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‘Vlaemsch (chez moi)’: Sidi Larbi Cherkaoui retoma el tema de la identidad en una obra bella y solemne, pero confusa y monótona

El bailarín y coreógrafo belga presenta un ambicioso montaje para quince bailarines y música en directo que recorre la historia de Flandes desde lo artístico, lo político y lo social

Vlaemsch (chez moi), de la compañía belga Eastman y con coreografía de su director, Sidi Larbi Cherkaoui, lo tiene todo para acertar. Incluso para ser uno de esos trabajos que se quedan en la memoria casi para siempre. Ya ha pasado con obras anteriores del creado...

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Vlaemsch (chez moi), de la compañía belga Eastman y con coreografía de su director, Sidi Larbi Cherkaoui, lo tiene todo para acertar. Incluso para ser uno de esos trabajos que se quedan en la memoria casi para siempre. Ya ha pasado con obras anteriores del creador: Babel (Words) (2010), a la que el montaje visto anoche en los Teatros del Canal interpela en varios aspectos, sigue apareciendo poderosa en la memoria de quienes la vimos. Sin embargo, no se consigue; Vlaemsch (chez moi) no logra hilvanar la música en directo, la danza y el espacio escénico (todo ello muy atractivo por separado) y el resultado cristaliza en un trabajo que se hace largo y, en ocasiones, pesado.

Estrenada en 2022, la obra aborda una de las preocupaciones de Sidi Larbi: la identidad individual y colectiva y aquello en lo que puede desembocar como los nacionalismos, la exclusión, lo fronterizo e incluso el destierro. Pero en esta ocasión lo sitúa en la historia de Flandes tirando de su experiencia personal (Larbi tiene madre flamenca y padre marroquí) y en la de los quince bailarines que tienen procedencias diferentes. Helena Olmedo y Pau Arán, son los dos españoles y destacan del grupo con interpretaciones realmente extraordinarias.

En escena, el interior de una casa de dos plantas que alude a tiempos remotos, se levanta imponente al fondo. Deja ver varios espacios o estancias donde asoman acciones que apenas se intuyen. En algunos momentos la segunda planta descubierta es ocupada por los músicos y cantantes y algún bailarín, pero esta poderosa reconstrucción escenográfica en gris cemento no termina de justificar su presencia. Cuando la obra finaliza tras una hora y cincuenta minutos, es fácil concluir que el montaje podría haber existido, casi con el mismo efecto, sin esa casa.

El exceso de simbología que se usa para la denuncia social (de racismos, machismos, desigualdades varias e incluso desahucios) resulta borroso y poco claro hasta bien entrado el espectáculo. Los textos que se escuchan (en inglés y neerlandés en su mayoría) con sobretítulos en español, se quedan en una superficie manoseada. Las referencias (incluso a Martin Luther King) componen un mosaico poco coherente. Y aunque flota en todo una gran belleza y se dan estampas de verdadera poesía, el exceso no resuelto de capas de información, que es marca de la casa y en otras obras funciona de manera brillante, y un ritmo que se estanca (como en la escena de los marcos) aquí lo ensombrece casi todo.

Vlaemsch (chez moi)

Concepto, dirección y coreografía: Sidi Larbi Cherkaoui.

Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 22 de junio.

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