“Los pacientes sufrimos en silencio”: el rostro detrás de la escasez de medicamentos en Colombia
Las EPS reclaman medidas del Gobierno ante la baja oferta de más de 1.200 principios activos, especialmente para la hipertensión arterial, los trastornos mentales y el dolor
Magdalena Herrera tiene 69 años y vive en el sur de Bogotá. Diagnosticada con VIH y diabetes, cayó en una urgencia psiquiátrica ante la dificultad para encontrar Duloxetina, un antidepresivo que le formularon en su EPS, la entidad encargada de su atención en salud.
“Duré más de 15 días sin ese medicamento y me dio una crisis de ansiedad. Me temblaban las manos y las piernas. Fue horrible. Lo necesitaba para tranquilizarme”, relata Herrera. Logró conseguirlo por m...
Magdalena Herrera tiene 69 años y vive en el sur de Bogotá. Diagnosticada con VIH y diabetes, cayó en una urgencia psiquiátrica ante la dificultad para encontrar Duloxetina, un antidepresivo que le formularon en su EPS, la entidad encargada de su atención en salud.
“Duré más de 15 días sin ese medicamento y me dio una crisis de ansiedad. Me temblaban las manos y las piernas. Fue horrible. Lo necesitaba para tranquilizarme”, relata Herrera. Logró conseguirlo por medio de la Asociación de Pacientes de Alto Costo, una organización sin ánimo de lucro que defiende el derecho a la salud de enfermos de cáncer, VIH o con trasplantes.
En la localidad de Santa Fe, en el centro de Bogotá, reside Luis Herrera, otro de los afectados. El hombre de 56 años tuvo que suspender un tratamiento para prevenir el cáncer de próstata, cuando llevaba solo dos de los seis meses que debía durar.
El medicamento que necesitaba estaba agotado en el operador de su EPS. Lo encontró en las droguerías, pero debía pagar por él a un precio comercial: una caja de 30 pastillas por 180.000 pesos (36 dólares). “Quien tiene el dinero lo compra. Los que no, pedimos a Dios que nos ayude porque la enfermedad sigue su curso. Para nosotros es grave no tomar el medicamento sea uno o dos días. Es quitarnos años de vida”, lamenta este pensionado con recursos limitados que tiene bajo su cuidado a un hermano mayor con esquizofrenia.
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Cada hora de discusión sobre las causas de la escasez de medicamentos en Colombia y de ausencia de soluciones, es una hora de angustia para los pacientes. Las barreras para encontrar algunas medicinas no son nuevas, pero la escasez se ha vuelto más común en los últimos meses.
Las EPS, encargadas de velar por la salud de más de 34 millones de afiliados, reclaman medidas del Gobierno ante la baja oferta de más de 1.200 principios activos, especialmente para la hipertensión arterial, los trastornos mentales y el dolor. El Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) precisa en un listado oficial que son 33 los medicamentos escasos.
El director encargado de la entidad, Francisco Rossi, denunció que algunas farmacéuticas prefieren vender directamente a las droguerías porque obtienen más utilidades, y ha señalado a las EPS de restringir servicios para incidir en la reforma a la salud. Las EPS rechazan esa acusación.
Sea cual sea la razón de fondo, la afectación es real. Julio César Rangel, voluntario de la Asociación de Pacientes de Alto Costo, narra la odisea de los enfermos y sus familias: “al paciente lo tienen de un lado para el otro, del médico a la farmacia y de la farmacia al médico. El médico formula un medicamento y cuando el paciente va al punto de entrega le dicen que está agotado, que vuelva a donde el doctor. El usuario tiene que pedir cita nuevamente y a veces pasan días para que el médico, al final, le diga que no puede cambiar la prescripción”.
El cambio de medicamentos no siempre es la solución. En tratamientos para trastornos de salud mental, por ejemplo, la respuesta depende de la historia clínica del paciente. “Unos medicamentos se pueden reemplazar por otros, pero la evidencia clínica muestra que no siempre tienen la misma respuesta individual. En otras palabras, lo que le funciona a una persona no necesariamente le funciona a otra. En psiquiatría no es lo mismo naproxeno que ibuprofeno para calmar el dolor”, explica Rafael Miranda, médico psiquiatra.
Miranda subraya que la interrupción abrupta de psicofármacos para tratar trastornos mentales, como le sucedió a Magdalena Herrera. También puede llevar a la reactivación de la enfermedad, la aparición de síntomas más graves, o crisis que pueden terminar en hospitalizaciones prevenibles.
Una resolución del Ministerio de Salud y Protección Social de 2013 ordena que los medicamentos faltantes se envíen al lugar de residencia o de trabajo de los afiliados, en un máximo 48 horas, cuando la entrega es incompleta. La norma, sin embargo, es más bien letra muerta. Las escenas de ciudadanos angustiados por la falta de medicinas se repiten en distintas partes del país, a distintas horas del día.
“Lo tuyo si está, lo mío no”, le dice una mujer a su acompañante después de hacer una larga fila en uno de los puntos de dispensación en el centro de la capital, una mañana de martes. “Muchas veces uno llega y el medicamento no está. A veces toca recorrer varios puntos y en alguno aparece, pero otras veces puede estar agotado en todos lados y entonces toca esperar”, narra Gloria, de 49 años. Ella sufre de osteoporosis. Su esposo está enfermo de los riñones. Ante la falta de algunas medicinas, deciden probar suerte desplazándose desde hasta el sur de la ciudad.
La escasez de medicamentos es un problema que envejece. En una comunicación del 16 de diciembre dirigida a las EPS, el gestor farmacéutico Discolmédica relacionaba 25 fármacos que “presentan novedad de abastecimiento que obstaculizan su adquisición y limitan la capacidad de atender los requerimientos”. En otra carta del 18 de enero, el laboratorio Megalabs reportaba a ese distribuidor una serie de marcas que no estaban disponibles. “En el momento no contamos con existencias de los siguientes productos en razón a que han presentado desabastecimiento por parte de nuestro proveedor”, señala el texto al que tuvo acceso EL PAÍS.
La preocupación sobre los medicamentos ya llegó al Congreso de la República. En un debate de control político este jueves en la comisión séptima de la Cámara de Representantes, encargada de asuntos de seguridad social, Rossi declaró que el Ministerio de Salud ha rechazado ofertas de comercializadores internacionales para la venta de medicamentos desabastecidos. La revelación ha agudizado la discusión pública.
“La ministra [Carolina Corcho] ha recibido varias veces visitas de comercializadores internacionales de medicamentos que lista en mano nos dicen “esto está desabastecido, se los pongo en una semana en Bogotá en un contenedor a un precio mínimo”. Nos parece que esa es la única solución que no tiene sentido en un país como Colombia, que quiere fortalecer la industrialización y que está contando con el papel de todos los actores para resolver este problema”, sostuvo el funcionario.
A las razones comerciales de los laboratorios que limitan el suministro de ciertas marcas a la red pública de salud, se suman otras causas que atribuyen tanto las EPS como el Gobierno. Algunas de ellas se originaron desde la pandemia, como la escasez de materias primas, inventarios insuficientes y problemas en la cadena logística. También existen demoras en los trámites de registros sanitarios ante el Invima.
Mientras las EPS, las farmacéuticas y el Gobierno discuten las causas, los pacientes siguen soportando la espera. “Esto solo lo sabe quien lo vive. Nosotros sufrimos en silencio”, confiesa Herrera, el hombre que sigue sin poder retomar su tratamiento.
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