Del fiscal Barbosa o el esoterismo

Las especulaciones sobre quién es el ‘official #3′ sobornado por el Grupo Aval y Odebrecht hace ver a Colombia como un país atrapado en un gigantesco tarot o en una carta astral

Francisco Barbosa el 31 de agosto de 2022 en Bogotá (Colombia).Sebastian Barros (Getty Images)

Sé que lo que voy a decir a continuación hará que muchos me detesten, pero ahí va: el esoterismo es una farsa. No hay nada más lamentable que aquellos que prefieren echarle la culpa a ángeles y santos o planetas y estrellas sobre el devenir de la vida y sus altibajos. Si hay algo que la ciencia y los científicos nos han demostrado, desde que la Ilustración opacó los tiempos de la superstición, es que todo es comprobable y demostrable sobre la base de la indagación y la evidencia. Funciona así para la ci...

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Sé que lo que voy a decir a continuación hará que muchos me detesten, pero ahí va: el esoterismo es una farsa. No hay nada más lamentable que aquellos que prefieren echarle la culpa a ángeles y santos o planetas y estrellas sobre el devenir de la vida y sus altibajos. Si hay algo que la ciencia y los científicos nos han demostrado, desde que la Ilustración opacó los tiempos de la superstición, es que todo es comprobable y demostrable sobre la base de la indagación y la evidencia. Funciona así para la ciencia como para la justicia, aunque muchos prefieran quedarse con las ilusiones basadas en relatos fantásticos en vez de hacer caso a la certeza que los argumentos ofrecen.

Podría escribir páginas enteras sobre la más reciente excusa que los astrólogos (y reitero: dije astrólogos y no astrónomos) encontraron para decir que nuestra vida está bajo la influencia de los planetas y las estrellas: el novísimo embeleco de Mercurio retrógrado. Pero no tiene sentido hacer una pausa para intentar convencer a aquellos que decidieron creer en la magia y no en lo comprobable que su razonamiento carece de argumentos. Como dice el filósofo Daniel Dennett: “no hay forma decente para decirle a alguien que ha entregado su vida a una ilusión”, así que no me voy a desgastar.

Sin embargo, como aquí no vinimos a hablar de metafísica, sino de asuntos terrenales, me voy a detener en la gran apuesta esotérica del fiscal general de la nación, Francisco Barbosa, y el escándalo Odebrecht-Aval que en las últimas semanas dejó en evidencia, gracias a la justicia de los Estados Unidos, que el mayor banquero de Colombia (con su anuencia o no) estuvo metido en un entramado de repugnante corrupción que llegó a las más altas esferas del poder.

Mucho se ha especulado sobre el nombre del que en los expedientes del Departamento de Justicia de los Estados Unidos aparece como “official #3″ y quien sería un encumbrado funcionario del gobierno de Juan Manuel Santos y receptor de más de tres millones de dólares en sobornos del consorcio de la Ruta del Sol. Se habla de ministros y superministros. De asesores o de altos consejeros. Hay quienes incluso han dicho que el tal “official #3″ es Juan Manuel Santos. Pero más allá de la especulación no hay nada.

Es como si Colombia y su justicia estuvieran atrapados en un gigantesco tarot o una inconmensurable carta astral sobre los cuales se puede discurrir sobre posibles protagonistas, pero donde nunca se logrará tener certeza de nada. Es el absurdo de una justicia esotérica en la que nunca será posible explicar aquello que ha de permanecer oculto.

Sin embargo, el fiscal Barbosa y sus investigadores tienen una herramienta que hasta ahora pareciera no haber sido invocada: la carta rogatoria.

Esta herramienta, reconocida por el ordenamiento internacional, permite que una autoridad judicial, en el marco de un proceso, solicite a su homólogo de otro país la información pertinente sobre un caso respecto al cual se está adelantando una investigación. ¿No aplica esto para este repugnante escándalo? ¿Si los otros “official” ya están en la cárcel, el #3 por qué no ha de responder ante un juez en Colombia? ¿O será que el fiscal Barbosa prefiere que sigamos adivinando en lugar de hacer verdadera justicia?

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