Los que se marcharán de Venezuela si gana otra vez el chavismo: “Empezaré a vender mis cosas”
La migración es una posibilidad cercana para casi un cuarto de la población en caso de que no haya un cambio de ciclo político este domingo
Hace años que los planes de migración de los venezolanos están marcados por los ciclos electorales. Tras 25 años de chavismo, se han vuelto parte de la conversación cotidiana cada vez que se acerca una fecha electoral, como la de este domingo. Se escucha en la calle constantemente, pero no es solo una sensación o un pálpito: diversos sondeos señalan que alrededor de un cuarto de la población —entre un 18% y un 22%— tiene planes de irse del país este año. De ese grupo, la mayoría condiciona su decisión al resultado electoral: afirman que se irán si el presidente Nicolás Maduro resulta elegido para un tercer periodo.
María Auxiliadora Fernández, de 55 años, cuenta que ha pensado que, si esta vez no se logra el cambio de Gobierno, seguirá los pasos de su hermana hacia España, de donde son ciudadanas. “Muchas personas piensan irse si en esta oportunidad no se logra el cambio”, asegura la diseñadora gráfica, integrada a la campaña de Edmundo González como testigo. “Si bien el 28 puede haber un desenlace en el que ellos digan que ganaron, eso puede cambiar. Hay muchas cosas que se le van a hacer muy difíciles a Maduro si hace eso y todo puede pasar. Yo no me iría inmediatamente, pero sí comenzaría a vender las cosas que tengo y poner todo en orden para irme”, añade.
Engilberth Jiménez cree incluso que si gana la oposición la situación no mejorará lo suficiente en el corto plazo. “Para que este país cambie, se reestructure todo lo que hay desvalorizado, no estamos hablando de meses, sino de al menos un año”, dice. Ha decidido irse a Estados Unidos, a donde ya se han ido unos amigos. Los peligros de cruzar la peligrosa selva del Darién le parecen un sacrificio necesario por la recompensa de tener mejores oportunidades. Tiene 26 años, trabaja por su cuenta como comerciante y, por teléfono desde Barquisimeto, en el centro occidente del país, dice que no puede postergar más sus metas. “Acá puedo tener empleo y hacer ingresos, pero se vive al día. Las cosas a las que uno aspira no se pueden lograr en poco tiempo”.
El flujo de migrantes venezolanos que se mueven por el Darién para llegar a Estados Unidos no se detiene, pero se ha ralentizado. En los primeros cinco meses de 2024, 170.000 personas cruzaron el corredor selvático entre Colombia y Panamá, la mayoría venezolanos provenientes de otros países de la región, donde no lograron integrarse. La cifra es un 2% superior al año anterior. Estados Unidos ha endurecido sus políticas de ingreso. Panamá también ha anunciado deportaciones y el cercado de senderos y trochas por la selva con el nuevo Gobierno de José Raúl Mulino, que tomó posesión este mes. La temporada de lluvias también ha prevenido a algunos. Países como Chile, Perú y Ecuador, que cuando comenzó a crecer el flujo migratorio de venezolanos, entre 2014 y 2018, los peores años de la crisis socioeconómica, implementaron políticas solidarias hacia los migrantes y refugiados venezolanos, ahora han impuesto visas y aumentado la seguridad de sus fronteras. Pero con más de siete millones afuera ―según el Banco Mundial, la población estimada de Venezuela en 2022 era de 28,3 millones de personas―, los que quedan en el país tienen redes más consolidadas para intentarlo.
Cambios en las movilizaciones
Desde el año pasado, se vienen registrando cambios en las movilizaciones. La Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano, realizada por la Universidad Católica Andrés Bello, reportó una menor concentración de venezolanos en Colombia y Perú y un aumento de aquellos que están viviendo en EE UU y España. Chile se posiciona como el tercer país receptor de migrantes venezolanos. La emigración reciente de mujeres con fines de reagrupación familiar va en aumento, hecho que podría significar mayor estabilidad de la emigración venezolana en los diferentes destinos. Los migrantes cada vez son mayores: casi la mitad tiene entre 30 a 49 años.
El chavismo, con frecuencia, ha negado el fenómeno de la migración, convertido en un indicador de la mala gestión del Gobierno venezolano. Por años, los consulados venezolanos han dificultado el acceso a documentos de identidad de sus ciudadanos y este 28 de julio, de unos 3,5 millones de venezolanos que se calcula que podrían estar en condiciones de votar, apenas podrán hacerlo unos 69.000, los que pudieron inscribirse durante las jornadas de actualización del registro electoral que fueron insuficientes y estuvieron llenas de trabas. El mes pasado, sin embargo, Maduro anunció la creación de un Viceministerio para Asuntos de la Migración Venezolana y en los mítines de la campaña les pide que vuelvan. La oposición también ha convertido en su bandera la promesa de que, si llegan al poder, los que se han ido podrían encontrar condiciones para volver al país.
El tema, por supuesto, ha sido parte de las negociaciones que Caracas mantiene con Washington. A finales del año pasado, luego de la firma de los acuerdos de Barbados, las licencias para actividades petroleras que concedió Estados Unidos vinieron acompañadas de la reanudación de los vuelos de deportación de migrantes desde Estados Unidos hacia Venezuela. Hubo un alivio de las sanciones para Maduro y también un alivio de la presión en la frontera para Joe Biden.
Meses después, cuando Estados Unidos anunció la revocatoria de las licencias por la decisión del Gobierno de Maduro de inhabilitar a la líder opositora María Corina Machado, Venezuela no volvió a autorizar la llegada de más vuelos con repatriados. El próximo cambio en la Casa Blanca, con las elecciones de noviembre, a las que el republicano Donald Trump podría llegar como favorito, también tendrá peso en lo que ocurra en política migratoria y en el curso que tomen las negociaciones con el país sudamericano.
“Para Venezuela, que ya ha perdido el 25% de su población, principalmente en edad laboral activa, una mayor emigración sería muy perjudicial”, advierte María Gabriela Trompetero, docente e investigadora del tema migratorio en la Universidad de Bielefeld, en Alemania. “La pérdida de fuerza laboral y el bono demográfico, junto con la separación de las familias, ya tiene graves consecuencias para el país en materia económica, psicosocial y de cohesión social. Estos problemas se acrecentarían en el marco de un nuevo éxodo impulsado por una eventual victoria de Maduro. Generaría una serie de problemas complejos y multifacéticos, tanto para Venezuela como para los países de la región”, apunta. Irse del país será otra elección a la que acudirán este domingo algunos venezolanos.
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