Venezuela, tierra de gracia
La propuesta de transición de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia se compromete a impulsar un plan de Gobierno centrado en el bienestar
Tras años de crisis, empobrecimiento y pérdida de libertades, el programa “Venezuela, tierra de gracia” es una visión de transformación profunda y esperanzadora para reconstruir el país y permitir que cada ciudadano recupere su dignidad. Impulsado por ...
Tras años de crisis, empobrecimiento y pérdida de libertades, el programa “Venezuela, tierra de gracia” es una visión de transformación profunda y esperanzadora para reconstruir el país y permitir que cada ciudadano recupere su dignidad. Impulsado por María Corina Machado y el Presidente electo Edmundo González Urrutia, este plan de gobierno representa el compromiso firme de devolverle a Venezuela el rumbo democrático, el crecimiento económico y el bienestar social que por tanto tiempo le han sido negados.
El nombre del programa no es casual: Tierra de gracia es un reconocimiento a lo que Venezuela ha sido y puede volver a ser. Es un país lleno de talento humano, recursos inmensos, diversidad cultural y potencial energético, que hoy está atrapado en una estructura criminal que lo ha llevado al colapso. Este plan parte de una premisa clara: la situación actual no se resuelve con parches ni con más controles, sino con una transformación integral que libere las fuerzas productivas, empodere a los ciudadanos y reinserte a Venezuela en el mundo como una nación libre, moderna y respetada.
La reconstrucción debe ser integral. Una vez asumido el Gobierno por el presidente González Urrutia y María Corina, se pondrá en marcha un plan con acciones para las primeras 100 horas, los primeros 100 días y los primeros años del proceso de renacimiento del país, liderado por equipos profesionales de primer nivel.
En lo social, la prioridad es clara: primero los más vulnerables. No se puede hablar de futuro sin atender con urgencia a quienes hoy carecen de alimentación, salud, educación o una vejez digna. De inmediato, se implementará un programa temporal de transferencias directas para enfrentar la crisis humanitaria y alimentaria. Este plan formará parte de un acuerdo de estabilización y reconstrucción económica negociado con el FMI y los bancos multilaterales de desarrollo.
Se implementará progresivamente un sistema educativo financiado con vouchers que premien la calidad, y una salud pública que funcione mediante un esquema de seguros público-privado, con infraestructura adecuada, tecnología y profesionales bien remunerados. Se construirá también un sistema de pensiones sostenible, que incluya a todos: quienes no cotizaron, quienes lo hicieron parcialmente y quienes podrán planificar su retiro con libertad, mediante sistemas de capitalización y cuentas individuales inembargables por el Estado.
Asumido el Gobierno, se relegitimarán y democratizarán las instituciones del Estado. Hoy enfrentamos un aparato ilegítimo, autoritario e hipertrofiado que consume recursos sin brindar servicios. Se emprenderá una transformación institucional: un congreso legítimo, independencia judicial, libertades civiles, transparencia y un sistema federal donde los ciudadanos incidan en las decisiones que los afectan. Se construirá un Estado moderno, limitado en tamaño pero fuerte en funciones esenciales: justicia, seguridad, servicios públicos y respeto a los derechos humanos. Se respetará a los funcionarios públicos y se los capacitará para profesionalizar los servicios y facilitar su transición progresiva al sector privado si así lo desean.
La economía venezolana dejará de ser un terreno hostil para el trabajo, la producción y la inversión. Tendremos una economía abierta, competitiva y productiva, donde el emprendimiento no sea perseguido y el esfuerzo honesto tenga recompensa. Esto requiere estabilidad macroeconómica, disciplina fiscal, una moneda confiable y reglas claras que estimulen la inversión nacional e internacional. El crecimiento económico dejará de ser una promesa vacía y se convertirá en empleos, salarios dignos y oportunidades para todos los que deseen trabajar con honestidad, creando y expandiendo una gran clase media.
El sector energético, columna vertebral de la economía, requiere una transformación profunda. La economía petrolera ha sido destruida por la corrupción, el control político y el abandono. Se privatizará la industria para atraer el capital necesario que permita recuperar su capacidad y volver a ser una potencia petrolera y gasífera mundial. Al mismo tiempo, se desarrollará el inmenso potencial de energía hidroeléctrica y se impulsarán fuentes limpias y sostenibles.
También se desarrollará una política exterior coherente con los principios de libertad, legalidad y defensa de los intereses nacionales. Venezuela retomará su lugar en la comunidad internacional, fortalecerá sus vínculos con democracias, volverá a organismos multilaterales y protegerá a su diáspora. Millones de venezolanos en el exterior merecen atención consular eficiente y opciones reales de regresar quienes lo desean.
Sin seguridad, no hay libertad ni progreso posible. El plan contempla la profesionalización de los cuerpos de seguridad, la desmilitarización de la vida civil y el desmantelamiento de grupos armados irregulares. Se restaurará el orden, se protegerá la vida y se garantizará justicia para todos.
“Venezuela, tierra de gracia” no es una lista de promesas vacías. Es una visión de país construida con la convicción de que sí es posible salir adelante. Creemos en la capacidad de los venezolanos, en su coraje, su creatividad y su deseo de cambio. Este plan es una invitación a construir juntos una nación libre, próspera y justa, donde cada venezolano pueda soñar y lograr una vida digna sin tener que abandonar su tierra.
Hoy más que nunca, tenemos la oportunidad de volver a ser esa tierra de gracia que siempre fuimos. Y lo vamos a lograr.