‘Chelsea Girls’, de Eileen Myles, la conquista de un espacio sexual, humorístico y contradictorio para las mujeres
La escritora estadounidense narra desde las desventajas, pero sin renuncia, desde la aspiración libérrima a un placer que la consume y del que goza, huyendo del sentimiento de culpa del catolicismo en que se ha criado
Eileen Myles es una escritora estadounidense nacida en 1949. Procede de una familia obrera y católica, y ha hecho de su vida una obra de arte. Es decir, con sus poemas y su prosa en primera persona ha transformado su cuerpo en una performance en la que se expresan las contradicciones de su tiempo. Chelsea Girls es universal en su relato de la cultura underground de Estad...
Eileen Myles es una escritora estadounidense nacida en 1949. Procede de una familia obrera y católica, y ha hecho de su vida una obra de arte. Es decir, con sus poemas y su prosa en primera persona ha transformado su cuerpo en una performance en la que se expresan las contradicciones de su tiempo. Chelsea Girls es universal en su relato de la cultura underground de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX: Woodstock, Hendrix, Allen Ginsberg, Mapplethorpe, Patti Smith… Pienso en el poder de los imperios culturales, en el glamur del underground, en la contestación asimilada al pensamiento dominante y, aun así, Eileen Myles es una bestia parda. No lo digo por sus borracheras, sus viajes lisérgicos, sus encuentros sexuales con hombres y con todo tipo de mujeres, incluso con una que “parece una lesbiana inglesa francesa americana. No una bollera”.
Hay artistas que, activando el mito romántico, la bohemia, el poeta maldito y el maldito beatnik, se quedan en agua de borrajas y blancuzca coliflor. Gente que necesita tratamiento y nunca logra encontrar un lenguaje. Aquí, en un suplemento literario, hablamos de lenguaje —es nuestro deber— y Eileen Myles es de esas contadas escritoras —escritores, también— que acuñan una manera de decir personalísima, poéticamente eficaz, que llega como un puñetazo. El descubrimiento del cuerpo y de la manera de escribirlo nacen de la dificultad, el impulso transgresor contra tabúes y convenciones sociales, el retrato de la precariedad de un oficio que es a la vez una vocación indómita… En ese punto, la literatura pasa a ser una disciplina política, incluso cuando no haya tenido la intención de serlo. En la búsqueda de un lenguaje y de una posición en el mundo, Chelsea Girls sobresale por su sentido del humor (“Somos muy graciosas cuando estamos al límite”), por una aproximación desacomplejada hacia la escritura del sexo entre mujeres (“Me chifla la sensación de tener la cara cubierta, dominada, casi asfixiada por un coño”) y por la capacidad para narrar un crecimiento a contrapelo en el que la sexualidad femenina, el derecho a gozar y a ser curiosa, se coloca bajo sospecha y en la zona de peligro: las chicas de las mamadas, las que sacian su deseo con los desconocidos de los bares están predestinadas a la violación y al estigma.
La autora nos devuelve —a nosotras— las malas palabras y las barras de los bares, saca la literatura del cliché y los estereotipos que simplifican a los personajes de ficción y de no ficción
Myles se rebela. Indaga sobre la violencia inmanente al sexo y sobre otra violencia que se ceba siempre con las mismas. Chelsea Girls. Y otras girls. Con su memoria y su escritura conquista un espacio sexual, humorístico, sórdido, amoroso, contradictorio para las mujeres y muy especialmente para las lesbianas. Myles escribe sobre el rozamiento y las epifanías en lo oscuro. Nos devuelve —a nosotras— las malas palabras y las barras de los bares, saca la literatura del cliché y los estereotipos que simplifican a los personajes de ficción y de no ficción —en realidad, dinamita esa barrera-:—: la escritora, tímida y excéntrica, mezcla elementos disímiles en una misma frase —los pelos sudados de un coño, la perla del clítoris— y encuentra finales imborrables para sus historias recordadas. Escribe desde las desventajas, pero sin renuncia, desde la aspiración libérrima a un placer que la consume y del que goza, huyendo del sentimiento de culpa del catolicismo en que se ha criado. Tampoco pierde la memoria de su clase… En la escocedura, el placer y el dolor sinérgicos, se revuelve como una lagartija para ofrecernos una escritura apabullante y hermosísima. Gracias, Eileen Myles, guerrera de la luz.
Chelsea Girls
Traducción de Flor Braier
Las Afueras, 2024
288 páginas. 22,95 euros
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