Las marionetas de Tanxarina se van a un libro

Kalandraka celebra los 25 años de ‘Titiricircus’ con un álbum ilustrado

La historia podría contarse más o menos así. Tatán, a quien casi nadie saluda a estas alturas de la función por su verdadero nombre, Eduardo Rodríguez Cunha, se va al Institut del Teatre de Barcelona al abrir los ochenta. En la calle Sant Pere Més Baix, en el popular Barrio Gótico, se deja fascinar por las marionetas del profesor Harry Tozer y en seguida empieza a construir las suyas. En 1983, ya de vuelta en Galicia, funda la compañía Tanxarina con exalumnos de Tozer, y cuatro años más tarde decide llevarse aquellos primerizos personajes de gira por Europa. “Por sacar unas perras en los ratos...

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La historia podría contarse más o menos así. Tatán, a quien casi nadie saluda a estas alturas de la función por su verdadero nombre, Eduardo Rodríguez Cunha, se va al Institut del Teatre de Barcelona al abrir los ochenta. En la calle Sant Pere Més Baix, en el popular Barrio Gótico, se deja fascinar por las marionetas del profesor Harry Tozer y en seguida empieza a construir las suyas. En 1983, ya de vuelta en Galicia, funda la compañía Tanxarina con exalumnos de Tozer, y cuatro años más tarde decide llevarse aquellos primerizos personajes de gira por Europa. “Por sacar unas perras en los ratos libres, todo muy titiritero”, bromea ahora. Viajaba con sus colegas portugueses de Artimagem, para quienes trabajaba como técnico.

Tatán y el compañero que manipulaba entonces los muñecos por las calles de Bélgica y Austria, Miguel Borines, continúan hoy en Tanxarina junto a Andrés Giráldez. Y aquellos títeres de truco con los que el principiante había aprendido, capaces de levantar pesas, hacer malabares, cabalgar un monociclo o enderezar serpientes con una flauta, siguen en activo. Acabaron encontrando su argumento y su escenografía en Titiricircus, el espectáculo más popular y viajero de la compañía redondelana, y ahí están, un cuarto de siglo después de debutar en Viana do Castelo.

Titiricircus es una seña de identidad de Tanxarina”, reconoce Tatán. “Mezcla el teatro de actor con los muñecos, la forma de trabajar con la que siempre nos hemos identificado”. Es justo lo que ha hecho Pablo Pastor en las páginas del álbum ilustrado homónimo que acaba de publicar Kalandraka para celebrar el aniversario. Confundir a Tatán, Miguel y Andrés con la serpiente Josefina, el forzudo Bigotini, Palindranat el encantador, Tato el malabarista, Venancio, el as del monociclo, y los dos payasos que han narrado la fábula de un circo en ruinas.

El libro se presenta esta tarde a las 19.30 en el Multiusos da Xunqueira (Redondela) junto con un documental de Cuchi Carreira en el que los componentes de Tanxarina, sin verse ni oírse entre sí, recuerdan la peripecia de una obra que volverán a representar mañana, en el mismo lugar, a las 12.30 y a las 20.00. “Ese cuento que nació de la nada, de las ganas de hacer teatro”, como dice Tatán, ha sobrevivido a otro cuento: el de la institucionalización de las artes escénicas.

“Es un orgullo ver que hoy tenemos una Escola de Arte Dramática y saber que somos parte de ese proceso”, confiesa Tatán. “Fueron tiempos difíciles y siguen siéndolo. Resistimos porque hemos tenido la suerte de ser reconocidos fuera de Galicia y del Estado, unas veces ganando, otras perdiendo y de vez en cuando empatando, y porque tenemos la virtud de no haber perdido la escala humana. Aunque hemos hecho cosas diferentes en teatro, en cine o en televisión, no olvidamos quiénes éramos. Todavía somos una empresa familiar. Es una lástima que hayamos llegado a la situación actual. Cada conselleiro va por su lado y desanda el camino andado”.

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