La organización de un homenaje a Néstor Kirchner parte al peronismo
El presidente argentino, Alberto Fernández, no está invitado al acto que recordará en la Plaza de Mayo el 20 aniversario de la llegada del expresidente al poder
El peronismo considera a la Plaza de Mayo un sitio fundacional. Fue allí, frente a la Casa Rosada en Buenos Aires, hacia donde marcharon cientos de miles de personas el 17 de octubre de 1945 para pedir por la libertad de Juan Domingo Perón, preso por el Gobierno militar que integraba. Perón pasó de la cárcel a la presidencia en unos pocos meses. No hay sitio más peronista que la Plaza de Mayo. Este jueves 25, día patrio en Argentina, volverá a ser el escenario de una gran fiesta del ...
El peronismo considera a la Plaza de Mayo un sitio fundacional. Fue allí, frente a la Casa Rosada en Buenos Aires, hacia donde marcharon cientos de miles de personas el 17 de octubre de 1945 para pedir por la libertad de Juan Domingo Perón, preso por el Gobierno militar que integraba. Perón pasó de la cárcel a la presidencia en unos pocos meses. No hay sitio más peronista que la Plaza de Mayo. Este jueves 25, día patrio en Argentina, volverá a ser el escenario de una gran fiesta del movimiento; y también de una fractura. Se cumplen 20 años de la asunción de Néstor Kirchner y su viuda y actual vicepresidenta, Cristina Kirchner, será la única oradora en un homenaje al que no está invitado el presidente, Alberto Fernández. El binomio presidencial atraviesa un divorcio político azuzado por la crisis económica -la peor desde aquella del corralito en 2001- y la inmediatez de una elección presidencial que anticipa una catástrofe para el peronismo.
El kirchnerismo promete este jueves llenar la plaza. La expectativa es mayúscula. Kirchner ratificó la semana pasada que no será candidata a presidente en las generales de octubre y sus seguidores se ilusionan con que pronuncie el nombre del elegido para representar al peronismo. En 2019, sacudió el escenario político con un tuit que proclamaba a Alberto Fernández como candidato. La fórmula, que la tuvo a ella como segunda en la papeleta, fue un éxito: evitó la reelección de Mauricio Macri y devolvió al kirchnerismo al poder después de cuatro años. Otra historia fue cuando hubo que gobernar. Las tensiones entre Fernández, con el poder legal, y Kirchner, con el real, implosionaron cuando la vicepresidenta decidió boicotear el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y ya no hubo vuelta atrás.
La pelea es tan dura que el peronismo gobernante no tiene quien lo represente en las urnas. Dentro de un mes deberá presentar los precandidatos para las primarias obligatorias de agosto, de donde saldrá el nombre del aspirante presidencial de cada partido. Los sondeos ubican a la coalición peronista Frente de Todos -que integra el kirchnerismo- peleando el segundo puesto con el libertario Javier Milei, un ultra que llama a votar contra “la casta política”, promete cerrar los ministerios de Educación y Salud y promueve la libre portación de armas y la venta de órganos. En el primer lugar está la alianza liberal Juntos por el Cambio, la misma que en 2015 llevó al poder a Mauricio Macri.
El acto del jueves oculta otra vieja disputa entre el presidente y su vice. Alberto Fernández se considera un fiel seguidor de Néstor Kirchner, de quien fue jefe de Ministros durante los cuatro años de mandato, pero se lleva pésimo con Cristina, su esposa. Apenas duró un año en su puesto en la Casa Rosada cuando ella ganó la presidencia en 2007. Y cuando Kirchner obtuvo la reelección en 2011, meses después de la muerte de su marido, Fernández era ya uno de sus críticos más despiadados. Kirchner dijo en una entrevista reciente que, en política, los agravios “caducan a los seis meses”. Por eso en 2015 olvidó las rencillas del pasado y ungió a Fernández como el candidato del peronismo kirchnerista.
La vicepresidenta debe resolver ahora el entuerto electoral en medio de una nueva gran crisis. Los argentinos asisten al agotamiento del modelo económico iniciado en 2003 con el kirchnerismo, basado en el consumo interno y un Estado cada vez más grande. Kirchner se ha abrazado al ministro de Economía, Sergio Massa, como una tabla en medio del naufragio. Debió aplicar una vez más su máxima de “los seis meses” y olvidar que su exjefe de ministros hizo campaña presidencial con la promesa de meterla presa.
Kirchner y Massa forman hoy un tándem nacido de la necesidad. Ella depende de que la economía no estalle; él, de que Kirchner lo elija candidato presidencial. En medio está Fernández, que insiste en que el candidato del Frente de Todos debe salir de elecciones primarias y no del dedo de la vicepresidenta. Evidencia de la fractura es que el presidente no estará este jueves en la Plaza de Mayo porque la anfitriona, Kirchner, no lo puso en una lista de 300 invitados. Fernández tuvo su pequeña venganza: en redes sociales llamó a los peronistas a participar del homenaje a Néstor Kirchner y escuchar a quien solo consideró “su compañera de vida”.
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