TEATRO | LOS QUE HABLAN

Una revelación teatral

Luis Bermejo y Malena Alterio interpretan ‘Los que hablan’, un magnífico texto de Pablo Rosal que bebe de la mejor tradición del teatro del absurdo

Luis Bermejo y Malena Alterio, en 'Los que hablan'.LAURA ORTEGA

Ese instante en el que te das cuenta de que vas a decir una tontería pero no puedes dar ya marcha atrás y quieres salir corriendo. Esas veces en las que quieres hablar desesperadamente con alguien pero no se te ocurre nada. Esos momentos en los que parece que no te llegan las palabras y esos otros en los que notas que te repites, que hablas por hablar, que no te crees lo que estás diciendo y te sientes absurdo. Justo ahí, en esos vacíos de la mente y de la comunicación, se sitúa esta fantástica función titulada ...

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Ese instante en el que te das cuenta de que vas a decir una tontería pero no puedes dar ya marcha atrás y quieres salir corriendo. Esas veces en las que quieres hablar desesperadamente con alguien pero no se te ocurre nada. Esos momentos en los que parece que no te llegan las palabras y esos otros en los que notas que te repites, que hablas por hablar, que no te crees lo que estás diciendo y te sientes absurdo. Justo ahí, en esos vacíos de la mente y de la comunicación, se sitúa esta fantástica función titulada Los que hablan, resultado feliz de la unión de tres talentos: Pablo Rosal, su autor y director, todo un descubrimiento para quienes sólo lo conocíamos como intérprete, y los actores Luis Bermejo y Malena Alterio, de los que queda poco que escribir: grandes.

El planteamiento de la obra es sencillo. Dos personas se sientan a hablar pero no son capaces de decirse nada, así que empiezan a reproducir conversaciones que han oído de otros, la mayoría cargadas de lugares comunes: el relato de un turista sobre un país “exótico”, la charla ansiosa de dos nuevos amantes, el cotilleo de dos amigos sobre un tercero… Todas constatan lo fácil y a la vez lo difícil que es “hablar”. El éxito y el fracaso de las palabras.

Bermejo y Alterio pasan de una a otra sin descanso y sin que por ello perdamos el hilo: un ademán, una postura, un tic nervioso les bastan para identificar las distintas situaciones. Y retuercen con genialidad las palabras, los gestos y los diálogos para llevarlos primero a la risa floja y después al absurdo y el desasosiego. Llamémoslo Beckett, Ionesco, Jardiel Poncela o Mihura, lo clavan: ese chispazo cargado de revelaciones que te hace sentir feliz en una butaca de teatro.

Los que hablan. Texto y dirección: Pablo Rosal. Madrid: Teatro de la Abadía, hasta el 8 de noviembre; Teatro del Barrio, a partir de diciembre.

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