El candidato afín a Trump para dirigir la OEA se retira de la batalla para suceder a Almagro
La carrera dio un vuelco en 48 horas y el representante de Surinam, más tecnócrata, se perfila como el aspirante de consenso
Son tiempos convulsos en todo el mundo, y en América también. Desde Estados Unidos pende la imposición de aranceles, la presión para una deportación masiva de inmigrantes irregulares a sus países de origen y las amenazas de “recuperar el control” del canal de Panamá. Este lunes, la Organización de Estados Americanos (OEA) afronta la votación para elegir a su nuevo secretario general, tras ...
Son tiempos convulsos en todo el mundo, y en América también. Desde Estados Unidos pende la imposición de aranceles, la presión para una deportación masiva de inmigrantes irregulares a sus países de origen y las amenazas de “recuperar el control” del canal de Panamá. Este lunes, la Organización de Estados Americanos (OEA) afronta la votación para elegir a su nuevo secretario general, tras la década del uruguayo Luis Almagro, marcada por las fricciones internas por Venezuela, con la pretensión de infundir un nuevo lustre a la institución panamericana ante los graves desafíos que se dibujan en el horizonte. Tras la retirada a última hora del miércoles del aspirante afín a Donald Trump, el canciller paraguayo Rubén Ramírez Lezcano, y salvo sorpresa de última hora, el ministro de Exteriores surinamés, Albert Ramdin, se perfila como el candidato de consenso para un momento clave.
La carrera para relevar a Almagro sufrió un vuelco el martes pasado con una jugada liderada por Brasil que en 48 horas ha cambiado el panorama. El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, junto a los de Bolivia, Chile, Colombia y Uruguay, anunció de manera conjunta e inesperada su apoyo a Albert Ramdin, un hombre del que se destaca su experiencia en la organización: ya fue secretario general adjunto entre 2005 y 2015.
La nota difundida por el quinteto —países todos con Gobiernos progresistas— destaca que Ramdin, “con su amplia experiencia diplomática, incluyendo su papel previo como secretario general adjunto de la OEA, está en una posición única para abordar los desafíos contemporáneos que enfrentan nuestros países ofreciendo una perspectiva nueva que refleja las realidades y aspiraciones del Caribe y las Américas en su conjunto”.
El canciller de Surinam había entrado en la carrera con el apoyo sólido y explícito de los 14 países caribeños, porque la región nunca ha liderado la OEA pese al sistema de rotación no escrito en la designación de su secretario general. A los cinco votos recibidos el martes se sumaron el miércoles otros tres: los de Costa Rica, Ecuador y República Dominicana. En total, 22 votos, más de los 18 necesarios para ganar la votación del lunes y que consolidan su posición como candidato de consenso.
En cambio, su hasta ahora rival, Ramírez Lezcano, no había recibido el apoyo explícito de ningún Gobierno. Jugaba en su contra, para empezar, su procedencia geográfica: reemplazar a un uruguayo por un representante de un país vecino iría en contra del principio de rotación. Pero también su afinidad hacia la Administración Trump, después de que inmediatamente después de las elecciones estadounidenses de noviembre se desplazara a Mar-a-Lago, la residencia del republicano, para felicitarle.
Así las cosas, el miércoles el presidente paraguayo, Santiago Peña, anunciaba la retirada de la candidatura de su canciller. “He tomado la decisión de retirar la candidatura del ministro de Relaciones Exteriores, Rubén Ramírez Lezcano, un diplomático de dilatada trayectoria y de bien ganado prestigio, no solo regional, sino mundial, para la secretaría general de la OEA”, declaraba en un comunicado. El representante paraguayo se había lanzado al ruedo en septiembre pasado.
Ramírez Lezcano y Ramdin habían mostrado posturas opuestas en asuntos de interés regional, como la crisis en Venezuela o la influencia de China en América Latina. El paraguayo aseguraba que la OEA debía “trabajar intensamente” para que los regímenes autoritarios de la región, Venezuela, Cuba y Nicaragua “vuelvan al sistema democrático y tengan Gobiernos respetados y respetables”. En cambio, el surinamés se había limitado a declarar, al presentar su candidatura, que, como secretario general, haría cumplir las normas de la organización. Posteriormente, indicó que “la única forma” de resolver la situación en Venezuela es mediante un “diálogo” con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Brasil considera esencial que el sucesor de Almagro sea alguien que conoce de primera mano las entrañas del organismo; fue el número dos de la OEA entre 2005 y 2015. Pero, por supuesto, en la decisión de Lula, Gabriel, Boric, Gustavo Petro, Luis Arce y Yamandú Orsi de apostar por el surinamés también pesan otros dos hechos: la afinidad desplegada por el candidato y canciller de Paraguay con Donald Trump y la guerra de aranceles con la que ataca a sus vecinos, México y Canadá, ambos socios también en la OEA.
El Gobierno de Lula cree que estos tiempos convulsos requieren un perfil menos polarizador que el de Almagro durante la última década: “En este momento en que tenemos distintas sintonías en lo político, requiere cintura por parte del secretario general para recuperar la posición que la OEA tuvo y ha perdido”, explica una fuente gubernamental brasileña. El saliente Almagro “no brindaba esa búsqueda de equilibrio”, añade. Brasil abraza desde hace décadas una diplomacia volcada en el diálogo, la negociación y la persuasión, una receta que considera la más adecuada también para Venezuela.
Al Gobierno de Lula también le molestó, y mucho, que la OEA aceptara enviar el pasado febrero a su relator especial para la libertad de expresión a Brasil para investigar supuestos casos de censura a brasileños investigados por el asalto en Brasilia en 2023, un movimiento “basado en una campaña de desinformación”, recalca la fuente, que hace el juego al bolsonarismo.
El deseo de un candidato de consenso alejado de las polémicas es algo compartido por otros Gobiernos de la región, después de reveses como sus fallos en la misión de observación de las elecciones bolivianas en 2019, que han afectado a la moral de la organización.
Y es un anhelo que se multiplica en la nueva era de unos Estados Unidos liderados por Trump y opuestos a todo lo que huela a multilateralismo. Washington ya ha anunciado su retirada de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud o la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, y los países miembros de la OEA tienen muy presente que el 60% que aporta la primera potencia al presupuesto de la institución panamericana es fundamental para su funcionamiento.