Fiesta sin récord en el maratón de Valencia

El keniata Luka Kanda se impone con 2 horas, 8 minutos y 14 segundos La etíope Birhane Adugna gana en mujeres con 2 horas, 29 minutos y 22 segundos

Valencia -
Un momento del 32 maratón de Valencia a su paso por la Ciudad de las Ciencias. JOSÉ JORDÁN

El sol encontró un resquicio para saludar al maratón de Valencia en su 32ª edición, recorrido por 9.000 atletas de 32 países y vencido por el keniata Luka Kolobe Kanda con dos horas, ocho minutos y 14 segundos, a 15 segundos del récord de la prueba, en manos desde el año pasado de Isaiah Kiplagat (2h, 7m, 59sg). Parafraseando a Gary Lineker, cuando advirtió que el fútbol es un juego inventado por los ingleses que siempre ganan los alemanes, el maratón lo descubrieron los griegos para lucimiento de los africanos. En mujeres, se impuso la etíope Birhane Adugna (2h, 29m y 22sg) seguida por su com...

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El sol encontró un resquicio para saludar al maratón de Valencia en su 32ª edición, recorrido por 9.000 atletas de 32 países y vencido por el keniata Luka Kolobe Kanda con dos horas, ocho minutos y 14 segundos, a 15 segundos del récord de la prueba, en manos desde el año pasado de Isaiah Kiplagat (2h, 7m, 59sg). Parafraseando a Gary Lineker, cuando advirtió que el fútbol es un juego inventado por los ingleses que siempre ganan los alemanes, el maratón lo descubrieron los griegos para lucimiento de los africanos. En mujeres, se impuso la etíope Birhane Adugna (2h, 29m y 22sg) seguida por su compatriota Amelework Fikadu y por la ucrania Olha Kotovska. Kanda entró en la meta de la Ciudad de las Artes en solitario después de haber descolgado a su paisano Joel Kimurer. El tercero fue el etíope Gemechu Worku.

La megafonía instalada en el kilómetro 30, en la avenida de la Alameda, animaba a los corredores en varios idiomas. “Allez, allez”, “Forza, forza”, “You can win it”, “No pares, que ja queda poc”. El maratón de Valencia se ha convertido en un referente internacional. A simple vista, una mayoría de italianos entre los extranjeros, a tenor de las camisetas que confirmaba su origen.

Las caras demacradas de los participantes delataban el esfuerzo casi inhumano. Sin aliento muchos de ellos para acertar a introducir las botellas de agua en los contendedores. Los recipientes de plástico vacíos cubrían el asfalto como parte de un paisaje tan singular. Pese al calor, un corredor pasó con guantes tapándole las manos. Otro, corriendo descalzo. Todas las edades, todos los físicos y todas las indumentarias posibles con tal de completar la prueba más mítica del atletismo: los 42 kilómetros y 195 metros. Algunos, desolados, hubieron de parar, detenidos por los límites de su cuerpo. El maratón, una vez más, fue una fiesta del deporte popular en Valencia.

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