Karin Herrera: “Mi anhelo no es vivir en una dictadura o en un país con mucha oscuridad”
La vicepresidenta de Guatemala conversa con EL PAÍS sobre los retos del nuevo Gobierno. “Cuando salgo a la calle, me dicen continuamente: ‘No nos vayan a fallar”
Karin Herrera (Ciudad de Guatemala, 55 años) nunca soñó con ser política. Desde niña, la nueva vicepresidenta de Guatemala tenía claro que lo que ella quería era ser maestra. Siempre que podía, ponía a quien tenía delante frente a un pizarrón para dictarle una lección. Y no tardó en conseguirlo. Esta química bióloga con un doctorado en Ciencias Políticas y Sociología ya suma más de tres décadas como investigadora científica y catedrática. Una ...
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Karin Herrera (Ciudad de Guatemala, 55 años) nunca soñó con ser política. Desde niña, la nueva vicepresidenta de Guatemala tenía claro que lo que ella quería era ser maestra. Siempre que podía, ponía a quien tenía delante frente a un pizarrón para dictarle una lección. Y no tardó en conseguirlo. Esta química bióloga con un doctorado en Ciencias Políticas y Sociología ya suma más de tres décadas como investigadora científica y catedrática. Una carrera brillante en la academia que se vio obligada a interrumpir cuando sintió “un llamado” que, dice, tenía que responder.
Ese llamado llegó de la política universitaria. “Por la educación pública, particularmente por la superior”, dice a EL PAÍS. Fue en 2022, en medio de una crisis en su universidad, la San Carlos (USAC), cuando estudiantes y docentes denunciaron la imposición de Walter Mazariegos como rector. “Por primera vez en los 100 años que tiene la facultad de Farmacia o en los 300 de la universidad se impedía que participaran electores”, recuerda la vicepresidenta. “Eso me daba una idea de que se estaban pasando límites y que yo no podía seguir solamente viendo o quizá respondiendo a las amenazas que recibía en mi teléfono o en las redes sociales de: ‘Cállese’, porque eso implicaba ceder, bajar los brazos, y someterse a las fuerzas oscuras. Entonces yo siempre pensé que mi anhelo no es vivir en una dictadura o en un país con mucha oscuridad”, confiesa.
De la política universitaria, no tardó en dar el salto a la nacional. Menos de un año después, en enero de 2023, fue elegida como compañera de fórmula de Bernardo Arévalo, el candidato del Movimiento Semilla, el partido surgido de las protestas anticorrupción de 2015, en las que ella también participó. El binomio fue investido el pasado domingo tras vencer de manera sorpresiva las elecciones y enfrentarse a una carrera de obstáculos por las interferencias desde el poder judicial y legislativo para tratar de evitar su llegada al poder. Solo tres días antes de la toma de posesión, la propia Herrera pidió protección a la Corte de Constitucionalidad ante los rumores de que la Fiscalía podía emitir una orden de captura en su contra por un caso relacionado con las protestas universitarias en la USAC.
El pasado domingo cuando, tras una tensa y larga jornada en el Congreso, entró de madrugada en el centro cultural Miguel Ángel Asturias para finalmente jurar su cargo y vio a su madre en la segunda fila del teatro, pensó en todos sus sacrificios para que ella pudiera estudiar, y pensó: “Mamá: Misión cumplida”, recuerda emocionada. “Ella siempre procuró para mí todo lo que ella no tuvo. Siempre me decía: ‘Mira, tu papá es un servidor público honesto. Podrán decir que anda con su pantalón raído, con sus zapatos gastados, pero no se queda con ni un centavo”. Más tarde, desde el balcón del palacio de Gobierno ofreció un discurso a los guatemaltecos que fue una declaración de intenciones de lo que prevé ofrecer como vicepresidenta: mucho trabajo para cambiar el sistema y convertir a Guatemala en un “lugar donde quedarse”. Tres días después, atiende a EL PAÍS en una entrevista en su recién estrenado despacho y rodeada de su equipo de asesoras, con las que más tarde posará ante la cámara. “Ella también es de mi equipo”, dice señalando a una edecán que, aunque al principio se resiste, finalmente se une al grupo. Karin Herrera no quiere que nadie se quede fuera de la foto.
Pregunta. ¿Cómo se siente después de estas semanas tan difíciles?
Respuesta. Ha sido una etapa desde la segunda vuelta hasta transición llena de obstáculos. En este momento, me siento con el compromiso y responsabilidad que tengo con la población porque, cuando salgo a la calle, no falta quien me dice: “No nos vayan a fallar”. Eso es un continuo porque el guatemalteco ha visto, a lo largo de estos últimos años o en las últimas décadas, ese continuo olvido a la población y principalmente a la más necesitada. Entonces esto implica para mí una gran responsabilidad. Me siento con esta sensación de que sí o sí tengo que aprovechar cada hora del día.
P. El pasado domingo vimos las últimas muestras uno de los retos que probablemente tenga su Gobierno, con Consuelo Porras todavía en el Ministerio Público y con un Congreso que les puede hacer la vida difícil. ¿Cómo se plantean ustedes gobernar con esos retos?
R. En este momento nos estamos organizando para responder a lo que hace falta [...] Sabemos que están estas fuerzas, pero también confiamos en que la correlación de fuerzas puede dirigirse. Tenemos la oportunidad de trabajar y avanzar por el pueblo. Hagámoslo. Es una oportunidad que tenemos ahorita de poder hacer algo positivo por Guatemala y que no sigamos brillando por esos indicadores negativos de corrupción, de pésima educación pública o por desnutrición, sino que podamos avanzar por la vía correcta. Tenemos retos en ese camino y con estas fuerzas, pero esperamos que, como ha sucedido hasta ahora, esta correlación de fuerzas cambie, porque algunos dicen: ‘Bueno, no me voy a manchar, no me voy a continuar manchando’. La población ahorita está más consciente que tiene una oportunidad, porque en esta coyuntura vieron la posibilidad de que su voz se escuchara y es lo que están haciendo y yo espero que estas fuerzas oscuras frente a esta postura de la población respondan en consecuencia y puedan retomar el camino hacia uno que no sea de más oscuridad.
P. En su discurso en la plaza, habló mucho de las mujeres, de los pueblos indígenas, de los jóvenes y de educación. ¿Qué podemos esperar de su vicepresidencia?
R. Trabajo, mucho trabajo y esfuerzo y responsabilidad en los compromisos asumidos. Y puertas abiertas para escuchar, porque la mayoría de la población no ha sido escuchada en los gobiernos anteriores o en la mayoría de ellos. Y trabajo, mucho trabajo y esfuerzo. No voy a decir que tengo una varita mágica y que voy a resolver todo, pero sí que tengo sumo compromiso para que avancemos y empecemos a avanzar en las direcciones que se deben avanzar. Y honradez. Es otra cosa con la que me comprometo.
P: Usted ha dicho que prevé coordinar a los ministerios para que estén en contacto con los territorios, y que va a usar los datos para que las inversiones vayan a quienes más lo necesitan. ¿Cómo se va a materializar esa propuesta?
R. Hemos tenido contacto con algunos foros, o lo que llamamos aquí en Guatemala tanques de pensamiento, pero también tenemos desde la vicepresidencia al Senacyt [Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología], de donde se han generado una gran cantidad de datos, y también dentro de las instituciones del Estado. Está, por ejemplo, el IDEG [Infraestructura de Datos Espaciales de Guatemala] y Segeplan [la secretaría de planificación] que generan mucha información. Así, a través de las investigaciones, y estos foros y tanques de pensamiento —que varios de ellos han dicho: “damos un paso al frente”—, queremos trabajar para la formulación de políticas públicas basadas en evidencia. Queremos usar esa información que se genera y que, de hecho, ya la cooperación ha empezado a generar para, por ejemplo, atender el problema de la desnutrición y malnutrición. Entonces empezaron a generar datos sobre los hogares y, a partir de esta información y otra adicional que está disponible pero que no se usa, pensamos llegar hacia estos puntos que más lo necesitan.
P. En su discurso también habló de fortalecer el empoderamiento de las mujeres. ¿Qué políticas van a promover para que se les respete en uno de los países con mayores índices de violencia hacia ellas?
R. Tenemos que trabajar de manera conjunta con el Ministerio de Gobernación y también con el IGM, que es el Instituto Guatemalteco de Migración, con el Ministerio de Salud y también acercarnos al sistema de justicia, que es un órgano independiente y fundamental, para hacer todos los esfuerzos para que se dé seguimiento a cómo una denuncia puede tener un proceso justo y no sólo quedarse ahí esperando por muchos meses y años. Entonces tenemos que recorrer ese camino de acercamiento con este órgano independiente y coordinarnos muy bien con los diferentes ministerios para lograr atender de manera más efectiva a las mujeres.
Pero también sabemos que tenemos que fortalecer áreas como la de trata de personas y el sistema de atención telefónica a las víctimas, porque nos han contado que la mayoría de personas que piden asilo son mujeres que han sido violentadas. Entonces vamos a establecer esos indicadores prioritarios que nos den luces de que vamos avanzando o que estamos estancados. Y trabajar por supuesto en una mutua cooperación con organizaciones de la sociedad civil para unir esfuerzos y poder ir avanzando, dando oportunidades también para que las mujeres no dependan económicamente de su agresor, que puedan tener una independencia económica y, a través de un emprendimiento, por ejemplo, y que esto les permita más fácilmente salir de una situación violenta. Y también de formación y capacitación para lograr que ellas fortalezcan competencias adicionales que les permitan otros emprendimientos. Hay mucho por hacer.
P. Su Gobierno ha generado muchas esperanzas. ¿Tiene miedo de decepcionar a la población?
R. Yo sé que no todo va a depender de mí, de la vicepresidencia. Sí existe esto que siento acá [pone sus manos sobre los hombros] que es algo así, un enorme peso, un peso muy grande que es la responsabilidad que esto implica. Porque, por primera vez, se despertó nuevamente esa ilusión, ese anhelo, esa esperanza. Y se despertó en la juventud que está desesperanzada, que no ve un norte en este país, no ve una luz de esperanza a cómo han estado las cosas. Y ellos llevaron a sus papás, a sus abuelitos a votar, y sé que ellos quieren resultados rápidos, pero también sé que esas fuerzas oscuras ahí siguen. No han desaparecido. Ahí están. Y que uno no puede poner las manos al fuego por todos. Entonces sí existe esta sensación de que quiero hacer mi mejor trabajo, mi mejor esfuerzo y voy a tratar de dejar lo mejor que yo pueda desde la vicepresidencia y también sé que la paciencia no va a ser mucha. Y la tolerancia tampoco.