La obsesión de Colombia en la búsqueda de pactos y acuerdos nacionales
Como si se tratara de las dos caras de una misma moneda, se apuesta por la vía militar para intentar exterminar al enemigo, o se acude a la mesa de conversación
No importa el nombre que se elija en cada momento: diálogo, pacto, conversación o acuerdo, lo cierto es que la búsqueda de consensos nacionales sobre asuntos cruciales ha sido un sueño recurrente en Colombia y varios gobiernos han intentado alcanzarlos. El de Gustavo Petro no es la excepción y se vuelve a hablar de un Pacto o Acuerdo Nacional. El ambiente político se ve poco propicio y el particular estilo de liderazgo del presidente no deja mucho margen a...
No importa el nombre que se elija en cada momento: diálogo, pacto, conversación o acuerdo, lo cierto es que la búsqueda de consensos nacionales sobre asuntos cruciales ha sido un sueño recurrente en Colombia y varios gobiernos han intentado alcanzarlos. El de Gustavo Petro no es la excepción y se vuelve a hablar de un Pacto o Acuerdo Nacional. El ambiente político se ve poco propicio y el particular estilo de liderazgo del presidente no deja mucho margen al optimismo. Habrá que poner las apuestas en el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, quien tendrá que batallar en muchos frentes, incluso, contra el mismo presidente, quien suele ser el mejor opositor a su Gobierno.
En su comparecencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU el presidente Gustavo Petro habló del Pacto Nacional que quedó como un mandato en el acuerdo de paz firmado con las FARC. Dijo que no ha sido posible hacerlo porque la sociedad colombiana está dividida en dos. El nuevo ministro del Interior anunció que intentará hablar con todos los sectores para buscar acuerdos y luego ver el camino para hacerlos realidad. Ahí aparece la Constituyente como una opción, pero, dice él, no es la única y puede ser a través del Congreso o de otras herramientas constitucionales. La propuesta entonces es nuevamente hablar, dialogar, concertar, acordar grandes reformas con distintos sectores de la sociedad.
La idea no es nueva. Colombia tiene desde hace décadas dos obsesiones: la violencia y la búsqueda de acuerdos. Como si se tratara de las dos caras de una misma moneda, se apuesta por la vía militar para intentar exterminar al enemigo, o se acude a la mesa de conversación. En el trasfondo hay además esa necesidad de buscar acuerdos más allá de las negociaciones con grupos armados para tener algo que nos una como país. Algo distinto a la Selección Colombia que parece ser lo único que define la colombianidad por consenso porque lo demás es discrepancia, en el mejor de los casos, o garrotera limpia. El enfrentamiento ha sido mucho más enconado en los últimos 20 años, pero la búsqueda de grandes acuerdos nacionales viene de tiempo atrás.
Según registra la prensa de la época, fue en 1980 cuando el líder del M-19, Jaime Bateman, habló por primera vez de un “Diálogo Nacional” como parte de alguna posible negociación de paz. Ese sería un elemento clave en las conversaciones con el Gobierno de Belisario Betancur, quien apostó de plano a la opción de la mesa de conversación para desactivar a las guerrillas y el país se llenó de palomas blancas pintadas en muros y calles.
Desde ese momento, si hablamos de la historia reciente, la búsqueda de acuerdos de la sociedad ha estado presente en cada etapa política y se acude a la fórmula cada vez que encontramos una coyuntura compleja. El asesinado líder conservador Álvaro Gómez Hurtado propuso en su momento un “Acuerdo sobre lo fundamental” y recordó ese concepto en su discurso de cierre de las sesiones de la Asamblea Constituyente. Gómez fue uno de los presidentes de la Asamblea al lado de Antonio Navarro y Horacio Serpa. La Constitución del 91, creemos mucho, fue el mayor acuerdo logrado en el país.
El ELN lleva años desechando negociaciones de paz y al mismo tiempo proponiendo la participación de la sociedad civil en las conversaciones en otra de las modalidades de esa búsqueda de acuerdos nacionales. Está de nuevo esa idea en los primeros puntos pactados en la mesa de negociación de hoy aunque, según comunicado de la delegación del Gobierno del 13 de julio, “las labores del proceso se encuentran paralizadas”. El titular de esa comunicación recuerda que “se agota el tiempo para la renovación del cese al fuego”. Un paso adelante y otro atrás.
El Gobierno de Iván Duque optó por la fórmula de la “Conversación Nacional” para atender a las protestas sociales que comenzaron en noviembre del 2019. Se instalaron mesas, muchos acudieron a la Casa de Nariño, expertos y voceros de diferentes sectores se sentaron, hablaron, vino la pandemia y todo se olvidó. El inconformismo social siguió ahí como lo recordó muy bien el Paro del año 2021, en el llamado estallido social.
El Acuerdo o Pacto Nacional se busca una vez más hoy y tiene grandes piedras en el camino: no hay todavía mucho para mostrar en la llamada paz Total, el presidente llama a pactos por un lado y da garrote desde X por el otro, un sector de la oposición apuesta por el quiebre del Gobierno y no le dará puntos cediendo en algún acuerdo, hay un divorcio entre varios mandatarios locales y el Gobierno Nacional, un sector importante de la gran prensa hace oposición política, las redes sociales no favorecen los diálogos y sí las peleas, estamos ya en carrera electoral y eso exacerba los ánimos… La lista de obstáculos es larga. Sin embargo, en política todo puede pasar. Si el ministro del Interior logra avanzar habrá que creer en los milagros de Cristo. Ojalá sea así.
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