RUTAS | BOCAIRENT

La piedra viva

Les Covetes dels Moros mantienen el misterio de sus primeros pobladores Es un laberinto excavado en la roca con salidas y entradas a habitaciones

Les Covetes de Bocairent.JESÚS CÍSCAR

Una sensación: la piedra en Bocairent respira, tiene vida. Una impresión contradictoria ya que inspira una suerte de dureza mezclada con un tacto agradable. La sensación llega a un suspiro del ataque de vértigo, en las alturas, a unos 300 metros del cerro coronado con esta escultura urbana a la que los musulmanes llamaron Bekirén (la piña). Se percibe concretamente desde La Terraza, que no es un bar, ni un mirador. Más bien un almacén a 20 metros del suelo, excavado en una mole calcárea separada del pueblo por el barranco del Fos. Tiene unos 10 siglos de edad y quizás uno haya de anda...

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Una sensación: la piedra en Bocairent respira, tiene vida. Una impresión contradictoria ya que inspira una suerte de dureza mezclada con un tacto agradable. La sensación llega a un suspiro del ataque de vértigo, en las alturas, a unos 300 metros del cerro coronado con esta escultura urbana a la que los musulmanes llamaron Bekirén (la piña). Se percibe concretamente desde La Terraza, que no es un bar, ni un mirador. Más bien un almacén a 20 metros del suelo, excavado en una mole calcárea separada del pueblo por el barranco del Fos. Tiene unos 10 siglos de edad y quizás uno haya de andar algo melancólico para tener esta sensación o simplemente estar algo mareado por el calor y sentir el sanador tacto de la roca fría ante la visión de Bocairent. Porque las piedras no tienen vida. ¿O sí?

Pistas

Para dormir. Dos buenas opciones las encontramos en la calle de Mossen Hilario. Una son los apartamentos Baretta (678575490), un edificio del siglo XV excavado en la roca y con panorámica a Sierra Mariola. Otra opción es la Casa La Coveta (651577575), ideal para una familia de cuatro.

Para comer. En la plaza mayor del casco antiguo, que nos recordará a algunas ciudades toscanas de Italia, está Casa Ximo. Manjares locales: pimientos rellenos de arroz, gazpacho manchego y arroz al horno. Y para rematar podemos comprar una botella casera de herbero de Mariola (anís seco y dulce con hierbas de la sierra) por ocho euros. Para paladares más refinados El Cancell (http://www.lagorahotel.com/elcancell/home.html), ya fuera de la medina.

Para informarse. La oficina de Turismo, en la plaza Mayor, junto al Ayuntamiento (www.bocairent.org).

Para volar o pasear a caballo. El centro hípico Harkaway Apaloosas organiza paseos a caballo bajo la luna (687527113/ 663578535 appaloosasjak.jimdo.com). Otra opción para quien no tenga vértigo son los paseos en globo (629611889 www.totglobo.com).

Para los amantes de los toros. La plaza de toros de Bocairent es la más antigua de la Comunidad Valenciana y una rareza: está excavada en roca.

Para perderse en la naturaleza. En Sierra Mariola conoceremos la cultura del hielo y las cavas de la zona. El nacimiento del río Vinalopó es una opción también refrescante para hacer senderismo.

La terraza es la salida de un laberinto de piedra llamado Les Covetes dels Moros, un monumento humano casi oculto por la naturaleza: 60 ventanucos asoman por un macizo que se controla desde la antigua medina de Bocairent. ¿O son las cuevas las que controlan la ciudad? Muchas preguntas surgen en este laberinto con la lógica de un dibujo de M.C. Escher. Las entradas y las salidas están en el techo, en el suelo o en las paredes; y la perspectiva del camino puede ser un conjunto de círculos concéntricos.

¿Quién los construyó? ¿Cuánto tardó? “Hay tantas teorías como ventanas”, asegura Paco Covetes Satorres, guía, vigilante y hombre orquesta en lo que a este bestial monumento se refiere. ¿Fue un cementerio visigótico? ¿Un convento de monjas como dijo el cura y cronista de la villa, Don Francisco Vañó? Al viajero que ame el Magreb le recordará a estructuras vistas en el Atlas o en las regiones de Túnez a orillas del Sáhara. Allí eran y son almacenes de grano y alimentos. “Pero las de Bocairent son las únicas con todos los habitáculos interconectados”, apunta Paco. Hasta aquí han llegado catedráticos de Arqueología e Historia buscando indicios de habitabilidad. “Pero nada. Eran almacenes”.

¿Sólo almacenes? Son generaciones enteras picando en el interior de la mole de roca, su firma son los surcos en las paredes. El viajero quiere más: anda a lo cangrejo, se agacha, trepa, gatea... No puede ser que solo almacenaran, este laberinto está pensado por alguien. Uno puede creer que está hecho para cuerpos ágiles, pero incluso cuando las fuerzas abandonan, el viajero no tiene más que estirar una extremidad de un modo natural y encuentra un agarre o un escalón, agujeros picados por alguien para recuperar impulso. La roca provee lo que necesitas.

Todo suena más prosaico en boca de Paco: “La temperatura ronda aquí dentro los 20 grados todo el año, incluso si fuera hace 10 bajo cero. En el siglo XVIII fue un palomar. La vida que conocemos aquí ha sido la nuestra, nuestras historias de juventud, poco más”. Abuelos contando a sus nietos leyendas, acampadas, los primeros cigarros, los primeros achuchones... Pero esa vida acabó en 2001 al cerrarse el paso libre a les Covetes por los numerosos grafitis que empezaban a normalizarse, 70 años después de ser declarado Monumento Nacional.

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El casco urbano de Bocairent.JESÚS CÍSCAR

“Aquí de lo que se trata es de perderse”, aconseja Paco. Nos elevaremos a 42 metros de altura para comprobar las leyendas que Paco cuenta. Cerraremos los ojos sintonizándonos con la chicharra. Escuchando el viento, a alguna rapaz. Y en La Terraza acomodaremos la espalda fundiéndonos con el tiempo, en un hueco hecho a medida, donde posiblemente descansó la de un bereber por primera vez, más tarde la de un árabe, la de un cristiano... Siempre la de un habitante de Bocairent. Y el viajero entiende porqué le llaman a este lugar La Terraza contemplando la piña de casas que es Bocairent. Siente la roca viva y se pregunta el porqué de algunos habitáculos inacabados ¿Qué les pasó a sus constructores? Quizá algún día la piedra nos responda.

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