El ELN se vuelve a ensañar contra la población civil en un “paro armado nacional”
Las acciones de la guerrilla, que van desde el asesinato de un conductor de ambulancia hasta la incineración de un autobús, avivan las críticas de la oposición frente a la política de paz del Gobierno
El Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla en armas de Colombia, ha lanzado una nueva provocación contra el Gobierno de Gustavo Petro y un nuevo ataque contra la población civil. En las últimas 48 horas, han cometido todo tipo de delitos: asesinaron al conductor de una ambulancia en Puerto Santander, en el nororiente del país; incineraron un bus intermunicipal en Valdivia (Antioquia), en el noroccidente; destruyeron un peaje en la vía Bucaramanga-Barrancabermeja, en el centro. Han enmarcado estas acciones en un “paro armado nacional” que empezó en la mañana del domingo y que está previsto que termine en las primeras horas del miércoles. Su estrategia ha desatado una ola de indignación generalizada. Los sectores más alineados a la derecha, además, han reclamado operativos más contundentes de las Fuerzas Militares.
El primer paso de la ofensiva fue la publicación el viernes de un comunicado que anunciaba el paro con una justificación inverosímil: las acciones violentas serían una protesta contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. “Las fuerzas populares colombianas protestamos contra las amenazas de intervención imperialista en nuestro país, como una nueva fase del plan neocolonial de Trump, que pretende hundir aún más sus garras en territorios de América Latina y el Caribe”, se lee en el texto. El comunicado hace un llamado a la población a no moverse “por las carreteras y ríos navegables”. “Es necesario que los civiles no se mezclen con militares para que eviten accidentes”, amenaza.
El ELN ha intentado proyectar su “paro” a todo el país, pese a que su fuerza se encuentra localizada en regiones apartadas (la frontera con Venezuela, el suroccidente, el Chocó). En un segundo comunicado, el Frente de Guerra Urbano Nacional advirtió a los habitantes de Cúcuta, Barrancabermeja, Medellín, Bogotá, Cali, Popayán y sus áreas metropolitanas “evitar mantenerse cerca a instalaciones, vehículos, motocicletas de unidades policiales y militares”. “Hacemos el llamado a las empresas de transporte público y comercio en general, a que suspendan sus actividades”, declaró.
La Defensoría del Pueblo condenó el actuar de la guerrilla y refutó su supuesta cruzada antiimperialista. “El ‘paro armado’ anunciado por el ELN, lejos de afectar a quienes dice dirigirse, afectará a la población civil de los territorios bajo su influencia en Colombia”, advirtió en un comunicado emitido el sábado. Enfatizó que estas acciones constituyen “una forma de control territorial y poblacional ilegítimo”: restringen la circulación de los habitantes, paralizan la economía, incrementan el riesgo de desplazamientos y homicidios. “La población civil no puede ser instrumentalizada, ni sometida al miedo como método de presión o dominación”, subrayó.
El presidente Petro, por su parte, reaccionó a la provocación a través de X. “Estas no son amenazas a Trump, son amenazas a Colombia y al proyecto de Bolívar de la Gran Colombia”, dijo en la mañana del domingo, cuando el ELN ya había asesinado al conductor de una ambulancia que quedó en medio de una balacera contra una estación de policía. El mandatario señaló que las Fuerzas Militares defenderán a la población e hizo un llamado a la calma, en un intento por evitar que la guerrilla logre su objetivo de infundir terror: “Al pueblo de Colombia le solicito en todos los lugares del territorio nacional salir a la fiesta de navidades sin miedo. El miedo paraliza y no nos dejaremos amenazar ni por potencias extranjeras ni por traquetos vestidos de revolucionarios”.
Las primeras acciones
Las acciones de terror durante las primeras 48 horas, muchas de ellas frustradas por las Fuerzas Militares, no han distado mucho de otros operativos que el ELN ha realizado recientemente en zonas en las que tiene presencia. A principios de este mes, por ejemplo, los armados pusieron explosivos en al menos tres torres de energía eléctrica de Cúcuta, asaltaron una estación de policía en el municipio vecino de Villa del Rosario y atacaron a una patrulla en el barrio La Concordia. Entonces, fallecieron dos uniformados y hubo afectaciones en un carro en el que viajaban el gimnasta y medallista olímpico Jossimar Calvo y su esposa. La diferencia está en que los ataques del “paro armado nacional” han ocurrido de manera simultánea en varias partes del país, con la sociedad atenta a los pasos de la guerrilla.
La oposición ha aprovechado la ocasión para cuestionar los fallidos diálogos de paz del Gobierno, que están paralizados. “Hace tres años nos dijeron que el ELN se acababa en tres meses, y hoy vemos que no ha sido así. Vemos un ELN envalentonado”, declaró el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, que consideró el paro como “una evidencia más del fracaso de la política de paz”. Algo similar expresó el precandidato presidencial Sergio Fajardo, que comentó que el paro “es la prueba más dolorosa” del naufragio de las políticas del Gobierno con los grupos armados. “La paz no se logra fortaleciendo a los violentos (...) Desde el primer día de mi Gobierno trabajaremos para recuperar el control de los territorios y garantizar la seguridad de los ciudadanos”, aseguró.
Cada ataque le ha dado munición a los críticos. “El cobarde atentado en el peaje La Lizama es la muestra del abandono al que ha sido sometido Santander y Colombia en temas de seguridad en los últimos tres años (...). Colombia tiene que salir de esta barbarie”, dijo el exalcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán. El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, hizo referencia a tres hechos: el ataque al peaje, la quema de un bus en Antioquia —los pasajeros fueron forzados a bajarse— y el hallazgo de banderas del ELN en dos vías. “Nos devolvieron a las peores épocas”, comentó, sin mencionar que estos hechos ocurren frecuentemente.
Causó especial indignación un trino en el que el Instituto Nacional de Vías compartió un comunicado del ELN y aconsejó hacer caso a las advertencias de la guerrilla. “Antes de transitar, se recomienda evaluar la necesidad de desplazamiento y, por seguridad, evitar viajes innecesarios, durante los próximos días”, declaró la entidad en un mensaje que luego eliminó. El gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, arremetió contra el Ejecutivo: “Los colombianos lo que esperan es acción contundente por parte del Gobierno nacional, no recomendaciones que trasladen la responsabilidad a los ciudadanos”.
Una guerrilla más violenta
Los analistas señalan que el “paro armado nacional” no implica que el ELN esté más fuerte que hace unos años. “Tiene menos municipios bajo su control que en 2022: el Clan del Golfo los sacó del Chocó. Lo que sucede es que está más concentrado y es más violento contra los civiles para proteger sus núcleos. Al interior de la guerrilla, ganó la posición más guerrerista”, explica por teléfono la subdirectora de la Fundación Pares, Laura Bonilla. Kyle Johnson, de la Fundación Conflict Responses (Core), añade en un intercambio de mensajes que los paros armados “son bastante frecuentes” como mecanismo para intentar consolidar un control territorial que se encuentra en disputa. “Buscan evitar más pérdidas y que el enemigo infiltre sus zonas”, apunta.
La ofensiva puede ser contraproducente para el ELN. La subdirectora de Pares cree que sus ataques “están empoderando al sector político que pide un combate frontal contra ellos”. “Están llevando a este Gobierno y al siguiente a un escalamiento de la confrontación armada. Van a producir gobiernos más bélicos”, subraya. Johnson, por su parte, cree que los armados pueden beneficiarse “a nivel local”, pero no en el ámbito nacional. “A nivel político, puede no ser tan estratégico. Siempre pierden legitimidad con estas acciones”, dice.