Colombia y Venezuela avanzan en restablecer relaciones con el nombramiento de embajadores

Nicolás Maduro designa a su excanciller Félix Plasencia en Bogotá y Gustavo Petro, al exsenador Armando Benedetti en Caracas

El presidente Petro y su recién designado embajador en Venezuela, Armando Benedetti, durante la campaña electoral.Juan Carlos Zapata

Los Gobiernos de Venezuela y Colombia avanzan en la normalización de sus relaciones, rotas desde 2019, y anunciaron este jueves, de forma casi simultánea, los nombres que liderarán sus respectivas embajadas en Bogotá y Caracas. La decisión se produce en la primera semana de la presidencia de Gustavo Petro en Colombia, después de que durante su campaña electoral el líder de izquierdas defendiera la necesidad de hacer ese giro en la política exterior para sup...

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Los Gobiernos de Venezuela y Colombia avanzan en la normalización de sus relaciones, rotas desde 2019, y anunciaron este jueves, de forma casi simultánea, los nombres que liderarán sus respectivas embajadas en Bogotá y Caracas. La decisión se produce en la primera semana de la presidencia de Gustavo Petro en Colombia, después de que durante su campaña electoral el líder de izquierdas defendiera la necesidad de hacer ese giro en la política exterior para superar años de tensiones.

Nicolás Maduro eligió a Félix Plasencia, un diplomático y político chavista que fue su canciller entre 2021 y el pasado mes de mayo. Plasencia, que se formó como representante del servicio exterior en Venezuela, Bélgica e Inglaterra, está en la carrera diplomática desde 1991, antes incluso del ascenso del chavismo. Desde hace unos 30 años es cercano a la hoy vicepresidente Delcy Rodríguez, quien también es diplomática de carrera. Entre otras funciones, fue director de protocolo de la Cancillería bajo Rodríguez, ministro de Turismo y Comercio Exterior de Maduro entre 2019 y 2020, y embajador en China entre 2020 y 2021. Tiene nacionalidad española por ser hijo de tinerfeños y está fuera de las listas de sancionados de Washington y Bruselas que incluyen a más de un centenar de funcionarios venezolanos.

Gustavo Petro, por su parte, designó al exsenador Armando Benedetti, una de las primeras figuras de la clase política tradicional en apoyar su campaña presidencial. Benedetti, hijo de un exministro barranquillero, ha hecho una larga carrera política, en la que apoyó primero a Álvaro Uribe, luego a Juan Manuel Santos y ahora a Petro. Militante por largos años del Partido de La U, del que fue senador entre 2010 y 2022, para las elecciones legislativas de este año apoyó candidatos de la lista del Pacto Histórico de Petro y fue quien manejó su agenda como candidato. Nadie viajó más con él en avión por todo el país ni tuvo más intimidad con él durante la campaña.

La frontera colombo-venezolana llegó a ser la más activa de América Latina, y en su mejor momento, en el año 2008, el intercambio comercial alcanzó 7.290 millones de dólares. “Presidente Gustavo Petro, lo sorprenderé cuando lleguemos a 10.000 millones de dólares en intercambio comercial, cuando beneficiemos a los más de ocho millones de colombianos que viven en la frontera. Ninguna línea imaginaria nos volverá a separar como hermanos”, reaccionó Benedetti en sus redes sociales tras la noticia. Petro, al anunciar su decisión como respuesta al gesto de Maduro, le encomendó la “ardua tarea” de normalizar las relaciones y “lograr que entre Colombia y Venezuela se pueda construir riqueza para ambos pueblos”.

El cambio de Gobierno en Colombia supone un desafío en la prologada crisis política venezolana. La ruptura de relaciones ha dejado en el limbo a los 2,5 millones de venezolanos que han cruzado la frontera en los últimos años en busca de una mejor vida. Del otro lado también han recalado decenas de dirigentes políticos, periodistas y defensores de derechos humanos, los exiliados que han dejado los años más represivos del chavismo bajo el mando de Maduro, a los que preocupa esta reapertura. En estos años de ruptura, Colombia ha debido enfrentar una crisis migratoria sin precedentes, mientras los pasos fronterizos que han sufrido cierres intermitentes desde 2015, convertidos en un cruce solo peatonal, son una especie de tierra de nadie en la que el crimen organizado y los grupos irregulares armados han ganado terreno.

Para miles de colombianos que años atrás se asentaron en Venezuela durante las décadas más duras del conflicto armado también ha significado un escollo la ausencia de oficinas consulares por la ruptura de relaciones. En las pasadas elecciones presidenciales, los colombianos tuvieron que movilizarse hasta la frontera para poder votar.

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La hostilidad política durante el periodo de Iván Duque también llevó al mínimo el intercambio comercial. Plasencia tiene credenciales precisamente para reflotar la economía binacional, pues además de canciller ha sido ministro de Turismo y Comercio Exterior. Es este el aspecto por el que empresarios colombianos y venezolanos han desplegado un intenso cabildeo los últimos años. Apenas dos semanas después de la segunda vuelta en la que resultó electo Petro, firmaron el llamado “Acuerdo de la Frontera” en la ciudad de San Cristóbal, a donde llegaron después de cruzar a pie el puente internacional entre Cúcuta y San Antonio del Táchira.

A Plasencia y Benedetti les corresponde reflotar ese intercambio, pero también maniobrar en casos espinosos como el de Monómeros, la empresa de fertilizantes venezolana radicada en Colombia, uno de los activos de Venezuela en el extranjero por los que Maduro forcejea con el líder opositor Juan Guaidó, que contaba con el apoyo irrestricto de Duque.

El deshielo entre Bogotá y Caracas comenzó casi desde la propia elección de Petro en la segunda vuelta del pasado 19 de junio. Le tomó apenas tres días como presidente electo dialogar con Maduro y confirmar que se proponen reabrir los pasos formales y “restablecer el pleno ejercicio de los derechos humanos” en una frontera que lleva años entregada a la ilegalidad, con la notoria presencia de un archipiélago de grupos armados ilegales que incluyen a la guerrilla del ELN y a las disidencias de las FARC que se apartaron del proceso de paz. Los más de 2.200 kilómetros de línea limítrofe son porosos, repletos de las llamadas trochas por las que históricamente ha fluido todo tipo de contrabando.

Desde antes incluso de que Petro se mudara a la Casa de Nariño, los dos gobiernos ya se habían puesto de acuerdo en avanzar en la reapertura y la recuperación del intercambio comercial, y habían acordado nombrar tanto a los embajadores que han anunciado este jueves como a funcionarios consulares. También han anunciado que trabajarán para mejorar la seguridad. Este martes, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, había informado que, por orden de Maduro, establecería contacto “de inmediato” con su homólogo colombiano, Iván Velásquez, para “restablecer” las relaciones militares entre los dos países.

El anuncio de los embajadores se produce el mismo día en que el canciller colombiano, Álvaro Leyva, encabezó una delegación para allanar el camino en aras de reiniciar los diálogos de paz con el ELN. En un complejo ajedrez diplomático, Leyva ya fue clave para alcanzar un acuerdo con la extinta guerrilla de las FARC, y muchos observadores anticipan que Venezuela es un actor clave en las eventuales negociaciones con el ELN, la última guerrilla activa en Colombia, a la que varios analistas atribuyen un carácter binacional.

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