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¿Qué nos dice la Bienal de Venecia sobre el estado actual del mundo?

La curaduría proyectada por la italiana Cecilia Alemani es la primera en su su historia compuesta por por artistas mujeres o no binarias, así como con un énfasis especial en la presencia afrodescendiente.

(Foto: James Arthur Gekiere / Belga Mag vía AFP. Getty Images)

Considerada como una de las vitrinas más destacadas del arte en el mundo, la Bienal de Arte de Venecia, fundada en 1895, ha fungido históricamente como uno de los epicentros y sólidos referentes del pulso cultural contemporáneo desde las expresiones artísticas. Para su edición 59, la curaduría comandada por Cecilia Alemani (Milán, 1977) proyectaba un discurso enfocado en la coyuntura y el momento sociohistórico de los últimos años, en donde la lucha feminista, la diversidad y la incluisión racial, así como los movimientos en torno a la equidad de género han sido protagonistas e ineludibles ejes de cambio.

No exenta de la controversia y los señalamientos en torno a si el halo de cualquier gala social o los innecesarios dispendios de recursos oficiales en tiempos críticos conforman su actual prestigio, la Biennale di Arti di Venezia (en italiano original) sigue ostentando la credibilidad y proyección sobre el acontecer del arte contemporáneo en el mundo; es también una palestra pertinente para reflexionar la realidad que nos atañe desde otras visiones, sensibilidades y proyecciones, una plataforma en donde tiene cabida el humanismo, la empatía y el sentido de comunidad.

Bajo un signo de consonancia con el ecosistema de inclinaciones, intereses y relecturas en torno a la mujer en la historia humana han echado mano de la fantasía, el mundo onírico y el surrealismo, la curadora italiana afincada en Nueva York comisionada para dar forma a la edición número 59 de la Bienal de Venecia, Cecilia Alemani, tituló la selección de 213 participantes de diversas latitudes y épocas (más de 80 comisiones completamente nuevas), The Milk of Dreams (La Leche del Sueños), en clara alusión al nombre del mismo título, autoría de la artista de origen británico Leonora Carrington (1917-2011).

(Foto: Pabellón de Estonia en la Bienal de Venecia. James Arthur Gekiere / Belga Mag vía AFP. Getty Images)

Dentro del libro en referencia, la artista surrealista describe un mundo mágico en donde la vida se reinventa constantemente gracias al ejercicio de la imaginación, un terreno en donde el cambio y la transformación no tiene límite, sugiriendo además un viaje imaginario a través de las metamorfosis de los cuerpos y las definiciones de lo humano.

Este fue el punto de partida para que Alemani confeccionara una muestra compuesta en casi su totalidad (90%) por artistas mujeres o no binarias, con un llamado claro también a la inclusión y la pertinencia del arte afrodescendiente. Tras tres años de pausa derivados en buena medida de la pandemia mundial, la Bienal de Venecia 2022 fue inaugurada durante la segunda mitad de abril de este año bajo tres valores-intereses que guiaron a su directora: simbiosis, solidaridad y sororidad, además de contar por primera vez en su historia con la presencia de pabellones de República de Camerún, Namibia, Nepal, Sultanato de Omán y Uganda, República de Kazajstán, Kirguizistán y Uzbekistán.

(Foto: El ministro flamenco, Jan Jambon, en el pabellón danés durante la inauguración oficial del pabellón belga. James Arthur Gekiere / Belga Mag vía AFP. Getty Images)

“La Bienale”, como se le conoce coloquialmente, también aterriza como una oportunidad amplia y puntual para reflexionar sobre el apoyo mutuo y las fronteras (‘Beyond Walls’ del artista franco-suizo Saype), la guerra (‘Para Ucrania’ de Pavlov Makov), el estado de confinamiento (‘Alloro’ de Antonio Calanni) o la resistencia racial (‘Sovereignty’ de la artista Simone Leigh).

Aunque algunas voces a favor de la bienal se han pronunciado por una deuda histórica y una pertinencia discursiva, por otra parte, los gestos simbólicos antibélicos dentro y fuera del propio campo de la muestra artística más importante del mundo, que no han sido pocos, muestran también que el campo artístico es en sí mismo el terreno propicio para la crítica desde la visión crítica, para plantear las problemáticas del mundo desde ámbitos mucho más amplios, fructíferos y provechosos.

La Bienal de Venecia es sin duda un pliego pertinente para el planteamiento de las reflexiones sobre el acontecer del mundo, enfatizando el afán de que en un contexto especialmente tenso y complejo a nivel planeta, cabría cuestionar los moldes cercanos al entretenimiento, los brillantes galardones, así como los ánimos preseas culturales con ánimos de validación internacional (recordemos que detrás de buena parte de los pabellones existe un fuerte respaldo financiero proveniente de recursos públicos), independientemente de los discursos en línea.

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