La esposa de Armando Benedetti lo denuncia por violencia de género en España

Adelina Guerrero aseguró a los agentes que el embajador colombiano ante la FAO supuestamente tomó un cuchillo y la amenazó cortándole la ropa. Benedetti niega las acusaciones, mientras la Cancillería colombiana investiga los hechos

Armando Benedetti y su esposa Adelina Guerrero en Caracas, Venezuela, en 2023.Pedro Rances Mattey (Getty Images)

Atrás han quedado las fotos de la familia y pareja perfecta que fue portada de revistas. Este martes se conoció que Adelina Guerrero Covo, en proceso de divorcio con Armando Benedetti, embajador de Colombia ante la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO en sus siglas en inglés), lo denunció en Madrid por un presunto delito de violencia de género. De acuerdo con la información difundida, inicialmente por Blu Radio, en la noche del 30 de junio se produjo supuestamente una fuerte discusión entre ellos en un apartamento de la capital española. Benedetti presuntamente agredió verbalmente a su esposa, pero gracias a la intervención de otras personas presentes cuando se produjo el suceso este no escaló a un ataque físico.

Según detallaron a EL PAÍS fuentes de la Policía española, el 30 de junio, sobre las 22:20, sus agentes recibieron un aviso sobre un supuesto episodio de violencia de género en el domicilio de un barrio acomodado de la capital española. Siempre según estas fuentes, cuando los policías llegaron a la vivienda, Guerrero denunció que su esposo había tomado un cuchillo y la había amenazado cortándole ropa. Según detallan las fuentes policiales, los agentes no detuvieron a Benedetti tras esgrimir este su condición de diplomático y porque, cuando llegaron al domicilio, no estaba cometiendo el supuesto delito de forma flagrante. Los agentes solo pudieron tomar declaración a la mujer, quien denunció las supuestas amenazas con un cuchillo, y trasladaron el informe policial al juzgado de guardia para que este continúe la investigación, informa desde Madrid Óscar López-Fonseca.

Benedetti, un político de larga data en Colombia, que militó en el uribismo, luego en el santismo y que finalmente aterrizó en el petrismo, ha respondido a través de su cuenta en X: “Lo que se ha dicho sobre una supuesta agresión NO es cierto y NO se ajusta al hecho en España. La verdad se demostrará en el tribunal español. En este momento me encuentro en medio de un proceso de divorcio que responde a la esfera privada y familiar y, por el bien de mis hijos, seré prudente”. Adelina Guerrero no se ha pronunciado públicamente al respecto.

La Cancillería colombiana, a través de un pequeño comunicado, aseguró que “repudia y condena cualquier tipo de agresión o violencia contra la integridad de las mujeres” y confirma que fueron notificados de la situación por parte de la embajada en España. También indica que “ha activado los mecanismos oficiales para conocer lo sucedido e iniciar el protocolo correspondiente. Este caso está en conocimiento de nuestra oficina de control interno disciplinario, y cuando tengamos resultados actuaremos conforme a la ley”. Desde el movimiento del presidente Gustavo Petro, el Pacto Histórico, la senadora María José Pizarro declaró en Bogotá que “en el hecho de comprobarse que esto sería cierto, mi rechazo contundente, porque las violencias basadas en género en el Pacto Histórico no tienen cabida, ni tampoco en el Gobierno del cambio”.

Guerrero y Benedetti se casaron en 2016 —es el cuarto matrimonio del político—, pero la relación finalizó temporalmente en 2022, luego de que Benedetti fuera designado embajador en Venezuela, tras ser el jefe de campaña de Petro y ayudarlo a llegar a la presidencia. Dicho nombramiento no fue asumido por él como un triunfo, sino como una forma de apartarlo del centro del poder, en Bogotá. Desde la distancia veía, en cambio, cómo Laura Sarabia, quien fue su secretaría personal durante dos años, se volvía la asesora imprescindible del presidente. Entonces, él mismo filtró unos audios que desencadenaron el mayor escándalo en el primer año de gobierno: en estos se insinuaba una entrada irregular de dinero a la campaña presidencial. Luego aseguró que todo se debió a que, insatisfecho con lo que le había tocado políticamente, “en un acto de debilidad y tristeza” se dejó llevar “por la rabia y el trago”.

La filtración, sin embargo, había revelado algo más: los insultos con los que Benedetti le hablaba a Sarabia: “No vales nada”; “se ha portado como una hija de puta después de todo lo que yo hice por usted”; “¡usted está allá por mí, hija de puta, por mí!”. Aunque el escándalo obligó al presidente a retirar a ambos funcionarios del Gobierno, en septiembre de 2023 Sarabia regresó como directora del Departamento de Prosperidad Social y viajó a Washington, donde denunció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos la violencia contra la mujer en política de la que había sido víctima por parte de Benedetti. Después volvió a la Casa de Nariño, como directora del Departamento Administrativo de la Presidencia, donde es la número dos de Petro.

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Por su parte Benedetti, tras salir de su cargo como embajador en Venezuela, volvió a Barranquilla y en agosto de 2023 anunció que había retomado la relación con su esposa. De paso, negó que ella estuviera vinculada en reuniones con Nicolás Petro, el hijo del presidente, también señalado de llevar dinero irregular a la campaña presidencial de su padre, pues el nombre de Adelina había aparecido en las audiencias que lleva a cabo la Fiscalía sobre el caso. “Adelina, mi esposa, no es a la que hacen referencia en la audiencia. Ella nunca ha organizado reuniones en este gobierno ni en ningún otro”, señaló.

Sin embargo, al parecer no pudieron reconstruir su relación de pareja y el 8 de febrero de 2024, tras siete meses fuera del Gobierno, Benedetti aceptó una nueva posición, esta vez en Roma. Fue designado como embajador de Colombia ante la FAO, una plaza que se interpretó como creada a la fuerza, ya que el país no tenía representación ante ese organismo desde hace 25 años, y las gestiones eran manejadas directamente por la Embajada en Italia.

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