al vuelo no es broma. Surgirán casi seguro en el concierto del pianista y compositor alemán Hauschka, en el Auditorio Caja de Música del espacio CentroCentro Cibeles que alberga el ciclo. Un maestro de lo que se denomina piano preparado. “Lleva la música contemporánea al terreno de lo popular. Con él no vas a tararear estribillos, pero te atrapa sin remisión”, asegura Cuevas de alguien capaz de modificar su instrumento para que el sonido se acerque a la percusión clásica o a la música electrónica. “Y a la fuerza visual añade su simpatía para conectar con una audiencia que luego sube al escenario para ver el piano por dentro”.

Hauschka comparte sello con Vashti Bunyan, la más veterana del ciclo. Cuenta la leyenda que esta cantautora inglesa viajó a caballo por Escocia, a finales de los sesenta, en pos de una comuna promovida por otro músico hippie, el célebre Donovan. La aventura vital no cuajó, pero del trayecto surgió Just another diamond day (1970), un álbum cuyo fracaso la apartó tres décadas de la música y se volvió objeto de culto. Así hasta la reaparición de Bunyan, erigida en musa del neofolk, con dos discos de nuevas canciones (en 2005 y 2014). “Su representante prohíbe usar la palabra folk, quizá porque la asocia al pasado. A ella la conectan con el futuro todos los artistas jóvenes que la reivindicaron y con los que trabaja, como Devendra Banhart o Max Richter”, explica Cuevas.

Otro cantautor posterior a Bunyan es Dorian Wood, el único no europeo del cartel. Californiano, de padres emigrados desde Costa Rica, entrevera en su pócima de claroscuros góspel, cabaret, desgarro a lo Nina Simone y arreglos retorcidos. Según Cuevas, “una bestia escénica que apabulla con su voz y su presencia.. Y abraza el castellano en su próximo trabajo, que va a grabar en enero con músicos españoles”.

Y en la veta de experimentación lúdica, Sonoridad se abre este domingo con el francés Pierre Bastien y su show, Silent Motors. Sus largos años como compositor mecánico parten del imaginario futurista. “Construye mecanos que van activando artilugios sobre la mesa. Ruedas que generan un ritmo al contacto con papel o una melodía al impulsar un teclado casero. La cámara de vídeo proyecta todo en directo para saber de dónde procede la música”. ¿Algo dirigido a unos pocos? “Le puede gustar a cualquiera. Tocó una vez en Castellón en una plaza, fuera de sus habituales centros de arte contemporáneo. Y al acabar se le acercó un señor que había parado por casualidad antes de coger el autobús hacia su pueblo. ‘No pude eludir algo tan bonito’, le dijo”.