FERIA DE JULIO

Orejas a la voluntad de Fandi y Castella

Rivera, muy desconfiado, fue pitado

Castella, en el inicio de su faena al sexto de la tarde.EFE

El sexto toro de la tarde fue como una coctelera: llevaba dentro de todo un poco. Agitado su contenido, dio como resultado un toro que encerraba varios toros a su vez. Más bravucón que bravo y más reservón que manso. No pasó y se frenó de salida con el capote. Se marchó en oleada al caballo de picar y las dos veces lo cogió por la grupa. En la primera descabalgó al piquero, al que estrelló contra la arena, y en la segunda casi se repite la escena. No se escupió de la suerte, pero tampoco fue necesario obligarlo a salir. Con el frasco de la sorpresa destapado, el toro tuvo su punto de violencia...

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El sexto toro de la tarde fue como una coctelera: llevaba dentro de todo un poco. Agitado su contenido, dio como resultado un toro que encerraba varios toros a su vez. Más bravucón que bravo y más reservón que manso. No pasó y se frenó de salida con el capote. Se marchó en oleada al caballo de picar y las dos veces lo cogió por la grupa. En la primera descabalgó al piquero, al que estrelló contra la arena, y en la segunda casi se repite la escena. No se escupió de la suerte, pero tampoco fue necesario obligarlo a salir. Con el frasco de la sorpresa destapado, el toro tuvo su punto de violencia en banderillas. No resultó fácil ponérselas. No pintaba nada bien el panorama, pero alguna luz debió ver Castella cuando brindó al público. El duelo entre toro y torero estaba anunciado. Fuera del tercio, donde se intuía que el toro iba a pesar más, Castella le dio tres estatuarios sin mover músculo, pero la cosa pareció estancarse a partir de ahí. Transformado en guerrero, Castella planteó batalla cuerpo a cuerpo. El toro sin terminar de pasar, y Castella empeñado en que pasara. Medios pases con el núñezcuvillo amagando en volver a destapar la caja de los truenos. Todo por la derecha. Más pelea que toreo. Terco Castella, que no daba su brazo a torcer, y el toro que tampoco entregaba sus armas. Todo cambió, de repente, cuando Castella se echó la muleta a la zurda. Una serie al natural, muy templada, lenta y cálida, puso la nota final a la faena. Luego hubo una segunda vez, más forzada y no tan rematada como la anterior pero también de aprobado alto y de mérito. Todo con el toro ya prácticamente rendido a los pies del torero. Perdió la muleta al entrar a matar y dos descabellos de final no enfriaron la petición. Oreja lograda a pulso.

NÚÑEZ DEL CUVILLO / PAQUIRRI, FANDI, CASTELLA

Toros de Núñez del Cuvillo, De correcta presentación, limpios de pitones. De poca entrega. El segundo, muy noble, y el sexto, de juego cambiante, lo menos malo. Cumplidores en el caballo, aunque tercero y quinto mansearon.

Rivera Ordóñez "Paquirri": pinchazo y tres descabellos (pitos); pinchazo hondo (pitos).

El Fandi: entera trasera (oreja); entera y descabello (silencio).

Sebastián Castella: estocada corta con derrame (palmas); entera perdiendo muleta -aviso- y dos descabellos (oreja).

Plaza de Valencia, 26 de julio. Segunda de Abono. Media.

Otra oreja ganó El Fandi del segundo. Trofeo de reconocer más el conjunto de la lidia que la faena de muleta en sí. Una larga de rodillas fue el saludo. Ya de pie, templó el capote con recursos variados. Las dos veces que Fandi llevó el toro al caballo fue por chicuelinas. Cuando salió de la segunda vara, Castella quitó por saltilleras muy llamativas. Tocado en su amor propio, Fandi replicó con dos lopecinas y el remate de una media con las dos rodillas en tierra. Fue, posiblemente, el momento de la tarde. Tres pares de El Fandi vinieron después. El primero cuadrando en la cara; trasero el segundo; el tercero lo puso al violín. Noblón el toro, aunque algo remiso, dejó a Fandi ir por aquí y por allá. Voluntarioso, nada más. El recuerdo de todo lo anterior valió el premio final.

Ni Castella ni Fandi lograron sacar de sus casillas a tercero y quinto, respectivamente. No tuvo entrega el de Castella, que intentó colarse varias veces por donde no debía. Insistente el torero, pero poca limpieza. Un par de desarmes, y toro y torero cada uno a su bola. El quinto, que manseó en el caballo, dijo no casi desde el principio. Fandi cumplió en banderillas sin el espectáculo habitual. Al cuarto muletazo el toro rodó por la arena y luego hizo amago de acostarse sin permiso de nadie. El torero abrevió.

Rivera Ordóñez dejó que masacraran a sus dos toros en varas. Después pasó como una sombra. O ni eso. Sin confianza, desganado y vulgar. Puso banderillas al cuarto con poca fortuna y previas pasadas en falso. Le pitaron.

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