El Gaiás como escenario contemporáneo

La Cidade da Cultura arriesga con un Festival de Invierno de Teatro y Danza

Presentación del festival en la sala de calderas de la Cidade da Cultura.

La Cidade da Cultura se quedó finalmente compuesta y sin el desmedido auditorio previsto, pero el complejo compostelano del Gaiás es, en cierta, forma, un escenario en sí mismo, tan grande como diverso. Los túneles de acceso de carga y descarga, por ejemplo, son probablemente el espacio no industrial más futurista de Galicia. En uno de esos ámbitos, la sala de calderas, se presentó ayer Escenas do Cambio, Festival de Inverno de Teatro, Danza e Arte en Acción, quizás la apuesta más arriesgada de la programación del Gaiás, según reconoció ayer su directora de Acción Cultural, María Pere...

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La Cidade da Cultura se quedó finalmente compuesta y sin el desmedido auditorio previsto, pero el complejo compostelano del Gaiás es, en cierta, forma, un escenario en sí mismo, tan grande como diverso. Los túneles de acceso de carga y descarga, por ejemplo, son probablemente el espacio no industrial más futurista de Galicia. En uno de esos ámbitos, la sala de calderas, se presentó ayer Escenas do Cambio, Festival de Inverno de Teatro, Danza e Arte en Acción, quizás la apuesta más arriesgada de la programación del Gaiás, según reconoció ayer su directora de Acción Cultural, María Pereira. Una veintena de espectáculos y conferencias sobre teatro y danza –si es que a estas alturas quedan muchas diferencias-, pero sobre todo un proyecto a tres años vista que pretende ayudar a la construcción de un nuevo teatro gallego, una nueva forma de programar y de entender la escena gallega y española, según su director artístico, el vigués Pablo Fidalgo Lareo.

“Hay un cambio generacional, y hay que aportar lo que la gente que estamos alrededor de la treintena aprendimos estando fuera en un exilio obligado”, señaló Fidalgo, que en los últimos años ha trabajado en Lisboa. “Este proyecto tiene la raíz en la Sala Nasa y en la Sala Galán, esos modelos de salas alternativas en las que se hacía teatro de investigación y pusieron a Compostela en el mapa”, reivindicó el director de Escenas do Cambio. También la participación del público, “que lo convocan y lo tienen en cuenta, porque este tipo de teatro ocupa en Europa un lugar central, con salas con mil espectadores, y en España está condenado a salas de 80”. En el monte Gaiás, las dos salas creadas en el edificio del Museo tendrán capacidad para 100 y 300 espectadores.

En esas dos salas, entre el 4 y el 21 de febrero, “el Museo Centro Gaiás abre las puertas a la creación escénica contemporánea y se deja traspasar y ocupar por la intensidad de una arte viva y emocionante”, señaló María Pereira. Para Pablo Fidalgo, Escenas supone la oportunidad de “devolver a España creadores de referencia internacional, como La Ribot, Olga Mesa o Olga de Soto, que nos ayudarán, con sus trabajos y su participación en los grupos de trabajo que acompañan al festival, a entender de qué forma la escena gallega puede estar presente en el mundo”.

El Festival de Inverno comenzará con dos creaciones de Portugal. Vontade de Ter Vontade, de Cláudia Dias, es una performance de referencia en la última década en Lisboa. La segunda, Atlas Santiago de Compostela, de Ana Borralho y João Galante, es una de esas que “convocan al público y lo tienen en cuenta”. Cien compostelanos cualquiera, mejor sin experiencia teatral –de hecho, esto se puede entender como una convocatoria a apuntarse- trabajarán durante una semana con la compañía. Los dos siguientes espectáculos son gallegos, uno la producción de Matarile Teatro Teatro invisible y el otro “una de las cosas más importantes del teatro gallego que son los contadores de historias”, según Pablo Fidalgo: Os contos de Joselín, con Quico Cadaval, Celso F. Sanmartín y Guti recreando la figura de Joselín, el mítico cuentacuentos que fue, entre otras muchas cosas, alcalde de Baiona. La primera semana se cerrará con un documental de Olga de Soto sobre La mesa verde, una obra mítica de la historia de la danza y el estreno de la última producción de La Ribot, El triunfo de la libertad.

La segunda semana estará centrada en producciones de cuatro compañías latinoamericanas: La resentida (Chile), Hermanos Oligor/Microscopía (México), Lola Arias (Argentina) y Pablo Larraín (Chile). La tercera será el momento de La edad de oro¸ de Israel Galván, “una pieza capital para entender la evolución del flamenco”, según el director del Escenas do cambio. Cerrará el Festival, como empezó, otra producción portuguesa, By Heart (es decir, “de memoria”) de Tiago Rodrigues/Mundo Perfeito, otra pieza de participación pública: siete espectadores tendrán que aprender un soneto de Shakeaspeare. Una performance que nace de la frase de Steiner: “Tan pronto como 10 personas aprenden un poema, no hay nada que la KGB, la CIA, o la Gestapo puedan hacer. Ese poema va a sobrevivir”.

Además de los espectáculos, habrá conferencias públicas y grupos de reflexión. Dos dirigidos por Olga Mesa y Xesús Ron, para repensar la escena gallega y otros dos, llevados por Cláudia Dias e Idoia Zabaleta, para trabajar con artistas jóvenes gallegos. El presupuesto total del festival asciende a 130.000 euros. La entrada a cada una de las actuaciones costará ocho euros, con la opción de pagar 24 euros (tres entradas) para cuatro funciones o un bono de 40 euros por un bono para todas. La duda está en si el público responderá como en Europa o como en España.

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