El teatro mexicano cruza el puente

Luis Ibar dirige 'Zen', una aventura onírica y sensorial que combina danza, vídeo y artes plásticas

El teatro mexicano vuelve a abrirse un hueco en la cartelera madrileña. O a “cruzar el puente”, como sugiere la metáfora que desde hace 10 años une a la compañía hispano italiana Residui Teatro y a la azteca Cartaphilus Teatro. “Un puente entre dos mundos”, para ofrecer obras a uno y otro lado del océano. Después del ciclo Mex.es, y en coincidencia con el estreno de El camino rojo de Sabaiba, de Óscar Liera, llega hoy a la Sala La Usina de Madrid (Palos de la Frontera, 4) Zen, del también mexicano Luis Ibar.

Un viaje visual. Una aventura onírica. Un recorrido sensorial...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El teatro mexicano vuelve a abrirse un hueco en la cartelera madrileña. O a “cruzar el puente”, como sugiere la metáfora que desde hace 10 años une a la compañía hispano italiana Residui Teatro y a la azteca Cartaphilus Teatro. “Un puente entre dos mundos”, para ofrecer obras a uno y otro lado del océano. Después del ciclo Mex.es, y en coincidencia con el estreno de El camino rojo de Sabaiba, de Óscar Liera, llega hoy a la Sala La Usina de Madrid (Palos de la Frontera, 4) Zen, del también mexicano Luis Ibar.

Un viaje visual. Una aventura onírica. Un recorrido sensorial surrealista que solo se completa con lo que aportan las emociones del espectador. Todo eso intenta ser Zen a partir de una combinación entre danza, vídeo y artes plásticas. “El espectáculo no quiere narrar una historia. Es una experiencia sensitiva que tiene como principio las ideas de la filosofía budista, sobre todo, la búsqueda del no dolor”, describe Ibar. Las fuentes de inspiración, o “detonantes”, como prefiere llamarlas el director, son varias. Además de la filosofía de Sidartha Gautama, reconoce pinceladas de El maestro y Margarita de Bulgákov, Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll y Kafka en la orilla, de Murakami.

Zen propone viajar, pero no evadir, experimentar, pero sin perder conexión con el entorno. “La obra invita a sentarse un momento en calma y tomarse un té, pero no como un escape, sino como una pausa antes de seguir haciendo lo que uno tiene que hacer, seguir luchando por sobrevivir buscando caminos para evitar el dolor”, lo sintetiza Ibar, una vez más bajo el aura del Budha.

Que el teatro mexicano irrumpa en la escena española se explica desde varios ángulos. Para el director la clave está, además de en la obvia ventaja que ofrece del idioma en común, en que el arte escénico ha dado en su país en los últimos seis o siete años. “Hasta hace no mucho en México teníamos un teatro tieso, o lo que yo llamo un teatro de museo, teatro de gente diciendo textos demodé, que por suerte estamos dejando atrás”, cuenta Ibar. “Las puertas de Europa se nos están abriendo, justamente, porque nos hemos animado a explorar nuevas acciones creativas dándole lugar al teatro multidisciplinario”. Así llega Zen, tras año y medio de éxito en México. Como una travesía que obliga a experimentar. Como embajador de esa transformación que, arte de por medio, vuelve a unir dos continentes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En