La izquierda colombiana avanza en la conformación de un partido único que lidere un frente amplio en las elecciones de 2026

El presidente Gustavo Petro insiste en la necesidad de fusionar los partidos que componen su coalición, el Pacto Histórico, para frenar a la ultraderecha. La Colombia Humana dio el primer paso y acordó que buscará la unificación de las distintas personarías jurídicas.

Gustavo Petro en Bogotá, en mayo de 2024.Luisa Gonzalez (Reuters)

La izquierda colombiana coincide en que la unidad es la única opción que tiene para enfrentar con éxito las elecciones legislativas y presidenciales de inicios de 2026. Por eso, desde hace varios meses, el presidente Gustavo Petro ha insistido en la necesidad de conformar un solo partido político, en el que confluyan al menos las 10 colectividades que componen la coalición por la que fue elegido, el Pacto Histórico. El primer presidente de izquierda en la historia moderna del país también ha propuesto que ese partido lidere un frente amplio, similar al que ganó las pasadas elecciones en Francia, en el que participen tanto sectores políticos del centro y de la centroizquierda ajenos al progresismo, como movimientos sociales que no están en la política electoral. Su objetivo: frenar a la posibilidad de que lleguen al poder las que llama “fuerzas de ultraderecha”. Las dos ideas de Petro han tenido buena acogida en la mayoría de las organizaciones que lo acompañan, pero no se ha acordado una ruta que defina los detalles de la eventual fusión.

El día en que murió la senadora progresista Piedad Córdoba, en enero de 2024, Petro hizo por primera vez una invitación pública a la unidad. Esa idea tiene ecos del salto cuantitativo que dio la izquierda colombiana hace casi 20 años, cuando creó el Polo Democrático Alternativo y dejó atrás décadas de peleas intestinas y facciones irreconciliables. “Les propongo: reunión de las 1.500 personas elegidas en 2023: El congreso progresista. Decisión de configurar un solo partido político. Convocatoria al frente amplio en cada municipio, departamento y la nación con todas las fuerzas democráticas que quieran”, escribió el presidente en su cuenta de X.

Desde ese primer momento, Petro fue claro en que su propósito era “ganar las elecciones del 2026 y hacer irreversible la transformación democrática de Colombia”. Pocas semanas después, los representantes a la Cámara del Pacto Histórico, la coalición electoral y luego legislativa que ya agrupa a casi toda la izquierda, emitieron un comunicado en el que respaldaban al presidente. Durante meses, mientras han empezado despuntar decenas de posibles aspiraciones presidenciales, el tema quedó quieto. Hasta la semana pasada, cuando se celebró la asamblea de la Colombia Humana, uno de los partidos que conforman el Pacto Histórico y el que le dio el aval a varios de los congresistas más cercanos al presidente.

En el encuentro, la mayoría absoluta de los asistentes de la Colombia Humana aprobó que buscará la unificación de las distintas personerías jurídicas en un solo partido. El representante Alejandro Toro celebró la decisión: “Hacemos un llamado a los demás movimientos y partidos progresistas a sumarse a este anhelo”. La senadora Gloria Flórez, criticada en los últimos días por sus posiciones ambiguas frente al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y elegida como presidente del partido, ratificó la necesidad de la convergencia. “Tenemos la responsabilidad histórica de avanzar hacia la unidad. Trabajaré arduamente por la organización de nuestro movimiento político, por conectarnos con nuestra militancia, y por emprender el camino de la unidad de las fuerzas progresistas”.

Petro asistió a la asamblea. Como era natural, respaldó la decisión, criticó las divisiones dentro de la izquierda e invitó a las demás organizaciones a sumarse. “Necesitamos un movimiento unido que vaya por el poder para el pueblo”, concluyó. Antes, en un discurso de más de una hora, señaló que su movimiento perdió las elecciones de la alcaldía de Bogotá cuando terminaba su mandato, en 2015, por no unirse. Y fue más atrás: “Pasó lo mismo con los liberales en 1946, cuando se dividió el partido entre Gaitán y Turbay, y el fascismo se tomó el poder”. Entre aplausos, el presidente les pregunto a los cientos de asistentes al congreso “¿En qué usamos nuestra energía vital política?, ¿en pelear entre nosotros? Qué cosa tan aburridora ver facciones que se tiran el tiempo de la historia”. Lo interrumpieron gritos de “Unidad, unidad, unidad”.

La decisión de la Colombia Humana es el primer paso concreto hacia la unificación, pero aún falta que las demás organizaciones se sumen. De las nueve colectividades restantes, la mayoría parece dispuesta a fusionarse. En ese sector aparecen el partido Comunes, integrado por exguerrilleros de las extintas FARC y sin caudal electoral; el Partido Comunista Colombiano; el Partido del Trabajo de Colombia; el ya histórico y alicaído Polo Democrático Alternativo; la Unión Patriótica y el movimiento Soy Porque Somos, de la vicepresidencia Francia Márquez. Sin embargo, otros han expresado reparos. Son el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), que viene del movimiento indígena y tiene como presidenta a la senadora Martha Peralta; el partido de origen afro Alianza Democrática Amplia (ADA), liderado por el senador Paulino Riascos; y el partido Fuerza de la Paz, creado por el excongresista y ahora embajador Roy Barreras.

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En diálogo con EL PAÍS, el senador Iván Cepeda, del Polo Democrático Alternativo, insiste en la urgencia de la unidad. “La izquierda y los sectores progresistas no solamente pueden, sino deben, llegar a una convergencia de una sola fuerza política”. Cepeda cree que las condiciones son favorables porque ya hay acuerdos en los contenidos del proyecto político, algo que no ocurría en el pasado con las facciones de la izquierda. “Todo el espectro progresista y de izquierda en Colombia está representado por el programa de Gobierno”. La senadora María José Pizarro está de acuerdo: “La fusión de los partidos que componen el Pacto Histórico en uno solo es el único camino en términos políticos y jurídicos”, dice a este diario. “Si fuimos capaces de alcanzar la bancada más grande en el Congreso en la historia progresista de Colombia y de llegar al Gobierno nacional, significa que tenemos una visión común de país, compartimos el corazón de un proyecto político”.

Pizarro explica que las reglas electorales son otro incentivo para dar el paso a la unidad. “Los partidos que conforman el Pacto Histórico no podrán hacer una coalición porque ya superan el 15% de los votos”, recuerda. Les quedan dos opciones: ir cada uno por separado o fusionarse. El problema de presentarse de forma independiente es que el umbral para ser elegidos es muy alto para los partidos pequeños. “Si se va por separado, es probable que muchos se queden por fuera y desaparezcan. Estimamos que el umbral estará entre 600.000 y 800.000 votos. El año pasado toda la izquierda unida con los diez partidos sacó 2.900.000 votos, se necesitarían muchos más para que todas las colectividades lleguen separadas al Congreso”.

Aunque las condiciones políticas han cambiado y ahora son Gobierno y no oposición, por lo que podrían sumar más votos, los congresistas coinciden en que es prácticamente imposible que todos pasen el umbral. Por eso, abogan por la unidad. Sin embargo, ante la pregunta de si el Polo Democrático debe perder la personaría jurídica, Cepeda responde que aún no hay certeza de las formas para alcanzar la unidad: no se sabe cuál sería el nombre, la bandera, los colores o la personería jurídica que sobreviva. “Todos los detalles se están debatiendo, puede haber muchas formas, pero por ahora lo que hay es una clara vocación y una voluntad de convergencia”.

Pizarro está en una situación más compleja. Fue elegida por el MAIS, y la presidenta de ese partido ha dicho en varios escenarios que no está dispuesta a perder la personería jurídica. En una entrevista reciente con este periódico, la senadora Marta Peralta explicó sus motivos: “Este es un partido político que surge a través de la circunscripción especial indígena. Estaríamos dejando ese derecho político que tenemos, que nos otorgó la Constitución. Perderíamos la esencia como partido político, como MAIS. Somos un movimiento indígena y alternativo, aquí hay también sectores sociales. La reivindicación que buscamos a través de nuestra voz en el Congreso de la República la veríamos desdibujada”. Paulino Riascos, de ADA, también ha manifestado su desacuerdo con la idea: “Sus ideales son diferentes a los nuestros, preferimos la libertad y permanecer con nuestra personería jurídica sin estar sujetos u obligados a que otras colectividades nos quieran llevar a su forma de ver y pensar el mundo”, dijo en una entrevista radial.

Pese a las voces de discordia, Pizarro, Cepeda y Gloria Flórez, tres de las figuras más visibles de la izquierda en el Congreso, coinciden en que cumplir las promesas de campaña con las que se eligió Petro implica un proceso de largo aliento, y que eso significa mantener el poder en 2026. Ese objetivo, dicen, solo es posible a través de la unidad de todas las fuerzas progresistas. “Nuestra meta es acabar con la pobreza en Colombia y reducir la desigualdad. Para eso necesitamos llegar con un solo partido a las próximas elecciones”, concluye Pizarro.

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