Antioquia se erige como contrapeso a Petro
El departamento más poblado de Colombia estrena como mandatarios a dos permanentes críticos del presidente
“Presidente Petro, no nos castigue por representar la oposición: es un grave error. Medellín y Antioquia son Colombia”, dijo en la ceremonia de posesión, este lunes 1 de enero, el alcalde de la segunda ciudad de Colombia. Federico Fico Gutiérrez enviaba así un mensaje que tuvo eco en el gobernador que asumía ese mismo día, ...
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“Presidente Petro, no nos castigue por representar la oposición: es un grave error. Medellín y Antioquia son Colombia”, dijo en la ceremonia de posesión, este lunes 1 de enero, el alcalde de la segunda ciudad de Colombia. Federico Fico Gutiérrez enviaba así un mensaje que tuvo eco en el gobernador que asumía ese mismo día, Andrés Julián Rendón. El nuevo mandatario desafió al Gobierno nacional en sus propias palabras: “Si a Antioquia no la apoyan, por lo menos que dejen trabajar”. Así, desde su primer momento en el poder, la nueva dupla de gobernantes dejó claro que el departamento más rico y poblado de Colombia, o por lo menos quienes hoy dirigen sus Gobiernos, serán un contrapeso a Gustavo Petro.
La postura no sorprende. Gutiérrez y Rendón vienen de la derecha, mientras Petro es el primer presidente de izquierda de la Colombia contemporánea. Fico, un político medellinense que se ha dado el lujo de estar cerca del expresidente Álvaro Uribe sin jamás haber ingresado a su partido, el Centro Democrático, y de haberle ganado la Alcaldía en 2015 al candidato de esa colectividad, fue el candidato de la derecha en las elecciones presidenciales de 2022. Uribe y sus huestes lo apoyaron, y Gutiérrez hizo campaña mostrándose como el antídoto para la que parecía (y fue) una victoria de Petro.
Su posición es radical: denunció a Petro por supuestos montajes en su contra en 2022 y por financiación ilegal de la campaña en 2023, tras el escándalo encabezado por el primogénito del presidente, Nicolás Petro. Cabalgó sin problemas a su reelección como alcalde en octubre pasado gracias a que ese rechazo al Gobierno es fuerte en su ciudad y a la mala imagen de Daniel Quintero, el mandatario local que se había alienado con el presidente.
Rendón, una figura menos conocida fuera de Antioquia, ganó la Gobernación con el aval del Centro Democrático. Fue alcalde de Rionegro, un rico municipio vecino a Medellín en el que vive Uribe y que aloja al aeropuerto internacional, cuando Fico lo era en la capital. Hicieron fórmula para las elecciones regionales de octubre pasado, en las que el hoy gobernador señaló al presidente de ser enemigo del departamento. “Desde Antioquia nos pondremos de frente a un Petro que odia a los antioqueños”, “Antioqueños, su cariño y su voto nos ayudarán a bloquear a Petro”, “Es Petro o es Antioquia”, fueron algunas de las frases con las que hacía campaña en calles, redes sociales y medios de comunicación.
En los primeros días de mandato, dos asuntos han materializado la distancia, y en ambos Rendón ha dejado claras sus exigencias. El primero es que el departamento quiere ser la autoridad minera en su territorio, encargado de entregar o quitar los títulos que se requieren para abrir una mina y de supervisar una actividad que tiene hondas raíces históricas en una región que vivió de la extracción del oro durante los siglos coloniales, y que es la mayor exportadora del metal.
El 26 de diciembre, el Gobierno decidió no renovar más esa delegación, que se habría prorrogado desde 2013, lo que desató una molestia en la región. “Es una demostración de revanchismo hacia Antioquia”, dijo en ese momento el saliente gobernador, Aníbal Gaviria. Rendón dio un paso más: “He decidido conformar un equipo jurídico del más alto nivel para dar la pelea, desde lo administrativo y constitucional, para recuperar la delegación minera de Antioquia”, anunció el día de su posesión.
Petro ha sostenido su decisión con argumentos jurídicos, pero también con posturas de política que ahondan la distancia entre los mandatarios. “Mi estimado gobernador, la minería en Antioquia ha quedado en buena parte dominada por grupos armados y, por otra parte, se ha extendido a zonas de tierras fértiles y alta sensibilidad ambiental. No me parece un buen balance. Me propongo impulsar un modelo minero que priorice al pequeño minero y me propongo que zonas agrarias sean respetadas en su vocación agrícola”, dijo al día siguiente de que estallara el debate.
Justamente una pelea es la que también ha empezado a dar en el segundo asunto, el de las obras de las concesiones viales de cuarta generación, o carreteras 4G. Estructuradas por la Administración de Juan Manuel Santos hace alrededor de una década en diferentes regiones, tienen especial importancia en un departamento tan escarpado que su capital, Medellín, es conocida como la capital de la montaña. De hecho, las 4G se construyeron a partir de un proyecto anterior, que dejó el Gobierno de Uribe, de construir en Antioquia varias vías conocidas como Autopistas de la Montaña. Santos retomó la idea, le cambió el nombre, le sumó carreteras para otras regiones y, con ajustes ambientales, financieros y legales, sacó adelante las 4G.
En Antioquia, varias de ellas están tienen tramos u obras pendientes, y en el departamento le han pedido al Gobierno dinero adicional para financiarlas. La respuesta ha sido negativa. “Tenemos un problema de financiación, pero no de las 4G de Antioquia, sino de las vías de Colombia”, dijo a EL PAÍS el ministro de Transporte, William Camargo, en octubre. Explicó que se trata de obras adicionales que han planteado las empresas encargadas de la construcción y mantenimiento de las vías, o de las comunidades, y que no hay dinero para ello. “No se puede plantear que Antioquia no ha recibido recursos: de los 50 billones de las concesiones de cuarta generación, aproximadamente 28 billones están materializados en concesiones que pasan por ese departamento, y otras cuatro pasan por un ladito”, argumentaba entonces el encargado.
Rendón sacó a relucir el asunto el día de su posesión. “Si no quieren terminar las Autopistas de la Montaña, que nos las entreguen que aquí las terminamos”, afirmó en la ceremonia. “El odio de Petro hacia Antioquia es sin límites: nos quitó la plata para finalizar las carreteras 4G”, había dicho en campaña. Fico, si bien no se ha pronunciado directamente sobre los dos asuntos, ha señalado a Petro de castigar a una región que no le votó en las presidenciales y ahora eligió a opositores. “Atacar a una región por diferencias políticas e ideológicas con sus líderes es un atentado a la unidad de país”, dijo el día que se conoció la decisión del Gobierno sobre la minería.
La pelea está servida. Más asuntos despuntan, como la intervención que hizo el Gobierno a SaviaSalud, la entidad promotora de salud (EPS) de propiedad de Medellín y Antioquia; las críticas de Petro a la central hidroeléctrica de Hidroituango, otro megaproyecto de departamento y municipio; y las distancias del gobernador y el alcalde frente a políticas bandera del Ejecutivo, desde la reforma a la salud hasta la paz total.
Ubicados en las antípodas ideológicas de Petro, con recursos para sacar adelante sus administraciones sin depender en gran medida del Gobierno y al estar en la región en la que peor le va a al presidente en las encuestas, Fico y Rendón tienen alineados los incentivos para que ser un contrapeso notorio del Ejecutivo. Y, con una oposición sin cabeza visible, tienen margen para hacerse notar.
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