Se busca: chivo expiatorio

Varios líderes políticos del planeta parecieran seguir el mismo método utilizado por Putin en Rusia, explicado en el libro ‘El mago del Kremlin’. Y en muchos de los planteamientos el presidente Petro encaja perfectamente

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, habla durante una concentración de seguidores en la Plaza Bolívar de Bogotá, Colombia.Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

La táctica es bastante vieja, pero sigue siendo efectiva. Por eso Putin la usó contra los oligarcas y ahora contra la OTAN y Ucrania. Por eso la extrema derecha de Israel la usa contra los palestinos. Y en Colombia, así les moleste a algunos que prefieren negar lo evidente, la usa Petro.

Un fantástico libro del escritor italiano Giuliano Da Empoli que tiene como título El Mago del Kremlin logra hacer una perfecta radiografía de lo que han sido los más de veinte añ...

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La táctica es bastante vieja, pero sigue siendo efectiva. Por eso Putin la usó contra los oligarcas y ahora contra la OTAN y Ucrania. Por eso la extrema derecha de Israel la usa contra los palestinos. Y en Colombia, así les moleste a algunos que prefieren negar lo evidente, la usa Petro.

Un fantástico libro del escritor italiano Giuliano Da Empoli que tiene como título El Mago del Kremlin logra hacer una perfecta radiografía de lo que han sido los más de veinte años de Vladimir Putin al poder, dejando al descubierto su estrategia para mantenerse y sobre todo seguir siendo el favorito de una gran porción del pueblo ruso. El texto muestra de una manera bastante clara la forma en que Vladimir Putin, desde el comienzo de su carrera política, manipuló a la opinión pública decepcionada por la crisis que generó la caída del comunismo y la subsecuente implantación de la doctrina occidental, mostrándose a sí mismo como el salvador de un pueblo traicionado por los políticos y prácticamente abandonado a su suerte.

Podría decirse que es un libro en el que se muestra el paso a paso que debe seguir un político (el que sea) para consolidar su poder ante aquellos que ya son poderosos y a la vez conseguir que el pueblo en general le admire y aprecie, a pesar de que como jefe de Estado haga poco o nada para mejorar sus condiciones de vida.

Sorprende el libro por su actualidad, pues termina con el inicio de la guerra de Ucrania, pero también porque mientras se avanza a través de sus páginas se pueden ver los esbozos de varios líderes políticos del planeta que parecieran seguir exactamente el mismo método para consolidarse como una suerte de caudillos de la mayoría. Es así como lamento decir que en varios de los escenarios plateados encaja perfectamente el presidente Gustavo Petro.

Retomaré apenas un par de frases de Da Empoli para ilustrar lo que señalo:

“Hablar de sabotaje es mucho más convincente que reconocer la ineficacia del Estado y el Gobierno. Una vez se ha señalado a un culpable, este podrá ser castigado. Se habrá hecho justicia, alguien habrá pagado por lo que no funciona y así se restablece el orden”.

No es difícil encontrar a los saboteadores dentro del discurso petrista: los ricos, los medios de comunicación, los medianos empresarios, los políticos opositores… Basta con escuchar uno de sus discursos para darse cuenta que siempre hay un culpable de todo a quien quisiera que la masa informe linchara, pero de las fallas (que las ha habido) nunca se hace responsable alguno de los suyos. Si hay problemas con la electricidad en la Costa: fueron las empresas que ofrecen el suministro. Si se descubre un acto de corrupción en su gobierno: los medios mienten. Si hubo contabilidad irregular en su campaña: los políticos lo quieren tumbar. Al final, lo urgente es acallar a aquellos que le generan ruido e indisponer al país entero contra ellos.

Petro, que es buen lector, debería darle una rápida leída a ese libro. Es apasionante y triste. Porque muestra lo que es capaz de hacer un hombre embelesado con el poder cuando no quiere soltarlo. Muestra el daño que sus ejércitos en redes sociales le hacen a la democracia. Muestra que el talante democrático muere en manos de quien se cree salvador, pero que no hace sino crear y alimentar los escenarios en los que podrá hacerse ver como un redentor. Puro teatro.

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