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Germán Vargas Lleras regresa para congregar a la derecha

El exvicepresidente plantea que las fuerzas de oposición al Gobierno de Gustavo Petro lleguen unidas a las elecciones del 2026

Uno de los políticos más curtidos de Colombia está de regreso. Germán Vargas Lleras (Bogotá, 63 años) apunta a hacer sentir el peso de su presencia en la naciente campaña electoral. El ex vicepresidente, la cabeza indiscutida del partido Cambio Radical, uno de los opositores más vocales al Gobierno de Gustavo Petro, mantiene su influencia y teje alianzas en la derecha, aunque no confirma si se propone aspirar nuevamente a la Presidencia de la República. Convaleciente después de haberse sometido a un procedimiento médico en Estados Unidos, su salud es el gran interrogante para saber si será uno de los contendores en las presidenciales del 2026.

“Las fuerzas de oposición, y aquellos sectores que creen que vamos por muy mal camino, tenemos que llegar unidos, con un solo candidato. Cualquier otra cosa sería un suicidio”, apuntaba Vargas Lleras en marzo en una entrevista con EL PAÍS. El 25 de abril fue sometido a “una intervención neuroquirúrgica programada”, según informó en su día la Fundación Santa Fe, en Bogotá, y después pasó meses en Houston para otros tratamientos de los que han trascendido pocos detalles. Pero tras su aterrizaje en Bogotá ha retomado ese propósito de unidad de cara a las elecciones tanto legislativas como presidenciales del próximo año.

Uno de los ejemplos más tangibles será la llamada Cumbre parlamentaria de oposición, el próximo 15 de octubre, una jornada de trabajo conjunto de cara a lo que resta del periodo legislativo entre Cambio Radical y el Centro Democrático, el partido referente de la derecha más dura, fundado y presidido por el expresidente Álvaro Uribe, con quien Vargas Lleras parece haber dejado atrás una vieja rivalidad. Los dos partidos, que comparten su animadversión a Petro, han acordado “abrir un espacio para abordar los riesgos democráticos, con el fin de que la oposición cuente con garantías y se aseguren unas elecciones libres, seguras y transparentes”. Cambio Radical privilegia así tender puentes con el uribismo, en detrimento de alianzas con partidos como el Conservador, el Liberal o La U, que han sido más ambiguos en su oposición al actual Gobierno.

“No es la primera vez que Cambio Radical y Centro Democrático, los partidos de oposición, trabajan conjuntamente para evitar los daños que el Gobierno nacional quiere causar a las instituciones y al país”, señala el senador vallecaucano Carlos Fernando Motoa. “Ahora lo que se perfila con más identidad es una agenda común sobre temas que sean banderas en el año 2026”, y que puedan retomar los eventuales candidatos presidenciales, apunta una de las caras más visibles de Cambio Radical.

Vargas Lleras es lo que en Colombia se suele llamar el jefe natural de ese partido. Y como tal, ha sido un opositor feroz. A finales de julio retomó su influyente columna en el periódico El Tiempo, que había suspendido desde abril, en medio de sus problemas de salud. “La realidad es que en estos tres años Petro empoderó a los narcos, dejó las zonas cocaleras bajo su control y nunca ha mostrado el menor interés en erradicar ni en combatir la producción de coca; no cooperó judicialmente y suspendió la extradición de muy peligrosos delincuentes, entre los que se destacan alias H. H. y alias Mocho Olmedo, prueba de la desbordada tolerancia con que este gobierno maneja sus negociaciones de paz”, escribió en la de la semana pasada, sobre la descertificación de la Administración de Donald Trump en la lucha antinarcóticos. Algunas semanas atrás había hecho desde esas mismas páginas una campaña maximalista para que el Senado escogiera como magistrado de la Corte Constitucional a Carlos Camargo, el aspirante conservador más opuesto a Petro, pese a los múltiples señalamientos de clientelismo. Acabó siendo el elegido.

A pesar de esa oposición radical, Vargas Lleras sigue sin confirmar una nueva aspiración que muchos dan por descontada. “En Cambio Radical vamos a tener candidato presidencial”, asegura Germán Córdoba, el director del partido y un viejo escudero de Vargas Lleras. Recuerda que en febrero, durante su convención, le solicitaron oficialmente al ex vicepresidente que asuma esa responsabilidad, que ya tuvo en 2010 y 2018. “A esta petición se han sumado concejales, diputados y líderes regionales de todo el país. Cada día son más las voces que reclaman su candidatura, porque no tenemos duda: es el hombre con la experiencia, el conocimiento y el carácter necesarios para reconstruir a Colombia, mientras Petro la destruye con sus políticas”, relata. “Estamos a la espera de su decisión, respetaremos por supuesto cualquiera que sea, pero estamos optimistas”, dice a EL PAÍS.

Quienes han estado con Vargas Lleras manifiestan que su salud “está perfecta”, atestiguaba Córdoba durante el reciente Festival de las Ideas en Villa de Leyva, una iniciativa de PRISA Media (sociedad editora de EL PAÍS). “Volvió recargado, con más energía que nunca, regaña, llama la atención, pone tareas, como siempre ha sido”, declaró entonces. El senador Motoa coincide en esa apreciación. “En lo que yo he podido conocer, indagar, lo veo un tema superado”, asegura el congresista.

Vargas Lleras es un sobreviviente, con cicatrices de su dilatada carrera política que saltan a la vista. “Por suerte o por la Divina Providencia, en varios episodios logré salvar mi vida sólo por fracciones de segundos… o de centímetros”, recuerda en Hacer, cumplir, avanzar, el libro que publicó durante su fallida campaña presidencial de 2018. Se refiere, entre otros, a dos atentados con explosivos atribuidos a la entonces guerrilla de las FARC, uno de los cuales le costó dos dedos de la mano izquierda.

Nieto del presidente liberal Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), comenzó muy joven su carrera política de la mano de Luis Carlos Galán, asesinado en 1989. Más allá de esas raíces en el tradicional liberalismo, se posicionó como un político de mano dura con sus feroces críticas desde el Congreso a la negociación de paz de El Caguán, en el periodo de Andrés Pastrana (1998-2002). Fue ministro del Interior y luego de Vivienda durante el primer Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), y en el segundo, ya en la Vicepresidencia, se extirpó un tumor cerebral benigno, detectado después de que se desplomó en una tarima.

Distanciado del proceso que llevó al acuerdo de paz con las FARC, como vicepresidente inauguró infraestructuras y entregó 100.000 casas gratis a las franjas sociales más vulnerables. Construyó, literalmente, la imagen de un ejecutor eficaz. Con ese protagonismo, arrancó como favorito la campaña del 2018, pero quedó cuarto en la primera vuelta, con menos de un millón y medio de votos, por detrás de Iván Duque, del propio Petro –quienes disputaron la segunda vuelta– y también de Sergio Fajardo. No por eso dejó de mantener una influencia que se proyecta hasta hoy. En las legislativas del 2022, Cambio Radical logró mantener la cuarta bancada más grande tanto en un fragmentado Senado, con 11 de los 108 escaños, como en la Cámara, con 18 de las 187 curules. Sus meses de ausencia habían sido notorios, como notorio ha sido su regreso.

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