La política de seguridad del pastor Beltrán en Bucaramanga queda en manos de un militar que apoyó a Petro

Gildardo Rayo, coronel retirado del Ejército, está encargado del principal proyecto del alcalde de la capital santandereana, conocido por sus críticas al presidente de izquierda y su admiración por Nayib Bukele

Jaime Beltrán, alcalde de Bucaramanga (derecha), y Gildardo Rayo (izquierda).Jaime Beltrán/Alcaldía de Bucaramanga

“La gloria es para Dios”, escribió el alcalde de Bucaramanga, el pastor Jaime Beltrán, en su cuenta de X. El mensaje era la respuesta a un video en el que Nayib Bukele se dirige a sus seguidores, tras su reciente victoria en los comicios presidenciales de El Salvador. La grabación había sido difundida por Reacción Nacional, un perfil que comparte contenido político de derecha y extrema derecha, así como críticas radicales al presidente Gustavo Petr...

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“La gloria es para Dios”, escribió el alcalde de Bucaramanga, el pastor Jaime Beltrán, en su cuenta de X. El mensaje era la respuesta a un video en el que Nayib Bukele se dirige a sus seguidores, tras su reciente victoria en los comicios presidenciales de El Salvador. La grabación había sido difundida por Reacción Nacional, un perfil que comparte contenido político de derecha y extrema derecha, así como críticas radicales al presidente Gustavo Petro, refiriéndose a él como “guerrillero” o “comunista asesino”. Paradójicamente, uno de los principales nombramientos de Beltrán, quien ganó en las elecciones regionales gracias a sus cuestionamientos al Gobierno y sus promesas de replicar el modelo de seguridad salvadoreño, es un militar retirado que manifestó abiertamente su apoyo a Gustavo Petro en la campaña de 2022.

Se trata de Gildardo Rayo, quien es el encargado de combatir la criminalidad como secretario del Interior de la ciudad. El elegido por Beltrán es un coronel retirado del Ejército, graduado de Administración de Empresas y con casi tres décadas de experiencia en la implementación de políticas de seguridad nacional y entidades del sector privado. Es un perfil que pasaría desapercibido, de no ser porque es uno de los militares que apoyaron a Petro para ser presidente de Colombia.

La izquierda colombiana ha estado históricamente contrapuesta a la Fuerza Pública. A medida que se acercaban las últimas elecciones presidenciales, las circunstancias personales de Petro acrecentaron esta distancia: su pasado en la guerrilla M-19, el seguimiento ilegal que sufrió por parte de los organismos de inteligencia del Estado y las múltiples denuncias que realizó sobre los abusos de autoridad cometidos por miembros de la Policía y el Ejército.

Por eso llamó la atención que algunos militares, incluido Rayo, hicieran público su respaldo a la candidatura del líder del Pacto Histórico, una movida que ayudó al hoy presidente a desmontar o reducir temores en algunos sectores de la población. EL PAÍS conoció una grabación de un evento de campaña al que asistieron Gustavo Petro y Francia Márquez, en donde Rayo toma el micrófono y les expresa su apoyo. “Ustedes representan el cambio, el verdadero cambio”, se le escucha decir en la tarima.

Consultado sobre aquel pronunciamiento, Rayo confirmó su veracidad y argumentó que “la seguridad no tiene ideología política”. Explicó que su voto por el presidente se fundamentó en sus proposiciones para favorecer las condiciones laborales de los soldados. “Decidí darle mi apoyo personal cuando leí la política que está relacionada con beneficios hacia el Ejército, salarios, ascensos por méritos e incorporaciones a las escuelas de oficiales y suboficiales. A mí lo que me interesa es el beneficio de las Fuerzas Militares, que es mi bandera”. Su respuesta contrasta con la marcada posición opositora de su jefe, el alcalde.

La candidatura de Beltrán giró alrededor de su programa para combatir la delincuencia. Un sondeo de febrero del año pasado, realizado por el programa Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos, reveló que la inseguridad era la preocupación más grande para el 60% de los encuestados. El pastor convirtió ese problema en el eje transversal de sus propuesta prometiendo la puesta en marcha de un “plan candado” para blindar la ciudad. Su fanatismo por Bukele —que le ha valido el remoquete de El Bukele bumangués— fue la cereza en el pastel de una estrategia que lo llevó al éxito sin sobresaltos. Consiguió 91.372 votos, muy por encima de los 38.796 de su más cercano perseguidor, Carlos Parra, del centroizquierdista de la Alianza Verde.

En sus esfuerzos por mostrarse como una alternativa distinta ante los reclamos de mayor seguridad, Beltrán ha sido enfático en sus diferencias con la Administración de Gustavo Petro. Incluso antes de posesionarse como alcalde, dejó claro su rechazo a varias decisiones del primer mandatario. “Es inaudito e irresponsable”, fue su respuesta a la derogación que llevó a cabo el Gobierno de un decreto que autorizaba a la Policía Nacional a multar a los consumidores de drogas en parques y zonas históricas. La medida, según explicó el Ministerio de Justicia, respondió a las órdenes impartidas por la Corte Constitucional, que determinó que el porte de estas sustancias “no se puede sancionar administrativamente”. No obstante, Beltrán ha vuelto en varias ocasiones sobre el tema, afirmando que se encargará de “devolver” los lugares públicos a niños y familias.

Y hay más. En noviembre, como alcalde electo, se reunió con el embajador de Israel, Gali Dagan, mientras Petro dedicaba decenas de publicaciones en X a cuestionar las acciones militares de ese país en Gaza. Durante la oleada de incendios que azotó a Colombia en enero, Beltrán responsabilizó al jefe de Estado de no prestar suficiente ayuda. “Hay una percepción de que el presidente le está dando la espalda a Santander y ya lo hablo a título personal, no siento el interés del presidente por la región y esto ya no es un tema de afecto, ni un tema político”, señaló en esa ocasión.

Ahora dejó sobre los hombros de un militar que apoyó a Petro la materialización de su principal proyecto, el “plan candado” para mitigar la delincuencia en Bucaramanga. La cercanía de Rayo con el Gobierno puede jugarle a favor en su relación con autoridades a nivel nacional, pero es incierto hasta qué punto, especialmente con los recurrentes actos del alcalde que contradicen las posturas de la Casa de Nariño.

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