Fernández, tras un nuevo récord de inflación en Argentina: “Tenemos que ponernos algún objetivo”
El IPC de abril subió un 8,4% y el interanual alcanza el 108,8%, una vez más el porcentaje más alto desde la crisis del corralito en 2001
La inflación argentina sube como la espuma. Alcanzó el 8,4% en abril y el 108,8 interanual, la más alta desde la crisis del corralito en 2001. Ya había roto su propio récord en marzo, con el 104,3% y lo hará seguramente durante mayo, cuando se mida el impacto de la corrida contra el peso que a finales de abril disparó las cotizaciones del dólar en los mercados financieros. El Gobierno peronista no tiene brújula, en medio de una áspera campaña electo...
La inflación argentina sube como la espuma. Alcanzó el 8,4% en abril y el 108,8 interanual, la más alta desde la crisis del corralito en 2001. Ya había roto su propio récord en marzo, con el 104,3% y lo hará seguramente durante mayo, cuando se mida el impacto de la corrida contra el peso que a finales de abril disparó las cotizaciones del dólar en los mercados financieros. El Gobierno peronista no tiene brújula, en medio de una áspera campaña electoral, sin candidatos claros para renovar mandato en octubre y fracturado en peleas intestinas. El presidente, Alberto Fernández, se adelantó al dato que dio el INDEC este viernes con una larga entrevista con un periodista afín. “Anoche [por el jueves] hablaba del tema con [el ministro de Economía] Sergio (Massa). Tenemos que ponernos algún objetivo definitivo para parar esto, hay muchas causas que están generando esto”, dijo. Tal vez ya sea demasiado tarde para fijarse un objetivo. Las previsiones más optimistas esperan un 120% de inflación para diciembre, mientras Massa se abraza al Fondo Monetario Internacional (FMI) como remedio contra una devaluación.
La inflación de abril fue especialmente alta en alimentos, del 10,1%, casi dos puntos por encima del promedio mensual. El fenómeno se repite desde el arranque del año. Un estudio del Banco Mundial difundido este jueves colocó a Argentina segundo en la lista de países donde más han subido los alimentos en el mundo, solo superada por Líbano y por delante de Zimbabwe e Irán.
El dato preocupa especialmente al Gobierno, porque golpea en la médula espinal de su electorado, el más pobre, aquel que se concentra sobre todo en el extrarradio industrial de Buenos Aires. Fernández ha dejado la administración de la crisis económica en manos de Massa, mientras se dedica a hacer campaña para que el candidato del peronismo en octubre salga de las elecciones primarias previstas para agosto. Su decisión, previa renuncia a la posibilidad de una reelección, exaspera a Massa, que pretende ser ungido a dedo como representante del oficialismo en la papeleta, y al kirchnerismo, que pretende que el ministro lo sea. El ruido político es tal que el propio Massa advirtió el jueves de que el “quilombo” no lo ayuda a estabilizar los indicadores económicos. “No nos entra un quilombo más. La política a veces da un espectáculo triste mostrando en la radio o en la televisión sus miserias y sus peleas, cuando en realidad tenemos que enfrentar la peor deuda de la historia, una pandemia que cambió las conductas humanas, nos obligó a cambiar el sistema de salud, una guerra que dieron otros pero que cambió nuestros precios”, dijo Massa. El mensaje es que no quiere tener que discutir su candidatura con otros rivales peronistas.
Fernández, en tanto, intenta bajar las tensiones. Por eso dijo que habla “con Sergio” sobre el problema de la inflación, el principal problema de su gestión. “Hay muchas causas que están generando esto”, dijo. “Una es la especulación de que pueda haber una devaluación, que el dólar blue [no oficial] sube, el ‘por las dudas aumentamos’. Es eso que yo llamaba inflación autoconstruida, inflación psicológica”. No es la primera vez que el presidente argentino considera que la inflación es un fenómeno psicológico, para exasperación de los economistas del Gobierno y la oposición, que llevan años sin encontrar el origen de semejante trauma.
La crisis, en tanto, agita los fantasmas de medidas extremas y da alas a la extrema derecha. El candidato presidencial Javier Milei es buen ejemplo de ello. Mientras arenga a los suyos a terminar con “la casta política”, crece en las encuestas con la promesa de una dolarizar la economía para terminar mágicamente con la inflación. Milei es economista y defiende su propuesta a los gritos en los estudios de televisión. Sus detractores le recuerdan que con las reservas del Banco Central cercanas a cero, una medida semejante debería hacerse a una paridad del peso con el dólar cercana a los 7000 pesos, 14 veces más alta que la actual.
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