¿Qué la infló?

Todos sufrimos los efectos de la inflación. Carcome la plata con la que vivimos y pagamos las cuentas; nos hace más pobres cada día. Es misteriosa y confunde fácil

Personas compran frutas y verduras en la plaza de mercado de Paloquemao, en Bogotá, Colombia, el 29 de junio de 2022.Nathalia Angarita

Todos sufrimos los efectos de la inflación. Carcome la plata con la que vivimos y pagamos las cuentas; cuando es alta, nos hace más pobres cada día. Es misteriosa y confunde fácil. ¿Qué infla la inflación?

Al final del día, resulta que cuando la demanda de la economía es más alta que la oferta, se aumenta un sinnúmero de precios. La dificultad y la confusión surge de que la analizamos después de que sucede, con encuestas en las plazas de mercado, tiendas y supermercados. ...

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Todos sufrimos los efectos de la inflación. Carcome la plata con la que vivimos y pagamos las cuentas; cuando es alta, nos hace más pobres cada día. Es misteriosa y confunde fácil. ¿Qué infla la inflación?

Al final del día, resulta que cuando la demanda de la economía es más alta que la oferta, se aumenta un sinnúmero de precios. La dificultad y la confusión surge de que la analizamos después de que sucede, con encuestas en las plazas de mercado, tiendas y supermercados. El DANE calcula promedios y dice qué aumentó más y qué menos.

En concreto, entre 2021 y 2022 la inflación subió del 5% al 13%. Eso es mucho. Muy por encima del rango entre 2% y 4% que esperaba el médico, el Banco de la República.

Al descomponer los aumentos de precios se ve, por ejemplo, que los alimentos, la energía eléctrica o los combustibles subieron más que el promedio. Eso no equivale a que la “causa” de la inflación sean esos ítems.

Se ha repetido hasta la saciedad que no se debía subir los precios de los combustibles porque causarían inflación. Cuando cambia uno de esos precios, por importantes que sea, sin que nada más cambie en la economía, lo que se produce es una recomposición en los gastos de las familias y las empresas. Puede haber transitoriamente un pequeño salto del índice de precios, pero no lo que observamos de un aumento del 5% al 13%.

De hecho, en los Estados Unidos, durante décadas la inflación fue baja y estable, a pesar de brutales cambios en los precios de los combustibles, los salarios o la finca raíz. La inflación es un cambio en “el nivel general de precios”. No en uno en particular.

Al igual que la causa de una fiebre no está en el termómetro que la mide, ni la solución es meter al termómetro al refrigerador, los ítems que más suben en el Índice de Precios al Consumidor calculado por el DANE no “causan” la inflación. Ni la solución es mantener esos precios específicos congelados.

La causa es un desbalance entre la demanda agregada y la oferta agregada de la economía. Por esa razón, la cura es que el Banco de la República ataque el exceso de demanda agregada de la economía a través de aumentos en las tasas de interés. Sabrá que curó la inflación cuando el nivel general de precios deje de crecer rápido (baje la inflación), aunque un grupo de precios crezca más que el promedio.

¿Qué habría pasado de no haberla curado? Desorden económico, precios erráticos confundiendo a las familias y las empresas; empobreciendo a las primeras y haciendo más difíciles de dirigir a las segundas, con un gran costo social, como en Argentina o Venezuela.

En concreto, durante la pandemia la inflación aumentó del 5% al 13% por varias novedades externas al país: 1) disrupciones en las cadenas globales de suministro y problemas logísticos; 2) mayores costos de transporte de mercancías y 3) escasez y encarecimiento de los insumos importados de producción. También por problemas en Colombia: 4) tres meses de cierre logístico por las protestas de 2021; 5) factores climáticos como La Niña, que afectaron la producción agrícola; 6) depreciación del peso colombiano (en buena medida por el propio Gobierno); 7) aumento en precios regulados como la energía. Frente a la pandemia, los gobiernos a lo largo y ancho del planeta 8) gastaron a manos llenas y 9) los bancos centrales inyectaron liquidez y crédito a la economía. Los nueve eventos, actuando al tiempo, estancaron la oferta y aumentaron la demanda; subieron un sinnúmero de precios y causaron la inflación.

Recientemente, aparecen unos técnicos a desvelar lo que llaman los verdaderos culpables: las utilidades de las empresas. En ese caso sería la codicia de los empresarios la causa de la inflación. La llaman Greed-flation en inglés; codicia-flación, españolizada.

Las medidas que se derivan de este último diagnóstico son distintas de las adoptadas por el Banco de la República. Creen que se debe: a) poner más impuestos a las excesivas utilidades de las empresas; b) controlar su poder de mercado y c) contemplar el control de precios. Son recetas perniciosas, equivocadas, y causarían otras enfermedades económicas graves. Pero, sobre todo, no solucionarían la inflación.

Esa visión equivocada, en mi concepto, ha atrapado las mentes de algunos (ojalá pocos) técnicos del Ministerio de Hacienda. Suponen que las empresas no reaccionarían a los mayores impuestos, no los trasladarían a los consumidores; o no reducirían la producción ante controles de precios.

Si se confunden las causas con las consecuencias, se dejará de entender. Esa equivocación llevó a que en la misma semana emanara del Ministerio de Hacienda una idea de bajar los impuestos a las empresas, y al tiempo otra que pidiera subirlos. ¿Al fin qué?

En agosto de 2022 ¿cuáles eran las opciones del Gobierno Petro? Dado que el Emisor estaba subiendo la tasa de interés para bajar la inflación, y que Duque les había heredado precios de gasolina y diesel congelados, podían: A) subir inmediatamente los precios de los combustibles y liberar 50 billones de pesos para destinarlos a fines sociales. B) Iniciar un aumento gradual de la gasolina y no del diesel, y subsidiar ambos por muchos meses, por razones políticas de negociación con los dueños de vehículos, pero se quedaban sin presupuesto para los pobres.

Entre las dos opciones, escogieron la B. Sacrificaron la política social y usaron el grueso de la plata del Gobierno en subsidios a los conductores de automóviles y camiones. Fue una profunda escogencia de política pública en la que sufrieron los de menos recursos y ganaron los de los vehículos y camones. En mi concepto, se equivocaron en creer que si subían rápido la gasolina o el diesel aumentaría la inflación.

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