La salida de Chevron, la devaluación de la moneda y el diferencial cambiario sacuden la economía venezolana

El leve crecimiento económico de los últimos años podría verse frenado por desequilibrios fiscales

Vista de la sede de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) este miércoles, en Caracas (Venezuela).MIGUEL GUTIÉRREZ (EFE)

La economía venezolana presenta nuevas señales de alerta en su tablero. La lenta recuperación de estos tres años, luego del crack económico del período 2014-2020, se enfrenta en este primer trimestre de año a varios riesgos. La decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de eliminar la licencia a la multinacional Chevron para operar en Venezuela amenaza un grave desequilibrio presupuestario que avizora nuevas tormentas económicas.

Después de sucesivas crisis políticas y estragos económicos en los últimos 25 años, la economía venezolana, con una industria y un aparato exportador en mínimos históricos, se muestra aún más dependiente que nunca de sus ingresos petroleros y petroquímicos. Tras un tiempo en relativa estabilidad, el tipo de cambio oficial ha tenido una depreciación de 81% desde el mes de septiembre. Hace un año, un dólar se tasaba en 36 bolívares. Hoy, a 64. El diferencial entre el dólar oficial y el paralelo, que ya se vende en 73 bolívares, presenta una brecha de 27%, con tendencia al alza.

La inflación, que parecía conjurada a mediados de 2024, ha trepado de nuevo: en enero, saltó a 7%, un dígito altísimo para ser el primer mes del año, cifra que el Banco Central de Venezuela reconoce en 4%. Los salarios venezolanos siguen siendo los más bajos de la región. Venezuela viene de un crecimiento económico cercano al 4% del PIB en 2024, y tenía planteada una tasa relativamente similar, quizás algo más pequeña, de acuerdo a algunas fuentes, para 2025. Obviamente, antes de la noticia de Chevron.

Venezuela tendría que presentar tasas de crecimiento de dos dígitos durante varios años para recuperar su antiguo tamaño, cuando llegó a ser la quinta —e incluso la cuarta— economía de Latinoamérica, antes de la llegada de Nicolás Maduro al poder. El impacto de la marcha de Chevron a la débil estructura productiva venezolana se sabrá cuando queden despejados los términos de su salida. Formalmente, a la empresa le quedarían seis meses para marcharse mientras mantiene operaciones hasta el primero de agosto (con lo cual le seguirían ingresando sus dólares al fisco hasta ese momento). Hay, sin embargo, quienes sostienen que existe un presunto interés en Washington para precipitar la salida para ahora mismo, de acuerdo a lo que se recoge en círculos informativos venezolanos en Miami. También se habla mucho de nuevas negociaciones y un nuevo acuerdo energético entre Maduro y los Estados Unidos. La situación resulta confusa.

“Sin licencias petroleras a compañías extranjeras, muy difícilmente Venezuela vaya a tener crecimiento este año y los que vienen. Tendríamos, otra vez, una inflación de más de 100% a finales de 2025, y un tipo de cambio muy lejos de los niveles actuales. La producción petrolera caerá inevitablemente. Aunque PDVSA pueda asumir operaciones en esos campos, le va a costar hacer las inversiones de mantenimiento, que necesitan mucho dinero y tecnología” afirma Luis Oliveros, economista y académico de la Universidad Metropolitana de Caracas.

Como otros economistas, Oliveros piensa que es probable que Trump busque algún nuevo acuerdo energético con Nicolás Maduro, pensado en sus términos. Una buena parte de la oposición venezolana, comandada por María Corina Machado -pero muy particularmente la ciudadanía en el exilio-, ve estas medidas contra las operaciones Chevron con mucha simpatía. Un sector minoritario, pero visible, del campo democrático, dentro del país, no se ha cansado de lanzar nuevas advertencias sobre las terribles consecuencias económicas que tendría la marcha de Chevron.

Luego de producir 3.200.000 diarios en sus tiempos dorados, Petróleos de Venezuela podría estar en este momento en los 650.000. A diferencia de lo que sucedía a finales del siglo XX, el país necesita urgentemente inversiones internacionales para hacer mantenimiento de equipos y de pozos petroleros que permitan sostener y aumentar la producción actual.

“Si Chevron se va en marzo, las consecuencias para el estado serían mucho más severas, y las sentiría todo el mundo de inmediato”, afirma Leonardo Vera, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. “Chevron le mete al mercado cambiario 200 millones de dólares mensuales que ya no existirían, y ese mercado ya está en crisis. Su marcha tendría además un impacto fiscal. El dólar oficial podría pasar de 100 bolívares a mediados de este año. Todo eso con una inflación alta, nuevas caídas del salario y una contracción entre 1 y 2 puntos del PIB. Si la salida es progresiva, podría haber algo de movimiento este año y los efectos quedarán para finales de 2025 y comienzos de 2026.”

Maduro ha reaccionado a las decisiones de Trump: “A nosotros no hay amenaza en este mundo que nos intimide. Podemos negociar con los Estados Unidos si ellos quieren, en una relación fundamentada en el respeto. Pero si no, seguiremos trabajando en nuestro proyecto. No esperamos nada de los imperialistas.”

La vicepresidente de la república, Delcy Rodríguez, lleva rato haciendo visitas a países como Turquía y la India para buscar nuevos acuerdos en inversiones petroleras que puedan sustituir la marcha de empresas occidentales de los campos petroleros venezolanos, que tiene la reserva más grande del mundo.

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