Cien años no son soledad

La candidatura de Colombia para presidir la Unión Internacional de Gas aspira a liderar con el ejemplo, desde su marcado liderazgo en favor del desarrollo de la industria del gas en el país y en América Latina

Una refinería del Grupo Ecopetrol, que extrae petróleo y gas natural, en Barrancabermeja, Colombia.Dennis Drenner (Bloomberg)

Se avecina la elección del país que presidirá la Unión Internacional de Gas (IGU), organización que reúne al 90% la industria de gas natural y gases renovables a escala mundial, para el periodo de 2028 a 2031. Los dos postulados son Egipto y Colombia.

Dado el desafío que representa la interacción entre las preocupaciones sobre el medio ambiente y las necesidades de seguridad energética, con frecuencia se ubica al gas natural como ...

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Se avecina la elección del país que presidirá la Unión Internacional de Gas (IGU), organización que reúne al 90% la industria de gas natural y gases renovables a escala mundial, para el periodo de 2028 a 2031. Los dos postulados son Egipto y Colombia.

Dado el desafío que representa la interacción entre las preocupaciones sobre el medio ambiente y las necesidades de seguridad energética, con frecuencia se ubica al gas natural como el combustible con mayor potencial de expansión y puente a energías de bajas emisiones. Los hechos demuestran que el gas natural se consolida como el combustible del presente y el único que podría dar confiabilidad, asequibilidad y al mismo tiempo reducir emisiones.

El advenimiento de la tecnología de gas natural licuado (GNL), impulsado con el incremento de cargamentos desde Estados Unidos y Qatar a Europa, posterior a la invasión de Rusia a Ucrania, ha desempeñado un rol estabilizador en el mercado mundial de la energía. El aumento en la producción a partir de 2010 hizo del gas natural el energético más económico del mundo, de manera que su resistencia a los conflictos globales ha sobresalido gracias a la versatilidad de los terminales de GNL que promueven la idea de un mercado mundial del gas.

El gas natural no solamente se consolida como una solución eficiente para respaldar la intermitencia de las fuentes renovables, superando en ello al diésel y al carbón. Su potencial para captura, almacenamiento y uso de carbono (CCUS) comienza a materializarse, con tecnología que hace posible depositar dióxido de carbono (CO2) en concreto, haciéndolo más resistente y liviano, o convirtiéndolo en asfalto, como está impulsando Bill Gates con tecnología BASF, así como en la producción de fertilizantes a gran escala en Arabia Saudita.

Más recientemente, el Parlamento Europeo incluyó el gas natural en su taxonomía verde en 2022, y las tecnologías desarrolladas en Europa para biogás, biometano e hidrógeno definen hoy estándares de buenas prácticas. Al mismo tiempo, países como Japón se han puesto como meta reemplazar en un 90% el gas natural por metano sintético para 2050, buscando evitar la obsolescencia de infraestructura existente para transporte y distribución de gas a nivel residencial, comercial, industrial y vehicular. Pero no todas las naciones avanzan en la misma línea de tiempo, y es precisamente allí donde la decisión de quién presidirá la IGU al finalizar la presente década cobra especial importancia.

En las próximas décadas se sumarán de 2.000 a 3.000 millones de habitantes al planeta, los cuales van a requerir más, no menos energía. Es un hecho que la completa electrificación de los sistemas energéticos mundiales ha demostrado no ser económica ni tecnológicamente viable, de forma que ni los escenarios más optimistas a 2050 proyectan menos del 60% de la energía primaria mundial abastecida por hidrocarburos.

Un 50% de los habitantes de África hoy vive sin energía eléctrica. Si África Subsahariana triplicara su consumo de electricidad usando sólo gas natural, las emisiones de CO2 resultantes equivaldrían a apenas el 1% de las emisiones globales. Mientras tanto, la proliferación de plantas de generación eléctrica a carbón en países como Sudáfrica, Ghana, Uganda y Malawi viene creciendo.

La candidatura de Colombia, representada por Luz Stella Murgas presidenta de la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas), aspira a liderar con el ejemplo, desde su marcado liderazgo en favor del desarrollo de la industria del gas en el país y en América Latina, promoviendo alianzas internacionales. Durante las últimas dos décadas, Colombia logró una de las penetraciones de gas domiciliario más altas de América. Se ha podido reducir la pobreza energética y la presión deforestadora en el Amazonas.

En materia de hidrógeno, Colombia tiene una agenda ambiciosa y viene siguiendo los pasos de Europa, que hoy avanza hacia la meta de ser el primer continente que consolide la transición hacia gases no contaminantes, particularmente hidrógeno verde. Grupo Ecopetrol, la petrolera más grande del país, avanza en la próxima incorporación de la primera operación de movilidad de transporte público con hidrógeno verde para pasajeros en América Latina, con un primer bus a hidrógeno ensamblado en Colombia, para operación en Bogotá.

También busca diversificar la movilidad marítima y de aviación con hidrógeno, así como aprovechar nuevas oportunidades comerciales en mercados en Europa con quienes la ubicación geográfica, histórica amistad y profundos lazos comerciales hacen de Colombia un aliado clave en este hemisferio.

La propuesta que lidera Luz Stella Murga apunta a consolidar la integración energética como motor de estabilidad económica y política en Latinoamérica, un laboratorio replicable en otras zonas del Sur Global. La petrolera brasileña Petrobras, en camino a convertirse en la quinta empresa más grande de hidrocarburos del mundo, anunció recientemente sus planes de crear un hub para exportación de gas natural licuado en Colombia, encaminado a sumar sus hallazgos con los de Shell y Occidental en asocio con Ecopetrol.

Si a ello se suman los descubrimientos marítimos en Guyana y los nuevos yacimientos costa afuera en Brasil, la plataforma continental del Norte de Suramérica se consolida como el hub energético más prometedor del Sur Global, y su cercanía al mercado europeo es estratégico.

Por esa visión de hacer del gas natural un instrumento para apuntalar el crecimiento económico, la generación de empleo, la consolidación de una clase media democrática y el deseo de constituirse como un antídoto a las presiones migratorias que se han intensificado en las últimas décadas, es importante ver la candidatura de Colombia como un puente hacia un futuro sostenible.

Es una buena oportunidad para América Latina realizar en Bogotá la Conferencia Mundial de Gas en 2031, para celebrar un siglo de la Unión Internacional del Gas. Parafraseando al inmortal Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, cien años no tienen por qué ser de soledad, también pueden ser de unión para un mejor futuro.


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