Joaquín Sabina cautiva a Buenos Aires (también) sentado
El cantante de Jaén vuelve de gira a su patria latinoamericana con siete llenos en tres ciudades de Argentina
Una Buenos Aires apoltronada en sus butacas volvió a recibir este domingo a Joaquín Sabina. Ya no fue una de esas noches de baile en el Luna Park, ni un maratón de canciones como las que alguna vez alternó en visitas de semanas enteras con Joan Manuel Serrat, pero el cariño permanece intacto. El cantante de Jaén, de 74 años, inauguró el primer concierto de seis que dará hasta fin de mes en la capital argentina tras pasar por...
Una Buenos Aires apoltronada en sus butacas volvió a recibir este domingo a Joaquín Sabina. Ya no fue una de esas noches de baile en el Luna Park, ni un maratón de canciones como las que alguna vez alternó en visitas de semanas enteras con Joan Manuel Serrat, pero el cariño permanece intacto. El cantante de Jaén, de 74 años, inauguró el primer concierto de seis que dará hasta fin de mes en la capital argentina tras pasar por San José de Costa Rica, Lima, Bogotá y Santiago de Chile en su regreso a las tablas. “Pero solo al llegar a Ezeiza me siento en casa”, dijo sobre su aterrizaje en el aeropuerto de Buenos Aires entre ante el aplauso de sus fieles y un mar de teléfonos que le apuntaban.
Sentado también Sabina en medio del escenario, tímido de dar algún paso pero en el foco de todas las miradas, hizo repaso de éxitos. Faltó Dieguitos y Mafaldas, el homenaje a una fanática de Boca Juniors que solía sacar parejas a bailar en los pasillos de sus antiguas presentaciones porteñas, pero compensó poniéndole voz a canciones como Tan joven y tan viejo o A la orilla de la chimenea, que volvió a cantar él mismo tras más de 20 años.
En un intervalo, la banda también desenterró Yo quiero ser una chica Almodóvar en la poderosa voz de Mara Barros y Antonio García de Diego ofreció su versión de La canción más hermosa del mundo. Con el carraspeo íntegro y enfundado en un bombín blanco que reflejaba la luz como un faro, Sabina volvió al escenario tras un descanso y se animó a la guitarra en el primer rasgueo de 19 días y 500 noches. La guitarra eléctrica salió en su ayuda mientras el público se animaba a desperezarse. La llama del baile de las noches sabineras de Buenos Aires, esta vez el moderno teatro Movistar Arena del extremo residencial de la avenida Corrientes, resplandeció por un momento intacta.
Sabina apenas se había presentado en público desde que cayó más de dos metros desde el escenario durante un concierto en Madrid en febrero de 2020. Recuperado de las tres fisuras que sufrió en el hombro izquierdo, volvió a cantar en Valencia durante los premios Goya de 2022 y sorprendió a sus fanáticos madrileños dos meses después, cuando irrumpió en el escenario por sorpresa durante una presentación de los Benditos Malditos, la banda que le acompaña por el mundo.
Prometió que volvería y el pasado 25 de febrero salió en una gira que bautizó Contra todo pronóstico y que lo tendrá dando vueltas por toda América y España hasta fin de año. Argentina, el país que visitó por primera vez en 1984 “para cumplir un sueño de infancia”, lo acogerá durante todo marzo con ocho presentaciones. Serán seis conciertos en Buenos Aires (más que en ninguna ciudad de la gira), uno en Rosario y otro en la ciudad de Córdoba. Fiel al pronóstico, apenas quedan un puñado de entradas para una de ellas, la penúltima, el 25 de marzo en la capital.
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