El peso colombiano le gana terreno al dólar y se acerca a los 4.200 empujado por la crisis del gobierno Petro

Los mercados e inversionistas reaccionan ante la posibilidad latente de que fracasen los proyectos de reforma del Ejecutivo de izquierdas

Billetes de pesos colombianos y dólares en una ilustración fotográfica.simonmayer (Getty Images)

La tempestad política por los escándalos de escuchas ilegales orquestados desde organismos de inteligencia colombianos y otras revelaciones que salpican a la campaña y al Gobierno del presidente Gustavo Petro siguen presionando al alza el peso colombiano. El cambio oficial se ha acerc...

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La tempestad política por los escándalos de escuchas ilegales orquestados desde organismos de inteligencia colombianos y otras revelaciones que salpican a la campaña y al Gobierno del presidente Gustavo Petro siguen presionando al alza el peso colombiano. El cambio oficial se ha acercado a los 4.200 pesos en la tarde de este lunes, en una señal inequívoca de las reservas que tienen los actores de los mercados internacionales frente a las reformas sociales lanzadas a debate parlamentario desde el primer Gobierno de izquierdas en la Colombia contemporánea: los giros políticos no suponen un buen pronóstico para esa hoja de ruta legislativa, lo que de forma paradójica beneficia la apreciación del peso.

La inquietud cambiaria ya era perceptible, pero no del todo irrefutable en sus causas, desde la campaña presidencial de 2022 y sobre todo a partir del 7 de agosto del año pasado, cuando Gustavo Petro asumió la presidencia. Desde entonces, la moneda colombiana ha sido una de las más débiles de las economías grandes de Latinoamérica. Durante el segundo semestre de 2022 los analistas presenciaron un comportamiento atípico en el que cada jornada de depreciaciación revestía un mensaje de incertidumbre. A finales de octubre y principios de noviembre, incluso, se alcanzaron cotas desconocidas cuando el dólar se llegó a cambiar por algo más de 5.000 pesos colombianos.

En eso incidieron mensajes vinculados, especialmente, al incierto futuro del negocio de hidrocarburos, uno de los dínamos de la economía local y que representa la mitad de las exportaciones. Cada anuncio de la ministra de Minas, Irene Vélez, de que Colombia cerraría el grifo del crudo y no aprobaría nuevos contratos de exploración y explotación impulsaba el comportamiento del peso colombiano frente a la divisa de referencia. Desde principios de este año se sumaron los proyectos de reforma laboral, de pensiones y de salud impulsados por el oficialismo, que tocan múltiples nervios de la arquitectura institucional y política del país. Esa amalgama de factores explica por qué, al contrastar la evolución en la cotización del canje del dólar con monedas como el real brasilero, o los pesos chilenos y mexicanos, se evidencia un desempeño ostensiblemente mejor de esas divisas desde octubre del año pasado.

Pero desde entonces el empuje del Gobierno se ha ido desinflando. Las desavenencias internas que han producido recambios en el gabinete y los intensos debates políticos de las reformas han hecho de su trámite en el Congreso un camino más pedregoso de lo que se anunciaba cuando la coalición oficialista se estrenaba como una aplanadora. A pesar de eso, al comparar la evolución de las principales monedas latinoamericanas desde agosto, la colombiana se mantiene atascada en lo alto de las gráficas con unos picos en forma de sierra que recién empiezan a descender en paralelo al naufragio político del Ejecutivo.

Andrés Zambrano, profesor de Economía de la Universidad de los Andes, explica que se pueden apreciar algunos paralelismos con las fluctuaciones del peso chileno: “Cuando gana el presidente Boric la moneda sufre una depreciada brutal. A medida que el proyecto constitucional fracasaba y los mercados le daban un voto de confianza a la solidez de sus instituciones, el peso chileno vuelve a su cauce normal. Acá está pasando lo mismo. Y en Perú fue igual: hay una depreciación con la llegada de Pedro Castillo, que se corrige posteriormente con su caída”.

Oskar Nupia, economista colega de Zambrano, apela a la cautela y añade otras capas de análisis que privilegian una tendencia estructural: “Los mercados de divisas y de valores son especialmente sensibles y tienden a sobreactuarse. El punto de fondo es que las cosas en el país no van tan mal desde principios de este año. Desde marzo se recobra la confianza y en abril la inversión extranjera directa crece mucho en el rubro de petróleo”. Sin embargo, concede que aún no “llegamos a los 3.966 pesos en el cambio frente al dólar que teníamos en junio de 2022. Todavía estamos lejos de lo que ha debido pasar con nuestra moneda si la contrastamos con la de otros países de la región”.

Pero el economista de la Universidad Javeriana Jorge Restrepo no descarta en Twitter la hipótesis sobre una correlación entre la apreciación del peso colombiano y el aumento del precio del petróleo crudo. Un hecho respaldado en el anuncio del domingo pasado en Viena donde el ministro de Energía de Arabia Saudita, el príncipe Abdulaziz bin Salman, confirmó que el país recortará su producción en un millón de barriles diarios con el fin de espolear los precios para mitigar el impacto de la ralentización económica en países africanos miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC).

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