El Vaticano expulsa a Luis Fernando Figari, fundador de Sodalicio en Perú, acusado de pederastia y abusos
Un año después de haber enviado una misión papal a Lima, la Santa Sede decretó la expulsión de este laico consagrado de 77 años que fundó el grupo ultraconservador. Las víctimas piden que sea sometido a la justicia civil
Hasta el siglo pasado se creía que Luis Fernando Figari Rodrigo tenía poderes sobrenaturales y una conexión directa con Dios. Se trataba de un laico consagrado que en 1971 había fundado en Perú un grupo religioso ultraconservador llamado Sodalicio de Vida Cristiana, que se preciaba de enderezar a adolescentes con problemas de conducta y crisis de fe. Pero desde que en el año 2000, un exmiembro de la congregación, José Enrique Escardó Steck, denunció el infierno que se vivía en los centros de retiro, el pedestal que Figari y su cúpula habían construido comenzó a resquebrajarse.
Se supo entonces que valiéndose de una ideología, donde los miembros debían obediencia plena a sus superiores, Figari cometió decenas de abusos sexuales, psicológicos y físicos. Que castigaba a los más jóvenes con un látigo con punta de metal, que les ordenaba dejar sus palmas sobre el fuego durante los segundos suficientes para llenarse de ampollas, que los obligaba a desnudarse y golpearse entre ellos. A algunos otros, los más vulnerables, les practicaba un supuesto ritual para restaurar su pureza que, en realidad, consistía en tener sexo.
A fines de julio del 2023, tras una serie de destapes periodísticos y un pedido de prisión preventiva en contra de Figari —quien desde el 2015 vive exiliado en Roma—, la Santa Sede envió a Lima una misión papal para comprobar la validez de las múltiples denuncias. Durante una semana, el arzobispo de Malta, Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu se reunieron con una decena de víctimas y denunciantes en la Nunciatura Apostólica de Perú, en el distrito de Jesús María. A Scicluna y a Bertomeu los antecedía el haber investigado los abusos del cura chileno Fernando Karadima, además de otros casos de violencia sexual al interior de la Iglesia. Tras evaluar el informe de aquella visita, El Vaticano ha resuelto la expulsión del Sodalicio de su máximo líder y fundador, Luis Fernando Figari Rodrigo, de 77 años.
La misión detecta “causas inaceptables” en la Iglesia
El Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica de la Santa Sede subraya en un comunicado que la decisión se tomó “con la finalidad de restablecer la justicia dañada por el comportamiento del señor Figari a lo largo de muchos años, así mismo para proteger en el futuro el bien individual de los fieles y de la Iglesia”. Aunque no entraron en detalles, en el oficio se subraya que la comisión papal constató “causas incompatibles y, por tanto, inaceptables en un miembro de una institución de la Iglesia, así como por causa de escándalo y grave daño al bien de la Iglesia y de cada uno de sus fieles”.
Desde el 2010, Luis Fernando Figari Rodrigo vive alejado de la vida pública y desde el 2015 está en Roma. Por orden de la Santa Sede, está impedido de regresar al Perú, tener algún tipo de contacto con miembros de la comunidad sodálite y brindar entrevistas. En una de sus últimas declaraciones, Figari se desentendió de cualquier culpa. “Si hay víctimas, a mí no me consta. Yo estoy acá en un retiro. Entonces no conozco la realidad de todas las personas, pero si hay víctimas me produce profundo dolor y creo que se les debe ayudar a promoverse de la situación que sea”, dijo por el 2016.
El periodista José Enrique Escardó Steck, el primer denunciante del Sodalicio, ha saludado la decisión del Vaticano, pero también la ha tomado con pinzas. Tras más de dos décadas de lucha, considera que es imprescindible que Figari y su cúpula sean juzgados por la ley de los hombres. “Es una buena señal, pero no sirve si no se somete a Figari y a sus secuaces a la justicia civil. La Iglesia seguiría encubriéndolos. No es el único. Hay muchos otros abusadores que deben seguir el mismo camino”, señala. Como se recuerda, el vicario general del Sodalicio, Germán Doig, quien falleció en el 2001, estuvo a punto de ser beatificado, pero su proceso se interrumpió al conocerse que había abusado sexualmente de menores de edad y adultos.
El reconocimiento de El Vaticano, un “empuje” para la fiscalía
Escardó Steck, presidente de la Red de Sobrevivientes del Perú, una asociación civil que reúne a víctimas de abusos eclesiales, agrega: “El reconocimiento por parte del Vaticano de los delitos de Figari debe ser el empuje final que necesita la Fiscalía para denunciar de una vez a los abusadores y meterlos a la cárcel. También para ordenar reparación integral y digna para las víctimas. El Estado debe implementar políticas eficientes de acceso a la justicia, evitando la revictimización y la estigmatización”. En esta búsqueda de la verdad ha sido vital el aporte de la prensa, con sesudas investigaciones contenidas en los libros Sin noticias de Dios (2022) de Pedro Salinas y Mitad monjes, mitad soldados (2015), de Salinas en coautoría con Paola Ugaz.
A través de un comunicado, el Sodalicio se pronunció respecto a la expulsión de Figari Rodrigo para marcar distancia. “Es el fundador histórico, pero no es un referente espiritual para nuestra comunidad ni para la familia sodálite”, dice el oficio firmado por el superior general, José David Correa González. “Esta medida es un gesto de caridad pastoral, justicia y reconciliación dentro de nuestra comunidad y con todas aquellas personas que han sido afectadas. La agradecemos con filial adhesión como parte del camino de renovación que nuestra comunidad viene recorriendo desde hace varios años”, dice. El Sodalicio de Vida Cristiana cuenta con más de 20.000 seguidores en 25 países.
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