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Trump vs Petro: tan iguales y tan distintos

Los presidentes de Estados Unidos y Colombia, tan alejados ideológicamente, son en cambio bastante similares en sus formas: confrontativos, populistas y llamados a salvar el mundo

El presidente de Estados Unidos anuncia sanciones a Colombia después de llamar líder del narcotráfico al presidente Gustavo Petro. Hay que rechazar sin peros ni condiciones los señalamientos, los insultos y las sanciones. Al margen de las provocaciones y los muchos errores cometidos por el pre...

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El presidente de Estados Unidos anuncia sanciones a Colombia después de llamar líder del narcotráfico al presidente Gustavo Petro. Hay que rechazar sin peros ni condiciones los señalamientos, los insultos y las sanciones. Al margen de las provocaciones y los muchos errores cometidos por el presidente colombiano, es inaceptable que el presidente Trump acuse sin pruebas al presidente de Colombia y busque falsas razones para violar normas internacionales en su guerra perdida contra las drogas. Lo complejo del asunto es que Trump y Petro son similares en las formas aunque son opuestos en ideología, en la estrategia frente a las drogas y en la manera de enfrentar la crisis en Venezuela, tema que es telón de fondo en la nueva confrontación.

Una tormenta perfecta: estilos paralelos de dos presidentes que desprecian las buenas maneras, que gobiernan a través de mensajes en redes sociales y consideran que su manera de ver el mundo es la única que cuenta. En medio de la gran desproporción en el tamaño y el peso de los países que gobiernan, los dos líderes se sienten mesías llamados a salvar el mundo. Como buenos populistas desprecian a la justicia cuando falla en su contra, son caudillos, lideran sin medir las consecuencias de sus actos y entienden que agitar el odio es hoy la mejor bandera. Los dos hacen política desde la confrontación y para Gustavo Petro convertirse en contendor de Trump es un triunfo en tiempos de campaña.

En la lucha contra las drogas hay diferencias: Trump declara la guerra abierta contra las bandas del narcotráfico y quiere castigar a todos como sea y donde sea, siempre que sea fuera de sus fronteras. Eso incluye a las lanchas y a los cultivadores de hoja de coca. Lo suyo es mano dura y se vale todo. Petro, por su parte, busca golpear a los líderes y mandos medios de las mafias y ser más indulgente con los eslabones débiles de la cadena, a quienes considera víctimas de esas grandes mafias que operan allá y acá. Negocia con grupos criminales que han estado metidos de lleno en el narcotráfico para buscar desarmes y alivios en las zonas de tensión. Para el presidente Petro quienes van en una lancha cargada de droga son jóvenes reclutados por esas mafias.

Trump bombardea lanchas en el Caribe con el argumento de que llevan droga. Hay que recordar que al hacerlo viola normas internacionales. Cuando hay colombianos como víctimas de esos bombardeos el presidente Petro hace bien en denunciar y reaccionar aunque algunos consideren que no se puede defender delincuentes. Aún para tratar a los delincuentes hay normas y leyes. Cuando Trump declara una guerra porque hay tráfico de drogas, hay un intento por darle un status de confrontación internacional a lo que no lo tiene. Lo que sí va detrás de esta pelea es el ajedrez de la geopolítica mundial con China que avanza en su posición en América Latina y un Trump que quiere reafirmar el poder en su “patio trasero” que siente desalineado. En ese marco el petróleo venezolano es un botín importante.

Trump da muestras de querer intervenir en Venezuela en medio de una crisis real y grave porque Nicolás Maduro decidió quedarse en el poder haciendo fraude. Además de no tener reconocimiento internacional, Maduro es señalado por Trump como jefe del cartel de los Soles. La movilización de tropas de Estados Unidos en el Caribe va más allá de lo que se requiere para interceptar lanchas del narcotráfico y genera inquietud por una eventual intervención directa en Venezuela. El Gobierno de Colombia, también de manera acertada, condena esa opción y eso pone en la mira de Trump al presidente Petro. Como lo puso también por su posición frente al genocidio en Gaza. Detrás de los trinos altisonantes hay entonces asuntos de fondo.

No es la primera tensión entre los dos presidentes, pero sí la más grave. Ya se había presentado amenaza de aranceles en el incidente de las deportaciones masivas, luego vino la escena del presidente Petro megáfono en mano en una calle de Nueva York llamando a las tropas de Estados Unidos a no acatar las órdenes de Trump, haciendo referencia al genocidio en Gaza. Después la descertificación sin sanciones. Ahora se llega a un punto de quiebre. El camino diplomático a seguir no parece disponible. Son tiempos de liderazgos populistas, autoritarios y narcisistas aplaudidos por millones de personas.

Trump y Petro, tan similares en estilos, son como agua y aceite en materia política e ideológica. Derecha e izquierda, el Norte y el Sur. La potencia y el país del tercer mundo. Aún así Estados Unidos es el principal socio comercial y, en caso de sanciones o una crisis mayor, las consecuencias duras se sentirán en Colombia por el tamaño de la economía, por la dependencia histórica, por las exportaciones, por las remesas, por el apoyo militar y económico.

Habría que buscar caminos diplomáticos que los líderes parecen no querer aunque en anteriores crisis funcionaron para bajar la temperatura. Sin embargo, todo puede pasar porque Colombia está en campaña y un pleito internacional sirve para agitar nacionalismo en plazas y redes. El margen de maniobra para desescalar la confrontación es estrecho, pero no hay que olvidar que a pesar del mucho fondo político y estratégico, detrás de los gritos de los caudillos hay también una dosis de show y de “buen entretenimiento”, como podría decir Donald Trump. ¿Escalará esta vez el conflicto? ¿Pasará a mayores? El riesgo es alto y si es así, los colombianos pagarán los platos rotos.

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