Claribed Palacios: “En Colombia hay una cultura de explotación y antisindical”
La presidenta del primer sindicato de trabajadoras domésticas de Colombia defiende la reforma laboral del Gobierno para formalizar los contratos de cientos de miles de mujeres
Claribed Palacios (Nuquí, 43 años) nació en la costa del Pacífico colombiano, pero aprendió de explotación laboral en Medellín, una ciudad adonde han migrado cientos de mujeres afrocolombianas, como ella, a buscar cualquier trabajo. Hace casi tres décadas, adolescente, llegó a ofrecer sus servicios como trabajadora doméstica en una casa donde debía trabajar desde la madrugada hasta tarde en la noche, sin contrato, vulnerable al maltrato de la familia para la que cocinaba y lavaba. Eventualmente se fue de allí, deprimida. Por su vida pasó una larga fila de empleadores que también preferían paga...
Claribed Palacios (Nuquí, 43 años) nació en la costa del Pacífico colombiano, pero aprendió de explotación laboral en Medellín, una ciudad adonde han migrado cientos de mujeres afrocolombianas, como ella, a buscar cualquier trabajo. Hace casi tres décadas, adolescente, llegó a ofrecer sus servicios como trabajadora doméstica en una casa donde debía trabajar desde la madrugada hasta tarde en la noche, sin contrato, vulnerable al maltrato de la familia para la que cocinaba y lavaba. Eventualmente se fue de allí, deprimida. Por su vida pasó una larga fila de empleadores que también preferían pagar sin contrato, aunque ella lo exigía. Palacios entendió que la experiencia con la primera familia no era la excepción, era la regla. Que de las más de 700.000 trabajadoras domésticas en el país, casi ninguna cotiza a salud, pensión, ni a riesgos profesionales. Pocos empleadores y trabajadoras de hogar saben que la Corte Constitucional ha exigido formalizar el trabajo doméstico. Palacios, en cambio, lo tiene muy claro.
Hoy en día es la presidenta de Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico (UTRASD), el primer sindicato de trabajadoras domésticas de Colombia, que varias mujeres de Medellín crearon en 2013. Desde hace un poco más de dos años es líder sindical de tiempo completo, justo después de que la pandemia empeoró las condiciones laborales de estas trabajadoras, incluyendo las muchas que perdieron su empleo sin que ningún contrato que las protegiera. Para el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, este jueves, Palacios habló con EL PAÍS en la plaza principal de Bogotá, donde llevaba un mensaje: apoya la reforma laboral del Gobierno de Gustavo Petro, y se reunirá con quien sea necesario para defenderla.
Pregunta. ¿Usted porqué apoya esta reforma laboral? ¿Qué puede cambiar para las trabajadoras domésticas?
Respuesta. Porque hay un artículo puntual para nuestro sector, que exige que se haga siempre un contrato escrito, y que este deba ser depositado en el Ministerio de Trabajo. Ese contrato busca formalizar al fin el sector. ¡La tasa de informalidad del trabajo doméstico es cercana al 70%! Con la reforma le apuntamos a que al menos un 82% de las mujeres trabajadoras domésticas pasen a ser formalizadas.
P. La Corte Constitucional exige que se formalice este trabajo hace casi una década. ¿Porqué ha sido tan difícil lograrlo?
R. En gran parte porque en Colombia hay una cultura de explotación. Han salido un sinnúmero de empresarios a decir que esta reforma va a disminuir la contratación laboral, a aumentar el desempleo, porque en este país hay un concepto muy difícil con el que convivimos: creen que reconocer derechos es quebrar empresas. No sé de dónde diablos sacaron eso. Dicen una cantidad de cosas que no tienen lógica realmente, porque los países en los que sí hay garantía de derechos, en los que incluso hay sindicatos que lideran las empresas, no se han quebrado. ¿Por qué no se han quebrado? Porque los trabajadores obviamente son más productivos, porque un trabajador satisfecho rinde más. Acá piensan que esclavizar al trabajador va a dar mayor resultado. Si tú no tienes un contrato laboral que garantice tus derechos, que te paguen bien, vas a estar perdiendo el tiempo, buscando otro trabajo para irte apenas te salga. Eso es lo que a veces no reconocen los empresarios.
P. Vamos al otro lado, ¿porqué es tan difícil organizar a todas las trabajadoras domésticas del país?
R. Primero, porque en Colombia hay una cultura antisindical de vieja data, donde organizarse es sinónimo de problema o, como dicen los empresarios, de quebrar empresas. Entonces, si una persona no tiene una educación sindical, una educación sobre sus derechos, cree que organizarse es un delito. En el sector de trabajo doméstico esto no es diferente. Si a otros sectores les cuesta aunque estén juntos todo el día en la misma fábrica, imagínese en un sector donde cada quien tiene su empleador, donde unas trabajan temprano bien en el sur y otras bien en el norte. Sin embargo, nosotras somos una muestra de que se puede, porque somos, entre los cinco sindicatos que convergemos en la Intersindical de Trabajo Doméstico, más de 3.000 mujeres. Muchas mujeres desconocen que estamos acá luchando por ellas, para que les paguen el mínimo, para que las respeten, para que no las violen en su lugar de trabajo. La mujer que trabaja sin internet, que no tiene un radio, que no tiene un teléfono, nunca va a saber que otras están hablando por sus derechos.
P. ¿Cuánto tiempo fue trabajadora doméstica antes de dedicarse tiempo completo a dirigir el sindicato?
R. Yo empecé en el trabajo doméstico a los 14 años y trabajé hasta que arrancó la pandemia. La verdad es que estar en este movimiento me implica un esfuerzo grandísimo, de tiempo completo. Esa fue la razón por la que dejé de trabajar con mi último empleador.
P. ¿Cómo describiría el perfil de la mayoría de las trabajadoras domésticas hoy en Colombia?
R. En su mayoría es una mujer con bajo nivel de escolaridad, es una mujer del campo, es una mujer que es una madre cabeza de hogar. El común denominador es que la mayoría no sabe a qué tiene derecho. Lo digo porque en los espacios de formación que desarrollamos en el sindicato, encontramos mujeres que van por primera vez y dicen: “no sabía que tenía derecho a prima, no sabía que tenía derecho a seguridad social, a prestaciones sociales”. Ese desconocimiento las hace más vulnerables. Tú no reclamas lo que no conoces.
P. La vicepresidenta Francia Márquez fue trabajadora doméstica. ¿Qué ha significado para ustedes su llegada al poder?
R. Nos dan esperanza, tanto la llegada de ella como la del presidente Petro. En Colombia el Gobierno siempre ha pensado en hacer política desde los escritorios, desde la comodidad y el confort de los gobernantes. Yo pienso que este Gobierno ha intentado acercarse al pueblo a construir. Sabemos que no van a solucionar en cuatro años la problemática tan aguda que hay en el país, que viene con 200 años de estar subyugado, maltratado. En el caso de Francia Márquez, ella es una mujer que, creo, tenemos que ver como un ejemplo de superación, porque fue trabajadora y se embarcó a lo político gracias a las mujeres. Debemos recordar que las mujeres la apoyamos, y mantenemos la esperanza de que ella proponga cambios para que tengamos garantizados los derechos, no solo laborales, sino los derechos humanos.
P. Estamos frente al Congreso, donde se debate el Plan Nacional de Desarrollo esta tarde. ¿A qué viene hoy?
R. En el Plan está el Sistema Nacional de Cuidados y, dentro de ese sistema, hay un capítulo para garantizar el trabajo doméstico remunerado. Venimos a que se apruebe, así como se debe aprobar la reforma laboral. Le repito: este Gobierno no va a poder solucionar todos los problemas que tenemos, pero sí puede abrir nuevas rutas para generar los cambios sociales que nosotras necesitamos. Ya lo está haciendo.
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